El silencio es otra forma del lenguaje con un mensaje subliminal discreto y con fines inconfesables, aunque nos siempre es así.
"Quien calla, otorga", ha dicho el refrán popular, porque evidentemente cuando una persona no posicionado en responsabilidad social o político no habla, nada pasa, pero cuando esa misma persona ocupa una responsabilidad pública su rol cambia ipso facto, siendo por tanto compromisaria a ofrecer respuestas a circunstancias asociadas a sus funciones oficiales en el tren del Estado y de no hacerlo falta a la ética pública y personal. Todo funcionario público ha de contribuir con el esclarecimiento de los hechos violatorios de las leyes y costumbres de la sociedad, amén de facilitar las informaciones oportunas a la justicia o cuerpos auxiliares para el orden.
El silencio ante Odebrecht y otros penosos casos nos lleva a la conclusión: a confesión del silencio, relevo de pruebas.
Me abruma saber cómo los funcionarios solo se apuran, cuando hablan, de dar respuestas vagas y retorcidas , provistas de divagaciones generalizadas, sin interés y voluntad de corregir lo denunciado y dejar complacida a la sociedad. Por eso se levanta y crece el Movimiento Verde, particularmente orientado por la clase media que sufre las consecuencias de políticas económicas mal fundadas e ilícitas, como jamás se había producido en el país. A tal punto, que los contertulios nos comentan que ni en la época de Joaquín Balaguer el nivel de sobornos y corrupción había marchitado la sociedad dominicana con tanto furor y desatino.
¡Es una verdadera locura!
El silencio ante Odebrecht y otros penosos casos nos lleva a la conclusión: a confesión del silencio, relevo de pruebas.
De todos modos, he reflexionado que el silencio maquiavélico de los funcionarios y el jefe de Estado, asume la posibilidad de una estrategia o componenda dirigida a que los sometidos ejecutivos de Odebrecht en el extranjero no aporten datos que comprometan a los principales personajes del Estado dominicano y guarden recíprocamente el debido silencio. Hasta ahora ni en Brasil, ni en Perú han soltado nombres y aquí los dominicanos en expectativas de escuchar culpables de los negocios turbios de esas empresas constructoras y la contraparte dominicana, única fuente que puede aportar pruebas, puesto que se esfumaron las evidencias en la pasarela de entrevistas por donde pasaron los funcionarios ante el Procurador Fiscal.
Es posible que el silencio cómplice, irónico e irresponsable, carente de toda ética, sea una reciprocidad entre ambas partes involucradas, dado a que lo dicho por expertos dominicanos en materia de presupuesto y economía en paneles televisivos en esta semana (panel con economista José Rijo), Odebrecht recibió en pago en estos tres meses del presente año, varias sumas como abonos y hasta por adelantado al término de la obra; algo inédito en materia de ejecución de cubicaciones.
Probablemente se busque una reacción silenciosa de Odebrecht en relación al caso dominicano por el "buen desempeño" del gobierno dominicano en no afectar la continuidad y pagos a la empresa brasileña, intentando guarden la compostura en no delatar.
Y si se produjera la delación por parte de ejecutivos de Odebrecht, la tónica del gobierno dominicano podría ser el modelo peruano del Presidente Ollanta Humala, cuando imputado de recibir sobornos, declara que lo recibió a modo de cooperación "ideológica". Esperemos.