El viernes 27 de marzo marcó el inicio de la crisis jurídica. Fue el nefasto día en que el juez Moscoso Segarra favoreciera con un “no ha lugar” al senador Félix Bautista y compartes. El mismo día que el juez Mejía Lebrón descargara al alcalde de San Francisco de Macorís, Félix Rodríguez Grullón; en ambos casos, ignorando el cúmulo de evidencias presentadas en su contra.
Esta vez, las evidencias no fueron archivadas y las declaraciones del Procurador Francisco Domínguez Brito fueron inequívocas: "Se ha quebrantado aún más el Estado de Derecho en la República Dominicana, creando un ambiente propicio para que desde el más pequeño de los servidores públicos hasta el funcionario de mayor jerarquía, se robe el dinero del pueblo dominicano". Aunque todavía muchos escépticos crean que se trata de un juego del PLD; no lo creo. Jugar con fuego es peligroso y las llamas podrían alcanzar a todo el PLD.
La crisis jurídica la crearon los tuis de la Suprema Corte de Justicia, iniciados horas después del “no ha lugar” que favorecía a Félix Bautista. Los tuis, en vez de explicar, crearon furor. Confirmaron lo que todo el mundo sabía, que antes de abandonar su puesto como Presidente de la República, en diciembre del 2011, el Presidente Fernández abarrotó de jueces de su partido al nuevo Sistema de Justicia. Se aseguró de que los Presidentes de las tres Alta Cortes fuesen leales a su persona, por encima del deber de hacer justicia para todos y todas, de acuerdo a los derechos constitucionalmente establecidos.
Con éste golpe, el PLD noqueó la democracia dominicana. Los jueces demostraron estar parcializados antes de conocer el caso divulgando públicamente la politización partidista de lo que sería su sentencia. Si un caso semejante ocurriese en los Estados Unidos, Mariano Germán y los jueces participantes en externar sus posiciones hubiesen sido destituidos e inhabilitados para conocer la apelación de la Procuraduría a los dictámenes que favorecieron a los dos Félix el 27 de marzo.
Crisis política
En un Estado de Derecho, el secuestro de la Justicia crea una crisis política. Si el poder Ejecutivo no logra inhibir y descalificar a estos jueces, cierran las puertas para una solución al interior del Estado. De continuar el Presidente Medina con una actitud pasiva ante los hechos, arriesga perder su popularidad y no deja otra salida a la población que las protestas y la desobediencia civil.
En los últimos años, los antecedentes de la movilización de la población por el 4% para Educación y las protestas en contra del paquetazo de la Reforma Fiscal del nuevo gobierno de Medina, demostraron que no será tan fácil para el PLD “fabricar presidentes”. Esto es, siempre que la oposición se una y ponga a los caciques de la partidocracia perredeísta en cuarentena.
Aunque sea temprano para hablar de campaña política, es imposible ignorar que Leonel Fernández y Féliz Bautista la iniciaron durante los días de Semana Santa. Recurrieron a la formula religiosa del Trujillismo que Leonel aplicó exitosamente durante sus doce años de gobierno. Con razón el Cardenal no quiere que se cambie la Constitución para permitir la reelección de Danilo Medina, y el Listín Diario permitiese que los acusados de corrupción, Félix Bautista y Leonel Fernández, predicasen desde sus páginas los sermones de Semana Santa.
Cultura de la pobreza y clientelismo Leonelista
La cultura de la pobreza es el caldo de cultivo del clientelismo político. Este último tiene sus raíces históricas en los viejos caciques que gobernaron la República del siglo XIX y XX, pero se consolidó durante las dictaduras de Trujillo y Balaguer; dos regímenes ampliamente defendidos por la Iglesia Católica. Durante sus doce años en el poder, Fernández institucionalizó el clientelismo como política de Estado, con la emisión de todo tipo de bonos para favorecer a los miembros de su partido.
Fernández se preocupó de recibir los Tedeums y bendiciones de la Iglesia y de cumplir los mandatos del Concordato más allá de lo que este exige, y por encima de la Constitución. Llenó el país de catedrales y creó el mayor aparato administrativo y de planificación que la Iglesia Católica haya conocido en la historia de la República. Esta alianza le acarrea apoyo en la población con larga data de adoctrinamiento desde el púlpito y la formación en las escuelas. Ya he visto fotos de carteles que ofrecen el saludo faraónico al nuevo Benefactor dominicano: “Después de Dios, Leonel”.
¿Por qué tiene tanto éxito el clientelismo político y religioso? La respuesta la ofreció en los años sesenta el antropólogo Oscar Lewis, quién acuñara el término cultura de la pobreza, diferenciándolo de la pobreza económica, al estudiar la cultura en barrios marginados de Méjico y Puerto Rico. En 1967, expuso en la revista Pensamiento Crítico, seis condiciones que conducen a la formación de valores propios de la cultura de la pobreza, la cual se perpetúa en sus descendientes cuando las condiciones del sistema de dominación no cambian:
1) Economía casera, trabajo jornalero y producción para el beneficio inmediato;
2) persistencia de escasas oportunidades para el trabajador no calificado y desempleo;
3) sueldos muy bajos;
4) fracaso en la consecución de organizaciones económicas, políticas y sociales (ya sea sobre una base voluntaria o por imposición gubernamental para la población de bajo nivel de ingresos);
5) predominio de un sistema bilateral de parentesco sobre un sistema unilateral; y
6) existencia de una tabla de valores en las clases dominantes que insiste en la acumulación de riquezas y propiedades, la posibilidad de una movilidad ascendente y el espíritu ahorrativo, y que explica el bajo nivel de ingresos como el resultado de la inadecuación o la inferioridad personal.
Las características individuales de la cultura de la pobreza las define Lewis como “provinciana, de orientaciones locales y con ínfimo sentido histórico. Sólo conocen sus propios problemas, sus propias condiciones locales, su propio vecindario, su propio estilo de vida. Por lo común, carecen de la sabiduría, la visión o la ideología necesarias para observar las semejanzas entre sus problemas y aquellos de sus correspondientes en todo el mundo. Carecen de conciencia de clase, aunque en verdad son muy sensitivos en lo que se refiere a distinciones sociales”.
Esta cultura es la que permite que el Don Quirino sea recibido como un héroe en la Provincia de Elías Piña; que Félix Bautista pueda ganar elecciones en la provincia de San Juan; y que Leonel Fernández, pueda ser elegido presidente en las elecciones del 2016. El triunfo de Fernández, no puede descartarse a pesar del rechazo de la población y la baja intención del voto a su favor como indican las encuestas de opinión. Como me recordaran unos amigos, a última hora, la gente cambia de opinión.
En Republica Dominicana el cambio de intención del voto puede venir cuando aparezcan las caravanas derrochando promesas, pica pollos, regalos (aunque sean las medicinas de los hospitales), y papeletas. Por eso es necesario que la oposición no duerma, para crear una opción política unificada y poder sacar del poder a los ladrones del dinero, la dignidad y los derechos del pueblo.