Singapur, el pequeño gigante de apenas 707 kilómetros cuadrados, lo que supone el tamaño de la provincia La Romana en la República Dominicana, es un país de Asia, que está celebrando 51 años de su expulsión de la Federación de Malasia por parte de su Congreso Nacional, el lunes 9 de agosto de 1965, lo que obligó al líder fundador y mentor hasta su muerte el pasado 23 de marzo de 2015, Lee Kuan Yew, a pronunciar un discurso ese mismo día anunciando la independencia absoluta. Singapur es el mejor ejemplo del refrán que reza, “no hay mal que por bien no venga”, porque su expulsión significó el inicio de una carrera hacia el éxito, el tránsito del tercer al primer mundo. La tristeza y la desilusión de la expulsión, se celebra con la alegría de la independencia.
Pese a que el Banco Mundial dijo, inmediatamente después de su independencia, que Singapur era un caso perdido, Lee Kuan Yew se propuso desarrollar su país. Y aunque usted no lo crea, lo logró en un cuarto de siglo. Entre 1965 a 1990, Singapur pasó de ser una aldea, en la que pocos creían, a un país desarrollado, líder en competitividad, producción y servicios, con economía basada en innovación y tecnología, con el mayor puerto de trasbordo del mundo, en una “Ciudad Jardín” con un pueblo educado, servicial y laborioso, además de ser el mayor laboratorio de tolerancia y pluralidad del planeta, donde 5.5 millones de personas con ascendencia en China, India, Malasia, Inglaterra, practican el confucianismo, hinduismo e islamismo y viven en paz.
Los números y la notable mejoría en la calidad de vida de los singapurenses, no nos dejan mentir. El PIB per cápita de Singapur en el 1965 era de 2,650 dólares y cuando Lee Kuan Yew renuncia de sus funciones como Primer Ministro en 1990, era de 17,394. En cambio la República Dominicana tenía un PIB per cápita similar al de Singapur, en 1965 en 1990 seguía casi igual llegando apenas a 2,931. De acuerdo a las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año 2016, el PIB per cápita a Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) de Singapur es de 85, 198 dólares, mientras que el de la República Dominicana es de 13,554.
Ahora que parece se iniciará una nueva etapa en las Relaciones Exteriores de la República Dominicana con los cambios que hará el presidente Danilo Medina en este sector a partir del 16 de este mes, lo primero que tienen que hacer es designar un Embajador Permanente en Singapur o en su defecto un Embajador Concurrente que funcione, que mantenga un contacto permanente, no como ha sido hasta ahora, que permita traer esa experiencia de ese coloso, para moldearla a la realidad y las circunstancias de la República Dominicana de hoy.
En su joven historia de 51 años como país independiente y soberano, Singapur ha mostrado que sí se puede recorrer exitosamente la distancia entre el sueño y su realización.
No estaría de más que Danilo Medina y su equipo, a saber, Gonzalo Castillo, Gustavo Moltalvo, José Ramón Peralta, Roberto Rodríguez Marchena, así como el liderazgo político que aspira gobernar o ser parte del Gobierno en el país, a saber, Miguel Vargas Maldonado, Temístocles Montás, Francisco Javier, Reinaldo Pared Pérez, consulten el libro de Lee Kuan Yew titulado “Historia de Singapur: del Tercer al Primer Mundo” donde se narra cómo lo alcanzaron, comenzando con llevar a la práctica la idea de Lao-Tsé, de enseñar a pescar, no regalar el pescado.
Felicidades a Singapur por sus 51 años de independencia y gracias por sentar un precedente de que sí se puede.