Desde que John Snow actúo exitosamente en la epidemia de cólera que afectaba la zona sur de Londres, Inglaterra, la epidemiología se impuso en 1849 entre las disciplinas científicas decisivas del mundo moderno. En la República Dominicana transcurrieron 171 años para que la Pandemia de Coronavirus imponga a la fuerza el reconocimiento del sitial de esta ciencia en el ámbito público y privado.

La epidemiología es concepto y denominación compuesta derivada del griego epi (sobre) demos (pueblo) y logos (estudio). Es una disciplina científica del área de la medicina que estudia distribución, frecuencia y factores determinantes de las enfermedades prevalentes. Es la ciencia que asimila los fenómenos de masas y mide y resuelve cómo estos afectan la salud y la vida de la gente.

La primera enseñanza está en las prioridades de políticas de inversión pública. Es altamente probable que el 2.5% del PBI que se invierte en salud en República Dominicana haya aumentado en 50% con la crisis del coronavirus. La tendencia que lleva este indicador está en ascenso, tal como debe ser. El promedio esperado para Latinoamérica es 5%.  Nadie piense que el éxito esperado contra el coronavirus puede decirle a los gestores públicos, que luego de la epidemia podemos seguir gastando en salud apenas el 2.5% del PBI. El control de enfermedades, procesos transmisibles y no contagiosos en República Dominicana, la reducción de los accidentes de tránsito, las violencias contra la familia y la mujer y la reducción decisiva de la mortalidad infantil y materna, demandan una inversión en salud del 5.0% del PBI.

La segunda enseñanza es que dado que los gobiernos de los presidentes Medina y Fernández, construyeron y reconstruyeron los principales hospitales y centros diagnósticos de República Dominicana, el block, la varilla y el cemento para edificar establecimientos de salud, han concluido su período de importancia. En consecuencia, que nadie vuelva a pensar que hacer salud pública es construir y equipar hospitales.  Es momento decisivo para que los programas de salud preventivos y el rol de la epidemiología como ciencia y herramienta adquiera cuerpo y carácter científico en las políticas y en los programas generales de salud. 

La tercera enseñanza es la necesidad de fortalecer la capacidad de las estructuras de las direcciones generales de Epidemiologia del Ministerio de Salud y de las unidades epidemiológicas de las 32 direcciones provinciales de salud de la República Dominicana. Es momento de capacitación rigurosa y mejoría del equipamiento tecnológico de estas unidades. No puede aceptarse ni designarse como epidemiólogo a todos los médicos incompetentes, silvestres y paleolíticos que fallaron en ser médicos especialistas en otras esferas de las ciencias de la salud, sino aquellos con capacidad académica y virtudes apropiadas para este ejercicio.  La masa crítica de epidemiólogos de calidad  debe multiplicarse por 100.    

La cuarta enseñanza está en la rectoría del Estado. La formulación de normas restrictivas que impone el gobierno nacional y las alcaldías municipales es clave. En el cumplir y hacer cumplir las normas nacionales de higiene y prevención, desde la familia a los lugares de trabajo está la misión. El Estado está para eso. Para asegurar basado en la Constitución y la Ley, la imposición del uso de la fuerza y también la promoción de nuevos estilos de conductas saludables. Con esta pandemia de coronavirus los dominicanos aprenden a cumplir normas y respetar la ley. En Alemania del siglo XIV se daban instrucciones sumarias y letales de reportar a la autoridad, los casos de fiebre para prevenir la peste negra. La familia que no cumplía las ordenes, era incinerada viva in situ en sus propias viviendas. De esas epidemias resultó Alemania como una de las sociedades que más cumple las normas.

La quinta enseñanza está en el rol de la participación social en la prevención de epidemias. La inclusión del empresariado, sociedades de profesionales y organizaciones sociales se ha asumido con el carácter que debe tener siempre. Se ha gestado que la sociedad en su conjunto presente recomendaciones de políticas económicas y de trabajo para que la economía de la Nación no se afecte como podría, si el gobierno no convoca y ni asegura que la gente y sus organizaciones participe.    

La sexta enseñanza de esta coyuntura de pandemia está en el rol de los municipios, sus alcaldes y autoridades locales. Diversos ayuntamientos han visto resurgir la exigencia de masas en la higiene, el aseo urbano y la limpieza. Santiago lleva la delantera en este gran giro de la gestión municipal porque la pandemia encontró a la ciudad limpia. Sin embargo, cientos de municipios de esta isla no tienen sistema de limpieza integral, mucho menos cuentan con un destino final de la basura moderno. Cientos de rellenos sanitarios caóticos a cielo a abierto y contaminantes son el estilo que se ha impuesto.

La séptima enseñanza es el respeto, observancia, consideración y apertura para fortalecer el rol asesor y de acompañamiento permanente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y Organización Mundial de la Salud (OMS) en República Dominicana. Sus orientaciones, prácticas aprendidas y herramientas validadas son vitales no sólo para esta pandemia, sin no para las 25 enfermedades, procesos prevalentes y creadores de graves daños y elevadas mortalidades. Cuando concluya el período de excepción, alerta y emergencia del coronavirus, descubriremos que los accidentes de tránsito, los asesinatos de mujeres, las acciones mortales de la delincuencia, las enfermedades cardiovasculares y los problemas metabólicos son problemas epidemiológicos más graves que el coronavirus. Es momento de cambiar para bien.