Decía Juan Bosch "Los hombres (sic) no son como empiezan, sino como terminan". En tal sentido, claro que los juicios históricos a priori y basados en apenas un dato, generalmente caen en el aventurerismo.

Cierto es también que el hijo de Ramiro Matos no puede ser imputable por las canalladas de su padre. Los expedientes judiciales o las presunciones no se heredan ni es justo extenderlas a descendientes.

Y cierto es también que Fernández Domínguez y Caamaño eran hijos de generales de Trujillo, y que Máximo Gómez fue Libertador de Cuba habiendo peleado en República Dominicana contra los Restauradores.

Todo esto es cierto.

Pero…

El hijo de Ramiro Matos no es Fernández Domínguez ni Caamaño ni Máximo Gómez, figuras extraordinarias de la Historia de América. Cuidado, que la lógica es A=B no es un chicle que se estira hasta donde se quiera, que hasta los chicles se parten.

Ramiro Matos no sólo fue un "general": es un asesino y un hombre siniestro al servicio del poder, propio de la mafia.

¿Cuáles son los méritos del hijo de Ramiro Matos para ser comandante del Ejército dominicano? ¿Qué evidencias de logros y cualidades tiene que eviten sospechar de la "influencia" de su abolengo, relacionados directos y/o indirectos?

Todos sabemos que en RD en la inmensa mayoría de los casos los ascensos y "premios" se hacen en función de "méritos" que no son otros que cuán bien "vinculado" está el militar/policía o sus familias. ¿En qué medida pesó Ramiro Matos, hombre cuya ascendencia estaba dada por el crimen y la corrupción?

La política no sólo es ser, sino parecer. No confundamos este caso con el de héroes nacionales. Claramente en República Dominicana debería ya ser hora que las comandancias militares y policiales se ocuparan con nombres con currículum vitae demostrable, como servidores públicos, de historial intachable, oficiales especialmente éticos y patrióticos.

Es de muy mal gusto no conocer otro antecedente que ser hijo de un general asesino de luchadores por la democracia. En este sentido, por supuesto que la autoridad política debió cuidarse mucho antes de nombrar a una figura con estos datos biográficos en un país donde las FFAA y la PN son una verdadera "caja negra".

¿Cuáles son los méritos del hijo de Ramiro Matos para ser comandante del Ejército dominicano? ¿Qué evidencias de logros y cualidades tiene que eviten sospechar de la "influencia" de su abolengo, relacionados directos y/o indirectos?

Y por cierto que no deja de ser válido preguntarse: ¿Por qué en 2014 no está formada ya una generación de oficiales jóvenes con historial para ser Comandantes y que no tengan ninguna otra vinculación histórica que un probado amor a la patria, profesionalismo y méritos en el servicio, ajenos a toda influencia familiar, "enllaves" y "contactos"?

Este hecho, el de la generala que maneja millones y que le contesta como se le antoja nada más y nada menos que al Ministro de Defensa, el de los militares metidos en actos delictuales, etc etc…

Los políticos y las políticas de la "transición a la democracia" dominicana post invasión de Abril y dictadura balaguerista tienen muy pocos galardones que mostrar en la construcción de una nueva relación entre militares, ciudadanía y poderes públicos, y una nueva cultura y generación en la defensa y seguridad pública.

Soy de los muchos que no tengo elementos para juzgar a favor o en contra al nuevo Comandante del Ejército dominicano. No quisiera aventurarme. Más bien estoy lleno de preguntas e inquietudes.

José Miguel Soto Jiménez, Ramiro Matos, Sigfrido Pared y otros oficiales.
José Miguel Soto Jiménez, Ramiro Matos, Sigfrido Pared y otros oficiales.

El hijo de Ramiro Matos no tiene que ser condenado ni sometido al linchamiento. Pero este nombramiento tiene demasiados motivos por los cuales dudar, inquietarse y, por qué no, incomodarse.

Ramiro Matos tiene abierta una causa en la Justicia por el asesinato del inmenso Manolo Tavárez Justo y otros luchadores. Debe ser duro para quienes aún luchan por la verdad y la justicia ver la foto de ese personaje junto a antiguas autoridades de la Defensa y pensar que, tal vez, todavía hoy sus códigos sirven para influir en cómo se organiza la fuerza armada de una democracia tan frágil y débil, llena de cuentas pendientes.