La humanidad está ávida de noticias esperanzadoras con miras al futuro y  de relatos vigorizantes sobre logros del pasado. En esta crisis económica y moral que agobia ,nada más aleccionador que escribir acerca de Singapur. Allí, después de la Segunda Guerra los británicos iniciaron la descolonización y en esa transición  hubo elecciones en 1959 que fueron ganadas arrolladoramente por el Partido de Acción Popular (PAP). Su líder Lee Kwan Yew, educado en Cambridge se convirtió en Primer Ministro. Luego de un referéndum Singapur fue independiente en 1963 al fundirse con la Federación Malaya junto a Malasia, Sabah , Sarawak y Brunei.

Diferencias étnicas y económicas provocaron que en agosto 9 de 1965 el Parlamento de Malasia decidiera expulsar a Singapur de la Federación, con 126 votos a favor y ninguno en contra. Lee Kuan Yew que había apoyado fervientemente la fusión con esa Federación anunció con lágrimas la amarga noticia: “Para mí este es un momento de angustia. Toda mi vida, mi vida adulta, he creído en la fusión y unidad de ambos territorios”. Aislado, con la amenaza de ser atacado militarmente por Indonesia, Singapur se convirtió en nación soberana e independiente en el año de nuestra revuelta constitucionalista .Los pronósticos eran sombríos. Se dudaba que pudiera sobrevivir una diminuta nación insular de unos 700 kilómetros cuadrados, 4 veces más pequeña que los 2,806 kilómetros cuadrados de la provincia de Santiago. Esa parcela no tenía recursos mineros ni agrícolas. Tampoco  tenía ríos y dependía  del agua que decidiera suministrarle Malasia. Los terrenos y otros recursos materiales  eran escasos o nulos pero le sobraban liderazgo, sabiduría, voluntad y honestidad, encarnados en Lee, Padre de la Patria, y su grupo gobernante.

Con 35 años, Lee Kwan Yew llegó a Primer Ministro muy joven, en 1959, coincidiendo con el triunfo de la Revolución Cubana.Gobernó 31 años hasta que renunció en 1990 y se hizo “Ministro Emérito”. Ganó 7 elecciones consecutivas y encabezó un  exitoso gobierno autoritario que en sus inicios intentó  imitar a Japón. No obstante, sus métodos y logros propios fueron uno de los modelos que  sirvieron de base a Den Xiaoping para impulsar su  reforma de la economía de  China. En 2004, cuando su hijo Lee Hsien Loong fue electo Primer Ministro, asumió como “Ministro Mentor” hasta que murió en 2005. Al final de sus días expresó: “¿Qué conseguí? Un Singapur próspero. ¿Qué yo di? Mi propia vida”.

Mucho se ha escrito sobre el “milagro” que hizo que Japón y Alemania superaran en pocos años su destrucción por cañoneo y bombardeos. Catapultar a Singapur era mucho más difícil, casi imposible. Japón y Alemania contaban con élites educadas que provocaron la Segunda Guerra partiendo de su patológico concepto de nación. En Singapur no existía una nación sino pobladores  desintegrados, de múltiples etnias: malayos, chinos e indios con decenas de idiomas y dialectos. Las religiones  eran disímiles: budistas, cristianos, musulmanes, taoístas, hindúes. Se dificultaba cohesionar muchos  habitantes analfabetos, sin educación. Partiendo de “un pozo negro de miseria y degradación” el PIB per cápita de Singapur fue de US$ 65,233 en el 2019, un poco más alto que el de EUA. La alta inversión en educación lo ubica en el segundo lugar en las PISA de lectura, matemáticas y ciencias. El gasto en salud es 13% del presupuesto .A la fecha han fallecido 27 personas por COVID-19 , menos de 5  decesos por millón de habitantes. La esperanza de vida de mujeres  es de 89 años. En Telecomunicaciones y también en  Competitividad ocupa el primer lugar. En Percepción de  Corrupción, Dinamarca y Nueva Zelandia tienen 87 puntos, Finlandia  86 y  Singapur  empata con Suecia y Suiza con 85. Su puerto es el más grande y moderno del mundo. En el 2017 solo hubo 11 homicidios. De los 5.9 millones de ciudadanos, el 17 % son millonarios. Un 82% se aloja en confortables apartamentos construidos por el estado y un 95% de ellos  son dueños de esas viviendas.

Los logros se basan en libre comercio, obsesión por la educación  a todos los niveles, exaltación de la meritocracia con altos sueldos a la burocracia oficial y, sobre todo,  lucha sin tregua contra la corrupción e impunidad. Su democracia parlamentaria de tipo autoritario mantiene la  pena de muerte de la época del dominio británico, por traficar y fabricar  drogas, y por asesinato. Se aplica  castigo físico con vara en forma de flagelo o azote a quienes hurtan. Hace 24 años dos políticos que aquí  gobernaban unidos plantearon “Pagar para no pegar”. En cambio, Lee Kwan Yew aplicó leyes para pegar y, por vía de consecuencia, su nación  no  ha tenido que pagar con pobreza, ignorancia, insalubridad,  asaltos,  homicidios y  tráfico de drogas la corrupción  de   claques gobernantes y sus cómplices, que se apropian del dinero público. Implementemos libre comercio y  libertad política, sin pena de muerte ni azotes, sin horca ni varas. Lee Kuan Yew dijo que “limpiar y desinfectar un sistema político corrompido”“es un proceso largo y laborioso que solo puede ser realizado por un… grupo de líderes con  fortaleza y autoridad moral derivada de una integridad incuestionable”. La ciudadanía reclama esa limpieza y desinfección.