Impresionante y despiadado silencio. A cada paso que doy, se adelanta a mis pisadas. Circula  por doquier, me envuelve, me rodea. Ignoro cómo detenerlo. A veces es tan necesario, pero tanto… tanto…

¿Cuántas veces, muchas voces cantaron al silencio? Silencios en el  amor, silencio con los besos, silencio en la complicidad de los amantes. Silencios…. Y no precisamente porque "están durmiendo los nardos  y las azucenas", sino también las rosas rojas, a las que el silencio robó el rubor y no así a sus indeseables y lacerantes espinas.

Con  los silencios que  vivimos actualmente, no sé cómo calificarlos. No obstante, aún con ellos,"la cuarentena" y la restricción de horarios para movernos a nuestros antojos, mientras otros están  "entubados", sometidos a los rigores de terapias y Cuidados Intensivos, sin saber en cuál día están viviendo o dónde están, nosotros,  en cambio, rodeados por el silencio, ¡vivimos en libertad! Y con la libertad que nos permite estar en silencio, ¡quedarnos en casa!, hacerle  frente al Intruso que vino a perturbar, a robarnos la cotidianidad de nuestro apacible o agitado diario vivir. Y para vencerlo, nuestro cómplice no será otro que el mismísimo silencio. Rodeados del  Silencio de nuestras calles y ciudades, quédate en casa, y la victoria será nuestra.

Anunciando peligros, ¡y quizá muerte! Yo no quiero escuchar por más tiempo, el grito desgarrador de las ambulancias, sí las voces de nuestros comerciantes que deambulan por las  calles, vociferando palabras, a través de parlantes con altos volúmenes, vendiendo o comprando mercancías: "el amolador", la viejecita que canta:"vendo guandules por latas, venga marchanta", sin olvidar a los que compran todo cachivache  del hogar que resulte viejo. ¡Cómo extraño sus ruidos!!

Con respeto a las creencias y tendencias  filosóficas o religiosas que cada quien profesa, no daña, ¡tampoco nos perjudica!, dar gracias a Dios de poder disfrutar, ilesos, sanos  y lúcidos, de la Pascua de Resurrección. No obviemos Alabar a Nuestro Señor y a Su hijo, Jesús de Nazareth.

Confiados en  SUS Ejércitos, venceremos en silencio  y de esta jamás sospechada y no grata  experiencia, conforme a Su palabra: "Pedid y se os dará", ÉL no nos abandonará, y hasta los confines del mundo, ¡saldremos victoriosos!

Recibe Paz y mis buenos deseos para disfrutar unas Felices Pascuas de Resurrección. No desmayes, por  cuarentena, el país -y tantos otros- en Estado de Emergencia, todos juntos, desde nuestras casas. ¡venceremos en silencio!