Jacques Bénigne Bossuet nace en el seno de una familia de magistrados de Dijón en 1627 y muere en París en 1704. Estudia filosofía, teología y derecho, pero su pasión es ser obediente a los dogmas de la Iglesia, y es por ello que asume como regla de vida la máxima: La obediencia vale más que el sacrificio. Su pasión son las letras y la religión, y asume las primeras para glorificar la dogmática católica.

A la edad de ocho años recibe la tonsura y a los trece es nombrado canónigo de Metz. En 1651 es ordenado sacerdote. Posteriormente, en 1670, viene exhaltado a Obispo de Condom, y en 1681 es Obispo de Meaux, una sede importante cercana a París.

Dedica toda su vida a las letras y la exhaltación de la Iglesia. Fue famoso por sus sermones y se le considera el más poderoso orador fúnebre de Francia. A partir de 1670 compone doce Oraisons funèbres, en las que hace muestra del gran poderío y musicalidad en sus discursos que tratan sobre la muerte:la intrascendencia y nimiedad de la gloria, los honores y la fama humanas. Sus oraciones fúnebres, son obras únicas, de carácter muy personal, obras maestras de elocuencia solo comparables conejemplosclásicos.

Toda su obra de apologética religiosa se basa en una vigorosa y admirable sencillez basadaen la convicción profunda que se manifiesta en la expresión:la verdad ofrecidapor Dios es perfecta.

Este principio se explica según una creencia en Dios simple, sencilla, sin rebuscamiento: existe una verdad, que Dios ha rebelado a los hombres, que está garantizada por los milagros y que, siendo perfecta, puesto que es divina, es inmutable; si variara no sería la verdad.(…) La Iglesia de Jesucristo, celosa guardiana de los dogmas que le han sido dados en depósito, no cambia nada de ellos nunca; nada disminuye; no añade nada; no suprime las cosas necesarias; no añade las supérfluas. Todo su trabajo es pulimentar las cosas que le han dado antiguamente, confirmar las que han sido explicadas de un modo suficiente, guardar todo lo que le ha sido confirmado y definido…[Premier Avertissements aux Protestants, 1689].

Es sobreesta base que va ha establecer la rádical diferencia que hay entre un católico y un herético: … El herético es el que tiene una opinión¿Qué quiere decir tener una opinión? Seguir su propio pensamiento y su particular parecer. Pero el católico es católico: es decir, es universal; y sin tener opinión particular, sigue sin vacilar la verdad de la Iglesia… [Première instruction pastorale sur le promesses de l´Église, 1700]

Es en 1681 que Bossuet publica la obra que temáticamente nos interesa: Discurso sobre la historia universal. En ese tiempo, Luis XIV, lo designa como preceptor de su hijo, el Delfín. En esta obra Bossuet pretende explicarle los acontecimientos mundanos y busca desentrañar los designios de Dios para su Iglesia.

El centro de la obra lo constituye la doctrina de Agustín de Hipona, elaborada en la Ciudad de Dios. Como señala su secretario en una nota biográfica, Bossuet: Estaba nutrido de tal modo de la doctrina de San Agustín y apegado a sus principios, que no establecía ningún dogma, no hacía ninguna instrucción, no respondía a ninguna dificultad sino por San Agustín; encontraba en él todo…[P. Hazart, La crisis de la conciencia europea, Alianza Editorial ].

La concepción de la historia de Bossuet se basa en dos principios fundamentales, por un lado postula la interconexión de todos los acontecimientos históricos y por otro lado plantea la coherencia de todos los hechos debido a la intervención divina que es onmipotente pero no arbitraria.  

Sin embargo, el clerigo francés actuará de acuerdo con el clima científico reinante en su tiempo, en que se consolida el racionalismo desde la fundamentación que hace Descartes de la razón.

Además, hay que tomar en cuenta que junto con el racionalismo, la edad histórica intenta de manera radical expulsar de las universidades al que hasta ese momento se había presentado como el gran soberano del conocimiento, Aristóteles.

Tal como el Renacimiento representa teóricamente un retorno a las teorías plátonicas, el período posterior, precursor del racionalismo se fundamentaba en revalorizar la ciencia que se derivaba de la filosofía aristotélica, que tomaba como modelo al hacer énfasisen lo experimental y en la observación de los hechos de la naturaleza. Por ello, Bossuet como un hombre cuyas ideas se mueven en una zona de frontera epocal puede sumar y sintetizar ambas visiones y resalta tanto la historia sagrada,al otrogarle al mismo tiempo un perfil empírico, y pretende elaborar, igualmente, una interpretación del sentido de la historia que sea empíricamente comprobable.

Creo oportuno agregar queel siglo XVII es la epoca en que que florece,además de la perspectiva católica,dogmática, que defiende Bossuet, otrotipo de panorama ideológico caracterizado por actitudes marcadamente abiertas, liberales, desembarazadas ante las verdades de la Fe. Sus cultoresseránllamados libertinos.

Esta perspectiva ocupaba a personalidades dotados de ideas y sentimientos heterodoxos frente a las creencias tradicionales, eran espíritusque actuaban con marcada incredulidad frente a los dogmas de la fe, criticaban con sumo detalle los  textos de los Evangelios, no les preocupaba ni la Revelaciónnisostener la veracidad de los milagros. Se considerabancomo los indiferentes, los deistas y los ateos.

Su prototipo ideologico lo representan en Francia, el filósofo y matemático, Pierre Gassendi [1592-1655], cuyas ideas se caracterizan por un intento de regreso a la ideas de Epicuro. Sin embargo, los libertinos nos tienen una doctrina formal, y representan mil corrientes, pues su metafísica es débil.

Afirmaban en general que dado que en la vida nos encontramos rodeados de tinieblas y no tenemos la seguridad de poder disiparlas, entonces lo que habría que hacer es aprovecharse esta vida mortal,  gozar elegantemente de los placeres que la vida ofrece, y al final, ceder al destino, a la muerte.

Tal como escribe uno de ellos, Jean Dehénault: Todo muere en nosotros cuando morimos; / La muerte no deja nada y nada es ella misma; / No es más que el momento extremo / Del poco tiempo que vivimos. / Cesa de temer y esperar / Ese futuro que ha de seguirla./ (…) La desgracia de morir iguala a la dicha de nacer, / Y el hombre muere entero, como entero nació… 

La ideas de Agustín de Hipona sobre el desenlace histórico de la humanidad observada tanto desde su rasgo teológico como desde una perspectiva mundana posterior, servirá de base para elaborar la visión de la historia de la modernidad sustentada en lasdiversas ideas del progreso.

Para Agustín y Bossuet, la historia está guiada por la Providencia. Esta se rige por dos conceptos complementarios y concomitantes: Perfección y salvación. Conjuntamente con estos conceptos,la escatología católica propicia un cambio radical en el concepto de tiempo. Desde tiempos remotos la idea judeo-cristiana transforma el sentido de la vida y de la historia, el tiempo se convierte en lineal-irreversible que fluye como un vector, hacía lo no aún acontecido, hacía un porvenir que se distancia incesantemente del tiempo anterior.

Agustín da un significado religioso a esta direccionalidad, en el sentido de que todo cuanto hay y fluye en el tiempo no es en cuanto a su propia naturaleza, como pensaban los antiguos, sino en cuanto creaciones de Dios, y como tales ancladas en la finalidad que el creador les ha establecido en el momento de su aparición e instauración.

Concluyo, por el momento,al recordar al lector que el mundo es maravilloso, mueve al asombro y todo depende del cristal y la perspectiva desde la cual se vea. Que todo cuanto es, acontece en una historia, es decir, es parte de una interpretación del mundo.Cada tiempo otorga un sentido a lo que es.

La visión de la historia que nos domina desde la aparicion del cristianismo y que luce como el sentido natural de las cosas, es algo inventado por una cultura histórica,humana, y como tal es un punto de vista que, en algún momento podría estar llamado a transformarse según pase a regir la vida humana una concepción diferente de lo que es la totalidad del ser, del acontecer, es decir, según puedan modificarse los parámetros fundamentales de la filosofía que sirve de medida al ser de una época.