Hace unos días ocurrió un lamentable hecho que consternó al país. Miembros de la Policía Nacional agredieron la vida de una joven pareja en Villa Altagracia. La violencia con la que se cometió el crimen, las circunstancias en las que ocurrió, así como el clamor popular hicieron que el Gobierno dominicano determinara la creación de una comisión de expertos para discutir la reforma de la Policía Nacional, cuya primera reunión está programada para hoy, 09 de abril. A pesar de ser el resultado directo de una tragedia, la noticia de la creación de esta comisión es buena. Esperamos que este grupo encuentre formas de proponer medidas apropiadas y económicamente sostenibles.

En mi ejercicio de más de 20 años en la policía brasileña, experimenté algunos intentos de reforma policial, con resultados más o menos efectivos. Comparto con ustedes algunos de los puntos que considero fundamentales en las discusiones que comienzan hoy.

  1. Requisitos más estrictos de ingreso: No hay forma de imaginar un cuerpo policial mínimamente competente que no priorice la calidad de sus profesionales desde el momento de la contratación. Esta es la oportunidad que tiene la organización de elegir candidatos con vocación para la actividad policial. Pero esto solo es posible si existen criterios mínimos de educación, capacidad física, capacidad psicotécnica, además de ser sometido el candidato a un riguroso proceso de verificación de antecedentes penales y sociales.
  2. Conexión de sistemas y bases de datos: En una sociedad cada vez más numerosa y compleja, el trabajo policial debe basarse en datos y estadísticas confiables, que permitan a los tomadores de decisiones asignar recursos humanos y materiales de manera técnica. Para eso es necesario conectar los sistemas y bases existentes en República Dominicana, a fin de maximizar el poder de la información extraída a través del procesamiento y análisis de la realidad del fenómeno criminal en el país.
  3. Fortalecimiento de la inspección general y la dirección central de asuntos internos: Así como el proceso de reclutamiento busca atraer a los mejores profesionales, debe haber otro que depure la fuerza policial, buscando sacar de la policía a los que no tienen las características morales que requiere el cargo. Los policías de estas unidades policiales deben ser los primeros en tener una hoja de trabajo impecable, también deben estar capacitados para realizar investigaciones que involucren a otros policías.

Todas estas medidas, además de otras igualmente importantes, fueron adoptadas por la policía de Brasil, con resultados muy satisfactorios. En este contexto, la Policía Federal de Brasil que hace unos 30 años era una institución desacreditada, se ha convertido en las últimas décadas en una de las organizaciones públicas más efectivas y respetables a nivel nacional. Y no hay ningún secreto: empezaron a contratar profesionales con excelente formación y a castigar o a despedir a los que cometían algún tipo de infracción.

El hecho es que reformar una fuerza policial implica mucho trabajo y recursos. Y se necesita un gran compromiso gubernamental para que esto suceda. Hay muchos intereses involucrados, pero las políticas públicas deben estar dirigidas al pueblo dominicano en general, y no pueden privilegiar a unos en detrimento de todos. Y para lograr que haya un cambio sustancial en la estructura, en la metodología de trabajo, en la interconexión de sistemas, en la contratación, entre otras innumerables intervenciones, se necesitan recursos públicos suficientes, y esta ha sido la debilidad más evidente de del Sistema Público de Justicia en general, ya que a partir de esta deficiencia, gran parte del trabajo y las necesidades de la corporación policial no se pueden cubrir. Y esto genera, por supuesto, una inadecuada prestación de servicios a la población.

Tenemos que dar este salto de civilización, que es transformar una policía cuyos intereses estén estrechamente ligados a los intereses del Estado, para crear una verdadera policía ciudadana que refleje los intereses de la ciudadanía, lo que traería una transformación importante en lo que respecta a la confianza que tiene el país en relación a su policía.

Ha llegado el momento de llevar a cabo una profunda reforma organizativa que no solo modifique aspectos cosméticos en su estructura, sino que aproveche los buenos ejemplos de países que ya han pasado por este proceso, lo que catalizaría el logro de resultados por parte de la comisión.

Durante la guerra fría era común en América Latina que aparecieran regímenes políticos autocráticos, que gobernaron sus países durante mucho tiempo y que tenían como marca principal la falta de respeto a los derechos humanos de sus poblaciones. Esta realidad contaminó a todos los organismos estatales, especialmente a los encargados de la seguridad, es decir, a la policía. Y aunque felizmente hemos dejado atrás esta realidad, las repercusiones de esa época aún se pueden ver en la cultura policial, que en general no se involucra con la comunidad, excepto en sus actividades de represión. Nuevamente: la policía necesita cambiar la relación que tiene con el ciudadano, y para eso es fundamental que se transforme internamente, para que sus intereses sean convergentes con los de la sociedad y que el país cuente con estándares mínimos de seguridad que garanticen una buena vida y un entorno saludable.

Las palabras Policía y Política tienen la misma raíz, Polis, cuyo significado remite a la idea de vida en sociedad. Ha llegado el momento de que tanto uno, la Policía Nacional, como el otro, que son las autoridades políticas dominicanas, colaboren definitivamente para que, al contrario de lo que ya ha sucedido en anteriores intentos de la referida reforma, tenga el éxito deseado. Para servir y proteger.

*José Monteiro es director de Misión Internacional de Justicia en República Dominicana y Coordinador General de la Coalición de la Sociedad Civil contra la Trata de Personas.