Para hacer una crítica hay que tener arte, ciencia, nobleza y verdad.

Hace un par de décadas que en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Facultad de Humanidades contenía como Departamentos a las actuales Facultades de Ciencias de la Educación y Artes.

El desmembramiento fue provechoso porque aumenta la concentración del saber en áreas de conocimientos. Pero yo, que ingresé como alumna en 1975 y como docente en 1980 pertenezco a una generación que tuvo la oportunidad de recibir la riqueza de un amplio espectro que nos dio el tener grandes maestros que habitaban por oficio ser artistas y educadores, por demás humanistas. 

Entre ellos me voy a quedar con Abelardo Vicioso, Aida Cartagena Portalatín y Pedro Mir Valentín. Y prometo que les debo, a quienes me leen, la antología de anécdotas con mis maestros.

Esta aclaración viene al caso de la situación que acosa al Ministro de Salud Pública de la República Dominicana y las maledicencias que sobre él se vierten.

Porque si una cosa aprendí de mis profesores de artes fue a diferenciar la producción creativa de la crítica; pero también a valorar el oficio del crítico, que es en sí misma una especialidad de un creativo. 

La crítica tiene la capacidad de valorar el aporte de una obra porque el crítico es un creativo, porque el crítico además conoce otros parámetros semióticos de la creatividad, incluso, más que el creativo. 

El crítico sabe cuándo una producción es auténtica y cuándo es imitación o plagio. El crítico puede también producir, aunque no debe dedicarse a hacerlo, porque su oficio es la crítica. 

De todos esos enunciados, no estoy segura de cuáles de mis profesores son, más bien creo que de todos, resumidos en mi mente con el agregado de mi libre albedrío. 

Hay gente en este mundo, que ayudada por las maravillosas redes sociales, que hoy como nunca adquieren un carácter bendito, supone que despotricar  y criticar son sinónimos. 

Se usa vulgarmente la conjugación del verbo criticar como maldecir, hablar mal de, inventar cosas del otro. Pero la crítica implica un arte y un saber científico de conocedores. 

Cuando leo los insultos asumo que es una plebería no una crítica. La crítica agrega valor no descalifica.

Para criticar la labor del doctor Rafael Sánchez Cárdenas usted debe tomar varios parámetros y responderse varios cuestionamientos que le digan que usted sabe de lo que está hablando. Por ejemplo, ¿Cuáles han sido las respuestas del sector salud desde la dictadura trujillista, y gobierno tras gobierno, al crecimiento de la población, al cambio de modos de vida, hábitos, costumbres, a la estructura de los conglomerados, al proceso de apertura migratorio y a la globalización? ¿Ha hecho usted la tipificación de salud por factores de riesgo locales, endémicos, endógenos, por sexo, genética; exógenos por origen, etnia, hábitos? 

¿Puede una respuesta inmediata valorarse o evaluarse sin tomar en cuenta los antecedentes? ¿No piensa usted que Rafael Sánchez Cárdenas, como cualquier carretillero en medio de una tormenta, e igual que todos nosotros  va arreglando la carga en el camino? ¿Quién supone usted que es competente frente a lo nuevo, lo imprevisto? ¿No ve usted que todos los países, los gobiernos, los médicos, las poblaciones estamos aprendiendo juntos en este proceso? ¿No le parece a usted que este fenómeno es de medicina experimental? ¿Cree usted que es fácil dar respuestas a los imprevistos que ocurren cada minuto,  con la presión del Gobierno, que quiere quedar bien parado; de la oposición, que quiere que el gobierno quede mal, en medio de un proceso electoral? 

No se trata de privar en gallito de pelea y andar desafiando como Paliza. Se trata de convocar a la unidad de todos como lo hace Abinader, o de ofrecer alternativas posibles como lo hace Fernández. 

Sí nos toca denunciar las insuficiencias del servicio, sin santificar al sector privado que es el gran beneficiado, el que saldrá con las arcas llenas por las clínicas, los importadores de productos farmacéuticos, a ese sector que no ataca  Waldo Ariel ni un buen número de  médicos que no están para servir sino para servirse. 

Que las clínicas privadas sean hospitales en medio de la pandemia es buen reclamo. 

Y el sector que está pidiendo cubanos, cuánto se gana en el negocio. ¿Acaso la "solidaridad cubana" es gratuita? Debería de serlo porque los gobiernos de Leonel Fernández dieron mucho a Cuba, lo que pasa es que como verdaderos cristianos los dominicanos no hacemos alarde de lo que damos. 

Si usted no sabe mucho de esto, que lo puede saber cualquiera, porque está en los periódicos, no lance sus dardos al ministro, más bien trate de calzar sus zapatos a ver cómo le quedan.

En este momento todos somos asistentes de Rafael Sánchez Cárdenas. Ayudemos con la crítica correcta, diciendo lo que está bien y lo que está mal, pero que sea una verdad como un templo.