La encuesta Mark Penn/Stagwell publicada por el diario Hoy en su edición del jueves 5 de marzo en curso (página 12A) me ha hecho recordar que ese mismo diario, en su edición del 6 de octubre de 2006 (hace casi catorce años), informó lo siguiente: “El nuncio apostólico de la Santa Sede, monseñor Timothy Broglio, dijo ayer que ha disminuido la cantidad de feligreses católicos en la República Dominicana”.
Aquel mismo mes de octubre de 2006, años antes del auge mundial de Spotify y Netflix, escribí en la revista cultural Vetas (número 77) un artículo titulado “Cines, discos y católicos en declive”, del cual reproduzco un fragmento a continuación:
“Cito un artículo de Kate Kelly, publicado el 8 de enero de 2006 en la página 2 del suplemento The Wall Street Journal Americas que circula en la edición dominical del Listín Diario: “La asistencia total a los cines en Estados Unidos bajó un 7% el año pasado. Los representantes de la industria culpan a los DVD y videojuegos de retener en casa a muchos hombres jóvenes, el segmento que ha constituido el grueso de la audiencia de los cines”.
Cito un artículo de John Jurgensesn, publicado en la misma fecha en la misma página en el mismo suplemento: “En 2005, las ventas de discos bajaron un 8% en Estados Unidos. En la industria señalan que los culpables de la erosión de los ingresos son la piratería, las descargas ilegales y el quemado de CD”.
Saltemos de Estados Unidos a Dominicana, pues así como allá la asistencia a los cines y las ventas de discos están en declive, aquí ha disminuido el porcentaje de la población que profesa el catolicismo.
Al leer en el diario Hoy, del 25 de noviembre de 2005, el primer artículo de la serie titulada “La República Dominicana de hoy”, me llama la atención que un sacerdote católico (como lo es su autor, el jesuita José Luis Alemán), escriba que nuestro país “ya no es unánimemente católico”, pues de acuerdo a estudios recientes que él cita, y en los que basa su referida serie de artículos, “el 61% de los hombres y el 67% de las mujeres afirman pertenecer a la Iglesia Católica”, mientras que “evangélicos o adventistas son el 8% de los hombres y el 10% de las mujeres”, al tiempo que “un 23% de la población afirma no tener ninguna religión: más entre los hombres –28% de ellos– que entre las mujeres –18%”.
En vista de lo enredado que escribe el padre Alemán, para ayudarme a entenderlo he preparado un cuadro en base a los datos que él divulga en su citado artículo.
El grupo de “religión no especificada” abarca a los cristianos que no son católicos ni evangélicos ni adventistas (como los episcopales o anglicanos, los mormones, los testigos de Jehová, etc.) y a quienes profesan religiones no cristianas (como los hebreos, los musulmanes, los budistas, etc., que supongo son muy pocos, pero los hay). No sé por qué el padre Alemán junta en un mismo saco a los evangélicos con los adventistas.
Los “estudios recientes” en que el padre Alemán fundamenta su referida serie de artículos fueron hechos en el primer lustro de la presente década. La encuesta Demos 97, realizada por el Instituto de Estudios de Población y Desarrollo en 1997, arrojó resultados parecidos: 68.1% de católicos, 20.1% de quienes no profesan ninguna religión, 11% de cristianos no católicos y 0.8% de quienes profesan religiones no cristianas.”
Hasta ahí el fragmento de mi artículo de octubre de 2006 que traigo a colación motivado por la referida encuesta Mark Penn/Stagwell, realizada entre el 28 de febrero y el 2 de marzo del presente 2020 en cuatro demarcaciones, donde el porcentaje de católicos, según los resultados publicados, es de 68% (Santiago), 56% (Distrito Nacional), 46% (Santo Domingo Este) y 37% (Higüey). Este último porcentaje sorprende por ser la ciudad donde se encuentra la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia.
Llamo la atención sobre este aspecto religioso de la encuesta, que ha pasado un poco inadvertido, opacado por el tema de las preferencias políticas electorales.