Sobrada razón le asiste al Presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, licenciado Campos de Moya, quien al comparecer en la revista TELEDEBATE, que producimos junto a Ramón Reyes en el Canal 23 descartó todo género de temor sobre  posibles efectos negativos que para la economía dominicana pudieran derivarse del reciente  restablecimiento de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.

El líder empresarial, cuyas opiniones están sustentadas por una  exitosa trayectoria y vasta experiencia,  sostiene que a diferencia de  algunas voces pesimistas, la República Dominicana dispone de una amplia ventaja competitiva sobre Cuba, tanto en desarrollo económico como en aquellas áreas en que  pudiera en el futuro entrar  a competir con el país, como es el caso del turismo.  Para tratar de igualarnos, estima que por los profundos cambios estructurales y culturales que requiere su economía y por la misma naturaleza limitativa de su régimen político, Cuba requerirá de  un lento proceso de reajuste que pudiera tomar diez o más años.

Campos de Moya sostiene que, por el contrario, el nuevo marco del acercamiento diplomático y eventualmente comercial que sustituye una situación de hostilidad mantenida por más de medio siglo,  representa la oportunidad para la República Dominicana de abrir un nuevo mercado de exportación de distintos renglones producidos en el país de que Cuba carece al presente,  en particular,   rubros agrícolas.

Esto último es tema que por nuestra parte hemos señalado en varias ocasiones,  contrastando el hecho de que a pesar de disponer de una superficie de casi dos veces la del territorio nacional y las mismas condiciones climatológicas, mientras nuestro país produce más de ochenta por ciento de los alimentos agrícolas que consume, incluyendo una gran  proporción de los requeridos por el sector turístico, Cuba debe importar alrededor del 85 por ciento de los mismos para suplir sus necesidades alimenticias, buena parte de las cuales son servidas al presente por los propios Estados Unidos, al margen del embargo comercial.

En términos económicos, según cifras ofrecidas por el propio gobierno castrista, esta importación de alimentos representa unos dos mil millones de dólares anuales, sin dudas una atractiva oportunidad de negocios para nuestra agropecuaria, urgida de buscar nuevas opciones de exportación para reducir su dependencia de la cada vez más conflictiva e inestable relación de comercio con Haití.

En cuanto a la posible competencia en el sector turístico, no obstante el interés despertado en el mercado norteamericano por la novedad de visitar Cuba y las facilidades que el gobierno de Obama ha venido ampliando en ese sentido, este año nuestra principal industria registrará un crecimiento sin precedentes de entre un 9.5 a un 10 por ciento, según acaba de revelar Simón Suárez, Presidente de ASONAHORES.  Pero además y esto es muy significativo,  ha aumentado el número de visitantes provenientes de los Estados Unidos, una evidencia más del sólido posicionamiento de que disfrutamos como destino turístico en ese importante mercado.

Lo cierto es que el prestigio, experiencia, infraestructura física y calidad de servicios de nuestra  bien llamada “industria sin chimeneas” está muy por delante, con varios años de ventaja sobre Cuba, todavía en una fase incipiente y con deficiencias y carencias aquí hace mucho tiempo superadas.

Del dinamismo y estabilidad de nuestra economía, por otra parte,   acaban de dar buen testimonio tanto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como acreditadas firmas internacionales de evaluación de riesgos, que confirman los siempre acertados pronósticos del Banco Central, que para este año establecen un crecimiento de más de un seis por ciento. Es un resultado que puede calificarse de extraordinario tomando en cuenta el grave estado de recesión que se advierte para la gran mayoría de los países  del Continente y las negativas proyecciones de decrecimiento que registran  Venezuela y Brasil, por tomar de ejemplo las dos mayores economías de la región.

Ahora bien: si vale lanzar campanas al vuelo tanto por un pronóstico comparativo  tan optimista y confiable en relación con Cuba como al comportamiento de nuestra economía, ello  no debe llevarnos en modo alguno a bajar la guardia.  Por el contrario, estos indicadores tan positivos deben servir de estímulo para seguir trabajando de firme, gobierno y sector privado en estrecha alianza, a fin de continuar transitando por la misma senda en procura de  un continuo incremento de los logros alcanzados.