Una idea fija termina en

Locura o en heroísmo.

Víctor Hugo.-

Siempre me han gustado los refranes y antiguas moralejas, porque en innúmeras ocasiones representan vivencias disfrutadas o dolorosas caídas expresadas como ejemplos vivos para volver hacer o no. Ya había expresado que el pasar una mala noche, llena de pesadillas constituye  un reto, un algo al que enfrentarte clareando el día con la posibilidad de que el disgusto o malestar nocturno, lo hayas convertido en la energía que necesitabas para dormir tranquilo en la siguiente noche.

Muchas veces -considero que a otros le sucede igual-, al despertar me encuentro soñoliento, como si me hubiesen dado una camisa de palos, sin ganas de continuar luchando por algo o por alguien pero, la simple voluntad de no ceder, lo terrible de la pelea contra un monstruo asesino, corrupto y en apariencias imbatible, es la dificultad que nos obliga a buscar la victoria; a no pedir disculpas por lo que diga o haga en contra de la perversión que se ha adueñado de esta Patria digna de un mejor destino. Por eso, no habrá excusa ni debe de haber por parte de este pueblo, porque de así hacerlo, continuaran con sus pies pisándonos el cuello.

Palabras, solo palabras, -dice una bella canción- y precisamente eso es solo lo que escuchamos, palabras, muchas palabras, todas vacías, provengan del ámbito político que provengan. Los políticos; las iglesias; las bocinas; los “analistas” y hasta los desarrolladores y emprendedores, todo es vacío y en esa nada de  manera increíble, es que vivimos el día a día. Se dice que si no marcamos las lapidas nos perdemos en el tiempo y quizás por eso es que continuamente confundimos la idiotez con la fuerza.

Vivimos bajo un continuo flujo de bajezas y nos mantenemos cual si fuésemos el limpia vidrio de un automóvil acosado por una continua llovizna, que no bien secamos de inmediato vuelve a estar mojado, y en este caso, terriblemente sucio, maloliente y pertinaz agresión de una política bochornosamente corrupta, inmoral e insaciable.

Constituye la razón principal por lo que nos tratan como si fuésemos animales, nos arrean, no nos conducen; como perros que si ladran los azotan con la misma larga cadena llamada justicia que nos mantiene encadenados, tortura en plena “democracia”, donde el final de todo esto, solo lo sabremos cuando sepamos que la sangre es amarga, difícil de tragar y cuando se derrama, no hay Norte ni Sur y menos, distinción de raza o linaje y es, cuando las lágrimas se vuelven rojas.

Se nos cae a pedazos el país, las instituciones y hasta el territorio. Como muestra, basta conocer el peligro inminente –título de una novela de Tom Clancy- en que se encuentra el precioso Valle de Constanza, que recibe una visita sorpresa del predestinado, ofreciendo la salvación del mismo y los acólitos –que ya han preparado a las masas- hacen que estas se manifiesten orgullosas ante su salvador y lo proclamen al igual que hacían con el Perínclito. Pero no bien ha salido todo vuelve a lo mismo. En las faldas de La 80, en el mismo centro entre Tireo y Constanza, los pinos sufren la embestida de las sierras donde solo se percibe el crimen cobarde que se está cometiendo, pero no pasa nada. Aunque si, porque hace un par de meses “el dueño”, comenzó a cercar una parte aunque por igual, nada pasa. Y es que todos estos sucios negocios, se apalancan con el gobierno buscando lo que ya casi todos tienen: ¡Impunidad; inmunidad y seguridad total! Todo, porque en ese Valle de Constanza… ¿Justicia?, ¡Definitivamente, no hay!… ¡Sí señor!