Una comunidad democrática es una confluencia de voces que expresan sus puntos de vista en el espacio público, pero con frecuencia, las voces de determinados grupos son acalladas o marginadas en sociedades formalmente plurales.

Cuando los discursos de un grupo determinado son ignorados, sus integrantes son degradados como sujetos de conocimiento al excluirlos de la producción colectiva de significados. Estamos ante un acto de “silenciamiento hermenéutico”.

Ángeles Eraña, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), abordará este problema en el seminario virtual sobre injusticia hermenéutica que organizaremos el próximo 10 de septiembre desde el Instituto Especializado de Estudios Superiores para Humanidades, Ciencias Sociales y Filosofía Pedro Francisco Bonó.

Un ejemplo de silenciamiento hermenéutico es cuando un determinado gobierno o grupo de poder pretende imponer una determinada reforma o proyecto acallando, excluyendo o mostrando indiferencia hacia las objeciones de grupos marginados a pesar de que pueden ser los más perjudicados de las mencionadas iniciativas.

En muchos casos, se asume un falso paternalismo donde a segmentos importantes de la ciudadanía se les concibe como menores de edad incapaces de pensar, tomar decisiones y ser responsables sobre problemas que atañen a su comunidad.

Las consecuencias de esto es que los grupos excluidos no se hacen partícipes, y más bien se hacen reacios ante los cambios, especialmente en sociedades con una tradición ancestral de autoritarismo, engaño y corrupción.

El silenciamiento hermenéutico agudiza el círculo vicioso de una democracia no participativa. Sin el ejercicio cotidiano del diálogo con la mayor cantidad posible de actores, intentando evitar el conflicto de voces en el espacio público, no podemos construir una ciudadanía crítica y activa, fundamento de una sociedad democrática saludable.