Hace poco más de un mes me hablaron Cristina Rico Bornay y Miguel Piccini del 05. No está de más anotar aquí como he dicho en otras ocasiones que este lugar es determinante para mi formación como artista ya que fue en este centro cultural en donde tuve la oportunidad de ver, apreciar, oler y escuchar muchas manifestaciones artísticas, de todos los niveles. Es por esto que cuando se me da la oportunidad de colaborar pues siempre digo presente. Esta vez la idea era entrevistar a una creadora de prestigio y sustancia y para mí fue una gran alegría que me tocara dialogar con Martha. Cabe destacar que esta conversación se dio gracias a la iniciativa Dialogan-Dos del Centro Cultural de España, y que representa la primera actividad de una serie que se está cuajando.
Como preparación para el evento, Miguel Piccini me pidió que formulara una suerte de cuestionario para guiar la conversación. Quiero aclarar que lo que aparece en este texto es la columna vertebral de lo que terminó siendo la conversación. Realicé estas preguntas más para mí mismo que para la entrevistada y para hacerlo, me basé ciento por ciento en la filosofía que trato de transmitir a mis estudiantes en el salón de clase: hagan preguntas, pregunten siempre, cuestionen todo. Las respuestas son maravillosas, pero las preguntas son diamantes en bruto. Una pregunta bien hecha vale mil veces más que una respuesta. Preguntas con contexto. Preguntas locas y ambiciosas porque, ¿qué importa que no existan respuestas para nuestras preguntas? La pregunta es como la escritura: es el ejercicio de mirar hacia delante.
La primera pregunta sería algo como: Cuando la apuesta era el todo por el todo dices: voy a ser poeta… una escritora… es por la escritura que voy a tomar mi trozo de mundo… Leonard Cohen dice que “poeta” es en realidad un título que no se le cuelga a alguien por algo que posee, sino a alguien que tiene una habitación en la torre de la palabra. ¿Cómo es que te lanzas a la apuesta? A esta pregunta la autora dijo que supo que sería escritora desde muy joven. Y cuenta que igual como le pasó a Roberto Bolaño, ella escribió un poema cuando tenía unos cuatro o cinco años. Era un poema que se titulaba La vida es así y encontraba su raíz en la repentina muerte de un amigo o familiar. Durante nuestra entrevista, que fue “Live”, algunos participantes la incitaron a recitar algún verso de ese primer poema. Ella dijo no acordarse, pero deleitó a la audiencia con un poema de su antología poética, en donde hay colecciones como El alfabeto del agua.
Luego hablamos un poco de su propia poesía y celebramos el hecho de que Martha tiene un poema que se ha hecho viral en las redes. ¡Pocos poetas pueden decir eso! Ese poema se titula No te enamores… y cae como nivel dios, rock and roll o algo así. Durante la entrevista Martha nos dio el dato de que eso no es un poema como tal, sino un estatus que un día puso en Facebook. También hay una historia tras el poema ya que ella nos contó cómo tuvo que pelear con otros escritores en México y en Argentina quienes la demandaban a ella por robo intelectual. Todo un síntoma para desarrollar en una novela corta.
Una de las preguntas que hice pero que no sobrevivió en la entrevista fue con relación a la escritura femenina en la anemia intelectual que gobierna lo dominicano. Le preguntaba si ella era el acoso al sistema, si era el glitch que genera el propio sistema. Le pregunté: ¿Eres el talón de Aquiles del Death Star?
Esta pregunta fue una de las que más me gustó y aunque no logró tiempo en el aire, la dejo por aquí como un mensaje cifrado o como una invitación a ver si ella lee esta columnita y se anima a responderme en otra columna: En el Caribe hay una difícil tradición entre lo colonial y poscolonial. Lo que surge después, dice el jamaiquino John Hearne parafraseando a Walcott, es una tercera lengua. El mestizaje no es nada simple. Ahora bien, lo que me gustaría saber es qué tanto te peleas y te preguntas el asunto de la identidad. Te conozco como una escritora de márgenes flexibles, estilo aleph. Cuando en Los gestos inútiles describo el estado de un cuarto, no hablo de sus arquitectura sino que menciono que esa habitación se parece a tu poesía y de inmediato construyo un espacio en la mente del lector. ¿Entiendes que la literatura es la tarea, el arte de estar sin estar? ¿Qué papel juega la desconstrucción colonial del lenguaje en tu literatura?
Por último, les recomiendo leer la novela de Martha He olvidado tu nombre. Esta novela para mí no es un libro sino una especie de aventura, la aventura fuera del libro. El año pasado para estas fechas sino me equivoco estábamos en Madrid. Esa fue la última vez que vimos a nuestro René Rodriguesoriano y a Mamácarmen. Me vi con mucha gente querida. Un sábado en la tarde caminaba con Alejandro Luna y Miguel de Mena, buscando donde bebernos un par de cervezas, luego de vernos con Martha, Jochy Herrera, Fausto Rosario y otros amigos. Esa noche entré a la habitación de Miguel en los Apartamentos Colón. Allí Miguel graciosamente me regaló un montón de libros hermosos de Cielonaranja. Entre ellos estaba esta novela, ganadora del Premio de Novela Casa de Teatro 1996. La novela es un trip de nostalgia cabrón, y eso en una ciudad como Madrid resultó ser peligroso para mí. Por suerte escapé de esa ciudad en donde reside el helado germen de lo fatal y tomé el vuelo más largo de mi vida, Barajas-London-Miami-Kingston. En ese viaje, y como un viaje, yo me di esta novela. Ahora que escribo estas preguntas abro mi copia al azar y tengo un subrayado que dice “Allá en Madrid, princesa tú, de tus mil y una noches; princesa tú, siempre princesa, aún en medio del abatimiento de tu cuerpo y de tus ganas. Princesa tú, nueva Scherezade, sultana sin sultán, Penélope/Amaranta, tejiendo y destejiendo la mortaja de su historia”.
Se me hace imposible leer esto sin pensar que Martha Rivera-Garrido se escribe a sí misma… ¿pero no es eso lo que hacen todas? ¿No se pintaba Frida siempre a ella misma? Me consta que lo hace la puertorriqueña Carmen Zeta. Sé que se pintaba también a ella misma Pedro Lemebel. En la entrevista sí que pudimos hablar mucho de este texto. En mi tesis sobre Aída, planteo que ella se construye un personaje narrativo a través de su primera constelación poética y su arrastre intelectual. Opino que en el caso de la novela de Rivera-Garrido pasa igual: una poeta de un gran poder que desde el arco de su escritura poética lanza una suerte de flecha lírica hacia su universo narrativo.