Y de repente la soberanía popular se hizo carne. Un término manoseado por leguleyos, congresistas, dirigentes de partidos políticos, se encarnó en la presencia y voz de miles de jóvenes a lo largo y ancho de todo el país. La voluntad de quienes son signatarios del Contrato Social Dominicano, bajo la meta identidad ciudadana ha tomado los espacios públicos en defensa de un bien mayor, la democracia.

Entonces salió a la luz lo que se creía oculto, que la inseguridad en que viven los habitantes de esta media isla; la falta de empleos de calidad; el robo de la seguridad social; la mala calidad de los servicios de salud y educación son el resultado de la concentración de poder y el secuestro de las instituciones que deben garantizar que el Estado opere con justicia.

Los partidos políticos que hoy están en la oposición, están conscientes de que las últimas decisiones tomadas por la Junta Central Electoral, JCE y la Presidencia de la República son el resultado de la movilización popular. Sin la presión ejercida por los jóvenes en la explanada de la 27 de febrero, el Monumento de Santiago y muchos otros lugares, no se hubiera logrado la suspensión del director del centro de cómputos de la JCE, así como la detención de la investigación del sabotaje perpetrado al procesos electoral del 16 de febrero, para que esta sea asumida por la Organización de los Estados Americanos, lo que también facilitó la puesta en libertad del técnico de la empresa de telecomunicaciones Claro, Manuel Antonio Regalado Martínez y del Coronel Ramón Antonio Guzmán Peralta.

Como señalara en su momento el teórico de las Ciencias Políticas, Helio Jaguaribe, la movilización social es imprescindible para el cambio político… y yo agrego, para la democracia. Está demostrado que el poder hace lo que le es permitido y su mayor muro de contención es el ejercicio de la soberanía popular apoyada en las herramientas y procedimientos que la democracia aporta. Por ello la democracia necesita de la movilización popular, reconfigurando con su potencia el escenario político y comprometiendo a quienes se sienten herederos de su apoyo.

Definitivamente la juventud dominicana bajó con trenzas y con la pámpara prendida!