Indudablemente, para muchos, la imitación es el más grande de los cumplidos. Solo alguien, cuya admiración y/o envidia es tan arraigada, puede querer realizar una obra tan similar a la de otro. Por dicha razón, las personas patentizan, registran y defienden su labor. Sin embargo, es bueno también mencionar que no siempre la copia sucede de forma premeditada. En algunos escenarios, existen autores con muchas semejanzas en sus líneas de pensamiento creativo. Los directores Roy Rowland y Alfred Hitchcock pueden ser un buen ejemplo, o ¿no?
En 1954, Rowland e Hitchcock presentaron Witness to Murder y Rear Window, respectivamente. Estas películas tienen un corte muy parecido, pues nos hablan de dos individuos que han presenciado un crimen desde la ventana de su apartamento. En ambos casos, los protagonistas son ignorados por la policía, pues no creen que lo que relatan sea cierto. Asimismo, los villanos en cada filme tratan de asesinar al personaje principal para acallarlo. Por otro lado, los actores protagónicos, Barbara Stanwyck como Cheryl Draper y James Stewart como Jeff son mostrados como “indefensos” por sus circunstancias: Stanwyck es una mujer soltera y exitosa; Stewart es un incapacitado transitorio. Coincidentemente, tanto Draper como Jeff son salvados por la policía de caer por una ventana.
Increíblemente, ni en 1954 ni en la actualidad, el público y las autoridades del cine notaron el gran parecido entre ambas películas. Esto podría explicarse por la fecha en que fueron lanzadas, en un momento donde Hitchcock controlaba gran parte del séptimo arte. Rowland, lamentablemente, siempre fue un director renegado por sus colegas. Por esta razón, nadie hubiese pensado que el maestro del suspenso pudiese ser capaz de copiar a otro. Es más, todo Hollywood hubiese pensado que fue Rowland quien plagió a Rear Window, que dicho sea de paso se estrenó mucho después que Witness to Murder.
El largometraje de Hitchcock se convirtió en una de sus piezas más importantes, y es un éxito taquillero que aún sigue haciendo dinero. La belleza de Grace Kelly y la astucia de Stewart vencieron a la veterana Stanwyck. Witness to Murder recibió críticas mixtas, y desde mi punto de vista, no tan válidas. Muchos críticos señalaron que el personaje de Cheryl Draper fue demasiado victimizado, haciendo ver a todo el cuerpo policial como misógino. No obstante, esto poco dista de la realidad de los años 50, década donde las mujeres solteras y célebres eran mal vistas. Además, muchas denuncias eran ignoradas por ser consideradas “quejas infundadas” de una fémina incoherente e inestable.
Si esto hubiese sucedido en pleno 2020, es muy probable que una demanda judicial estuviese envuelta en el asunto. Las similitudes entre filmes son increíbles, pero más sorprendente es saber que nadie se dio cuenta. El poderío hitchconiano imperó, sepultando a un Rowland mucho más amateur y poco reconocido. Independientemente de todo, ambas sentaron las bases de una temática millonaria y muy cercana a nuestra identidad humana: el voyeurismo.