Es inevitable, cuando llega Febrero de mí brota un tremendo orgullo por ser dominicana. Uno se pasa el año entero argumentando, quejándose de la situación, del deterioro de la seguridad ciudadana, de los en taponamientos vehiculares y la falta de educación (de todo tipo) que prima en las calles. Pero llega Febrero y todo pasa a ser una realidad turbia, difusa, sosegada por el amor incondicional a nuestro país y el renacer del orgullo por la dominicanidad y lo nuestro.
En los actos de la escuela y las marchas patrióticas soy oficialmente un desastre emocional. Lloro en cada manifestación artística, cada lectura de los recitales en honor a los símbolos patrios o a los padres de la patria, también cuando escucho el Himno Nacional, e izan nuestra hermosa bandera, hasta cuando bailan el merengue del final… Si. Claro, ya que uno está llorando llegan a la mente otras situaciones ajenas y uno aprovecha usando las mismas lágrimas para lavar el alma. Al final de cada acto, cada año, mis hijos me preguntan si lloré y yo les digo: ¡claro que sí!, ¡desde el principio!
¿Por qué me pasa eso? Creo que lloro de esperanza. Creo que cuando peleo y me quejo de lo que vivimos, lo hago en realidad porque me importa, ese orgullo de ser dominicana es el que logra que ejerza mi capacidad de queja o denuncia. Tal vez en el momento explosivo no me dé cuenta y crea que solo la indignación prima durante el año, pero la verdad es que las quejas se fundamentan en todo lo que deseo para mi país, lo que espero y entiendo que merecemos como nación.
Quisiera tantas cosas, mejorías de todo tipo, lo deseo para mi tierra y a la vez para mí, para mi familia, mis amigos y así, una cadena que nos abarque a todos.
Lo que más deseo, porque en realidad representa el verdadero cambio fundamental, es que logremos como nación, a través de la unificación de las fuerzas estratégicas del estado y la empresa privada, tener una educación de calidad para todos y sin excepciones. A ver si dentro de 25 años dejo de pelear y pueda llorar a todo pulmón, en paz y sin extrañezas en los actos patrióticos de mis nietos.
Educación, educación, educación.
¡Feliz mes de la patria!!!!