Como un signo de los tiempos, en América Latina y el Caribe son cada vez más los hogares liderados por mujeres, tendencia que se verifica desde la segunda mitad del siglo XX y se ha incrementado en este primer cuarto del XXI, en el que un considerable número de hogares tiene una jefatura femenina.
Las causas son diversas y hasta dependen muchas veces del punto geográfico, pero hay algunas que son comunes y se han convertido en el catalizador de esta realidad, como el descenso de la fecundidad, la disociación entre matrimonio y reproducción, así como el debilitamiento de los vínculos paterno-filiales, que han impulsado cambios en el ámbito familiar a nivel mundial.
En el caso de República Dominicana esta verdad objetiva ha estado en sintonía con el patrón de la región y evidencia de ello es que entre el año 2005 y el 2017 las mujeres pasaron de dirigir el 32.4%, a ser jefas del 40.8% de los hogares dominicanos, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR), realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas.
Pero la cosa no se queda ahí. Deshilachando la madeja, encontramos que cerca del 75% de las mujeres que lideran los hogares son madres solteras o “Mujer sola” como popularmente se las etiqueta.
El cumplimiento de los roles de madre soltera y jefa de hogar, implica el incremento de la presión, las hace más vulnerables, incluso a trastornos psicológicos y las empobrece, debido a que enfrentan mayores y más acuciantes dificultades al hacerse cargo de las responsabilidades familiares sin contar con la ayuda y el apoyo que sí tienen sus contrapartes que viven con una pareja que lidera el hogar.
Uno de los factores que más afectan a las madres solteras y jefas de hogar es el financiero, al punto de crearles trastornos psicológicos. Todas las necesidades deben ser cubiertas por ella y si no dispone de una base educacional de gestión de los recursos, sus niveles de estrés se elevan, lo cual influye en su estabilidad laboral (informal o formal), y puede caer en depresión o en conductas autodestructivas.
La respuesta del Estado ante la contingencia Covid-19
En estos días que enfrentamos la pandemia Covid-19 debemos pensar en ellas y en cómo alivianar su ya pesada carga, ya que su vulnerabilidad se hace tan exponencial como la enfermedad, debido al confinamiento, el distanciamiento social, los toques de queda, en fin la cuasi paralización de la economía del país y las medidas que frenan la posibilidad de las mujeres madres solteras y jefas de hogar para producir los recursos con los cuales sostenerse junto a su familia.
Para nadie es un secreto que sectores históricamente feminizados en el país, como el trabajo doméstico, el turismo, los servicios y el trabajo informal, están suspendidos y en este escenario todas las madres solteras jefas de hogares están en situación de especial vulnerabilidad, lo que obliga al Estado a incluirlas en sus programas de auxilio a través de distintos programas sociales.
El programa QUEDATE EN CASA, apoyado en las Tarjetas de Solidaridad, coordinado por el Gabinete de Políticas Sociales del gobierno, que ejecuta la Vicepresidencia, está dando respuesta a un gran número de esas mujeres, apoyándolas con transferencias económicas condicionadas, que les viabilizan el ejercicio de su poder adquisitivo, sobre todo para los productos básicos de la canasta familiar.
También el Ministerio de Educación ha reconvertido su programa de alimentación diaria para estudiantes de la Jornada Extendida, suministrando las raciones alimenticias para que las mujeres puedan continuar alimentando en sus casas a las niñas, niños y adolescentes que asisten a las escuelas donde se ejecuta este programa en todo el país.
Esta medida es otra mano amiga para alivianar la carga a esas mujeres jefas de hogares que han asumido la responsabilidad social del cuidado de sus hijos e hijas y hasta de sus mayores, para que desarrollen su cotidianidad de vida en estos momentos de crisis sanitaria, sin el dolor de cabeza de no saber cómo alimentar a su prole.
Asímismo, el Presidente Danilo Medina ha dispuesto que los Comedores Económicos y el Plan Social provean raciones de alimentos a las mujeres colocadas en los quintiles uno y dos de pobreza, como forma de garantizarles el sustento mínimo de alimentación, lo cual además es otra medida que ayuda a la estabilidad emocional de muchas amas de casas, mujeres, solteras y jefas de hogar.
Y como quien no quiere la cosa, todo esto pasa por la paridad de género, que más que un concepto teórico, es la expresión de la redistribución del poder en tres ámbitos específicos: el mercado de trabajo, la toma de decisiones y la vida familiar.
La división sexual del trabajo es uno de los núcleos que da origen a la desigualdad entre mujeres y hombres, tal como sostiene la Conferencia Económica para América Latina –CEPAL- en su documento "El aporte de las mujeres a la igualdad en América Latina y el Caribe".
El acceso al mundo laboral por parte de las mujeres está condicionado por el llamado "impuesto reproductivo", que se deriva del trabajo no remunerado que ellas realizan en los hogares y que es producto de un pacto no escrito, en el que se consagró al varón como proveedor económico universal de las familias y a las mujeres como cuidadoras, sin pago efectivo e invisibilizado ese aporte al hogar.
Ante lo anterior el programa FASE, Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado, que implementa el gobierno a través del Ministerio de Trabajo y cuya finalidad es apoyar de manera transitoria a las y los trabajadores que se han visto afectados con las medidas de cuarentena, es otra asistencia que beneficia directamente a mujeres que tienen trabajo formal y ante la situación de suspensión de empleo no recibirán su salario.
Las mujeres que son propietarias de pequeñas y medianas empresas –Mipymes-, como salones de belleza, restaurantes, tiendas de ropa, reposterías, las que son suplidoras del Estado, también han sido tomadas en cuenta para estos beneficios temporales por la contingencia del Covid-19.
El estado de emergencia sanitaria viene a agregar más carga a esas mujeres que lideran hogares en solitario porque además del día a día, la búsqueda del sustento, está el rol de cuidadoras que bajo las actuales circunstancias las enfrenta a una realidad mucho más dura, con menos recursos.
La carga de trabajo es mayor porque aun somos las mujeres las responsables de cuidar de la salud, la alimentación, la limpieza y el cuidado de las personas mayores en nuestros hogares, por lo que esta coyuntura implica crear conciencia sobre la redistribución de la agenda del cuidado en cada casa.
Las madres solteras jefas de hogar en estos días de confinamiento están más vulnerables que nunca, por lo que las medidas tomadas por el gobierno son oportunas, aunque es necesario continuar fortaleciendo el sistema de acceso a esas ayudas, para que ninguna mujer se quede atrás.
Esta coyuntura es una oportunidad para que, desde nuestras distintas posiciones, con humildad, desde la solidaridad y con igualdad, juntos hombres y mujeres, construyamos esperanza, para que cuando salgamos de esta situación podamos avanzar hacia un Estado más garantista de la igualdad de derechos.