Estas elecciones no dejan espacio a la abstención, y obligan al ciudadano responsable a escoger entre dos opciones reales.
Hay gente muy buena, pero en espacios imposibles, y ante realidades inaplazables, pues en estas elecciones la disyuntiva es ser o no ser, sin nada en el medio. Estamos obligados a escoger entre opciones trascendentales: Luis Abinader, por el PRM, o Gonzalo Castillo, por el PLD. Un ejercicio objetivo sugiere siete razones para tomar la decision a favor de uno de los dos.
Primero, es claro que Luis viene por un partido nuevo, en crecimiento, con mucha gente sumándose, sobretodo del viejo PRD, mientras que Gonzalo viene por un partido en desgaste, con mucha gente yéndose, especialmente hacia la nueva Fuerza del Pueblo, y con muchas cuentas pendientes de aclarar.
Segundo, Luis es un candidato con ideas propias, con una imagen pública que no se la debe a nadie, mientras que Gonzalo aparece como un títere del actual presidente, dando la impresión de ser ‘más de lo mismo’.
Tercero, la convención del PRM donde se eligió a Luis fue una convención ejemplar, y unificó esa organización alrededor de sus dos principales líderes, mientras que la convención del PLD fue traumática, con visos de tramposería, y provocó la división del partido entre sus dos principales líderes.
Cuarto, Luis tiene un programa de gobierno que se puede bajar de las redes, el mejor equipo de economistas, y habla de imperio de la ley, de simplificar el Estado, y de combatir la corrupción, pero Gonzalo improvisa cosas diferentes en cada escenario, y no ha presentado un programa escrito o que se pueda bajar de las redes, lo que sugiere que sigue un modelo atrasado de hacer política.
Quinto, Luis tiene un discurso convincente, e improvisa y responde de forma elocuente, mientras que a Gonzalo no lo quieren dejar hablar, para protegerlo de cualquier error que pueda cometer.
Sexto, Luis y ahora Raquel son la verdadera “sangre nueva”, ambos con matrimonios modelos, y se exhiben en público con sus hijos, mientras Gonzalo y Margarita son “sangre vieja”, y ambos exhiben matrimonios disparejos, pues siempre andan solos, como si no tuvieran pareja.
Son siete razones para votar a favor del cambio, y en contra de la impunidad, el comesolismo, y el clientelismo vulgar. Son también razones de alegría, porque ¡se van!, y esto anticipa un momento cuando podremos sentarnos a iniciar la construcción del país que soñaron nuestros antepasados, y que las últimas administraciones han olvidado.