La cultura-movimiento genera las escenas posibles de la diversidad, la microhistoria, los llamados bordes y ejes sincretizados que podemos leer en un espacio plural de cuerpos, signos, símbolos y sentidos de la diferencia. La heterogeneidad de mundos hace posible en este contexto acciones genéricas, intercambios reales y simbólicos, nuevas agendas sociales y culturales mostrativas de la crisis entendida en sus diversos significados, polarizaciones y ecos sociopolíticos, discursos posnacionales y contrahegemónicos,  construcciones de nuevos sujetos y otros fenómenos que cada vez más producen y reproducen las imágenes de la sociedad civil contemporánea.

Alfonso de Toro nos plantea en el marco de una teoría cultural de la hibridez, una visión transversal y transmedial en el contexto de los estudios culturales y la crítica. Este investigador ha resumido la problemática de la hibridez “en el nivel del objeto en los grupos siguientes”:

a) “La Hibridez es entendida como la difícil y compleja conjunción de culturas, religiones y etnias…

b) Hibridez se entiende también como el empleo de diversos sistemas de signos lingüísticos y no-verbales tales como multilingüismo, internet, video, film, pintura, mundos digitales, electrónicos, sistemas de máquinas (ciberespace, por ejemplo)

c) Hibridez como el entrecruce de sistemas antropológicos y sistemas discursivos tales como el sistema homeopático y el feminista, el gay y el histórico.

d) Hibridez como categoría de teatralidad.

e) Hibridez como un tipo de ciencia “transversal”, esto es como una actividad transdisciplinaria”.

El anterior resumen está planteado en el estudio “Hacia una teoría de la cultura de la “Hibridez, como sistema científico transrelacional, transversal y transmedial” (Véase, Alfonso de Toro (Ed.): Cartografía y estrategias de la postmodernidad en Latinoamérica. Hibridez y globalización, Eds. Iberoamericana-Vervuert, Madrid, 2006, pp. 195-242).

En el mismo estudio (Véase p. 221)

Alfonso de Toro ofrece una explicación que a la vez implica tanto la diferencia, como la diferencia cultural que particulariza el concepto de hibridez:

“Lo primero que constatamos es que la hibridez significa un movimiento nómada de fenómenos culturales con respecto al “otro” y la “otredad”, es un movimiento recodificador e innovador ente lo “local” y lo “externo”. Entendida  la hibridez de esta forma evita redacciones esencialistas, el determinar la diferencia y la alteridad en un nivel ontológico prefigurado y posibilita llevar estas dos categorías a una diferencia y una alteridad, con lo cual se pueden entender diversas formaciones discursivas como deconstrucción y recodificación de “metadiscursos oficiales y normativos”. (Op. cit. loc. cit.)

Lo híbrido, la hibridez, el hibridismo, la hibridación constituyen lo que es hoy un espacio abierto, conflictivo y direccional en la antropología colonialista y culturalista. El elemento económico, ecológico, demográfico, etnocultural, etnohistórico y geohistórico, constituyen un espacio, un relato, micro y macro-relato o micro y macropolítica de la mirada o miradas culturales.

Los acuerdos, desacuerdos, continuidades y saltos de los sujetos o llamados protagonistas del presente y del pasado, construyen un texto histórico y cultural sobre la base de nuevas cardinales visibles en las imágenes políticas de la historia. Gestos económicos y políticos, rizomas geográficos y culturales, sellos comunitarios, fuerzas globales en conflicto y nuevas lecturas posicionales en el mapa de la tardomodernidad, obligan a crear otras estrategias discursivas sobre la nueva razón histórica, tal y como se puede leer en Hayden White (2011), y en Culturas y memoria. Manual para ser historiador de Mauricio Tenorio Trillo (2012).

Una sobresaliente historia cultural invita a leer tradiciones, nuevos relatos, signos e imágenes visibles en el ámbito de los rescates humanos y sociohistóricos, tal como ocurre y se deja leer en AAVV: Etnografía Makuna. Tradiciones, relatos y saberes de la gente del agua (Ediciones Instituto colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, 2004). Se reconoce y cobra valor en este sentido, una suma de acciones y sujetos que se expresan en base a una práctica de voces y movimientos en comunidades concentradas en sus proyectos de vida y cultura en Colombia, México, Uruguay, Perú, Brasil y otros territorios, pueblos del Caribe insular y el resto de Latinoamérica.

Una crítica responsiva y centrahegemónica se pronuncia en los escenarios de respuestas legibles en encuentros, conferencias generales de la ONU, la UNESCO y otros organismos internacionales  que propician una visión en el marco de núcleos resistentes  que a partir de una razón histórico-crítica materializa formas de acceso a nuevas preguntas y estratégicas respuestas productoras y conformadoras de nuevas políticas de la interpretación.