Desde que leí ayer la noticia en un diario matutino local no dejo de darle vueltas a la cabeza preguntándome por qué. Siete suicidios consumados en los primeros días del año son demasiados suicidios.

El  buscador  google me dice que a un suicidio consumado corresponden decenas de intentos de autolesiones. A nivel mundial, las cifras son sobrecogedoras. Se estima que entre un 3 y un 5 por ciento de la población mayor de 16 años, ha pensado en serio la opción del suicidio. Del 15 al 30 por ciento de los pacientes que se autolesionan repiten la conducta antes del año, y entre el 1 y el 2 por ciento se suicidarán entre los 5 y 10 años después de la tentativa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el suicidio es la décima causa de mortalidad en los llamados "países civilizados". Supongo que en ese grupo estará nuestra República Dominicana.

Pero, "por qué".

Este fenómeno lo podemos analizar desde distintas perspectivas, la psicológica, la cultural, la ética, la religiosa. Y dependiendo de la perspectiva será con toda seguridad diferente las conclusiones a las que lleguemos.

Por ejemplo, desde el punto de vista religioso cristiano todo acto suicida violenta el quinto mandamiento que exige respetar la vida. Por esa razón, a la moral católica le resulta inaceptable el aborto pues entiende que hay vida desde el momento de la concepción y por tanto la interrupción de un embarazo es un acto malo que mata la vida.

Al margen de todas estas consideraciones yo creo que debe primar en nosotros el sentido de la compasión. Me pregunto, por ejemplo, si en realidad la persona que decide interrumpir su vida está viva realmente o ya ha dejado de vivir hace tiempo aunque siga su corazón palpitando y sus pulmones respirando.

También aquí es necesario trabajar la prevención. Dicen que los comportamientos suicidas son previsibles, que de muchas maneras las personas a las que se les pasa por la cabeza la idea de acabar con su vida avisan de su situación de riesgo y que no debería ser difícil coger esa señal de alarma.

Una persona que está en situación de riesgo difícilmente, me parece a mí, oculta su situación, su estado de ánimo. Estas advertencias deben ser respondidas con cercanía compasiva. Antes que juzgar a nadie si hizo bien o mal, si se va a condenar o no, si el pecado cometido tiene o no perdón, debemos gastar tiempo en abrazos y en comprensión y lo demás está de más.