Este viernes 9 de agosto, no sólo se conmemora el 68 aniversario del lamentable acontecimiento que fue el lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki, sino, y es lo más importante, el 48 aniversario de la separación de Malasia. Es lo mismo que decir su independencia definitiva e inicio como Estado soberano. Los antecedentes históricos, la conformación de la población y delimitación del territorio de esa Ciudad-Estado comenzaron mucho antes del 1965, no obstante, la soberanía, elemento sin el cual no se consagra ningún Estado, comenzó ese día de verano.
Por diversas razones, el Primer Ministro de Malasia en aquella época, Tunku Abdul Rahman, entendía que Singapur representaba un problema, por lo que decidió dejarlo ir, es más, algunos hablan de que fue una expulsión. Para ese entonces la “Ciudad de los Leones”, ya tenía un líder, que sabía lo que quería para su pueblo y cómo lograrlo: Lee Kuan Yew.
Con el apoyo del Partido de Acción del Pueblo (PAP), del cual fue fundador, Lee Kuan Yew había sido electo Primer Ministro de Singapur en el 1959, meses antes de cumplir 36 años de edad. Por su ascendencia y formación china, Lee era poseedor de una disciplina de trabajo férrea y una determinación indoblegable. Es por eso que pese a que el Banco Mundial dijo, inmediatamente después de su independencia, que Singapur era un caso perdido, y que estaban en el Tercer Mundo, de acuerdo a todas las estadísticas económicas y sociales, Lee Kuan Yew se propuso desarrollar su país.
Y aunque usted no lo crea, lo logró en un cuarto de siglo. Sí, así como lo está leyendo, en los 5 lustros trascurridos entre 1965 a 1990, Singapur con Lee Kuan Yew, pasó de ser una aldea, en la que pocos creían, a un país desarrollado, líder en competitividad, producción y servicios, con economía basada en innovación y tecnología, en una “Ciudad Jardín” con un pueblo educado, servicial y laborioso.
Los números y la notable mejoría en la calidad de vida de los singapurenses, no me dejan mentir. El PIB per cápita de Singapur en el 1965 era de 2,650 dólares y cuando Lee Kuan Yew renuncia de sus funciones como Primer Ministro en 1990, era de 17,394. En cambio la República Dominicana tenía un PIB per cápita similar al de Singapur, en 1965 en 1990 seguía casi igual llegando apenas a 2,931. De acuerdo a las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año 2013, gracias a que el ascenso meteórico de Singapur se ha mantenido, a cada uno de sus ciudadanos le corresponde nada más y nada menos que 61.567 dólares, mientras que a cada dominicano sólo 9.655.
Es evidente que el liderazgo de Lee Kuan Yew y sus sucesores en Singapur, lograron sacar a ese país, sin recursos naturales, muy poca agua y territorio reducido, del Tercer Mundo y lo han llevado al Primer Mundo. Gracias a lo cual el Singapur de hoy encabeza las listas del Índice de Desarrollo Humano, PIB per cápita, y competitividad; tiene un alto índice de seguridad ciudadana, jurídica, sanitaria y alimentaria y todo eso con baja percepción de corrupción.
Ahora que estamos asistiendo a una nueva etapa en la República Dominicana con Danilo Medina como Presidente, no estaría de más que él y su equipo consulten el libro de Lee Kuan Yew titulado “Historia de Singapur: del Tercer al Primer Mundo” donde se narra cómo lo alcanzaron, comenzando con llevar a la práctica la idea de Lao-Tsé, de enseñar a pescar, no regalar el pescado.
Felicidades a Singapur por sus 48 años de independencia y gracias por sentar un precedente de que sí se puede.