En la pasada entrega vimos cómo cada una de las funciones de los sistemas nacionales de calidad están relacionadas con organismos mundiales y regionales de gran prestancia técnica. La adopción y aplicación para cada caso de las normas, guías y directrices de estas organizaciones es lo que hace que las actividades de normalización, acreditación, pruebas y ensayos de laboratorio, mediciones y certificaciones de calidad gocen de la confianza en una escala verdaderamente global.
Antes de ganar están confianza, es necesario crear por ley y luego desarrollar tres componentes de la llamada infraestructura nacional de la calidad (IC): la organización nacional de normalización, la entidad nacional de acreditación y el instituto u organismo nacional de metrología. En nuestro caso, el Sistema Dominicano para la Calidad (SIDOCAL), creado mediante la Ley No. 166-12, cuenta con esos tres pilares con nombres propios: el Instituto Dominicano para la Calidad (INDOCAL), que también funge como Instituto Nacional de Metrología (INM), lo cual no entra en contradicción con los requisitos internacionales actuales de estos sistemas (siempre que sus competencias en materia de metrología legal conozcan ciertas fronteras), y el Organismo Dominicano para la Acreditación (ODAC) que, en definitiva, es la principal fuente de confianza en este formidable engranaje técnico-institucional.
Nuestro sistema cuenta con un Consejo Dominicano para la Calidad (CODOCA), bajo la tutela administrativa del Ministerio de Industria, Comercio y Pymes (órgano de adscripción). Está integrado por un Consejo Directivo, conformado de manera equilibrada por los distintos grupos de interés nacionales relevantes y delegados de los dos organismos técnicos mencionados; también por una Comisión Técnica de Expertos cuyo rol se traduce en la asistencia exclusivamente técnica al Consejo en relación con los asuntos y actividades del INDOCAL y el ODAC.
El CODOCA así estructurado, no tiene poder mandatorio sobre las dos instituciones técnicas, las cuales gozan de todas las autonomías consagradas en la normatividad de nuestra Administración. Su función se limita a la de cualquier órgano rector, es decir, a ejercer la representatividad formal del sistema; formular los lineamientos generales para la buena marcha SIDOCAL, siempre bajo el norte de las normas y buenas prácticas internacionales; formular y administrar las políticas de calidad y productividad; salvaguardar la integridad y armonía del sistema; conocer las iniciativas de los organismos técnicos y fortalecer los lazos de cooperación internacional en todas las líneas de sus competencias técnicas (ver más ampliamente Art. 12 de la Ley No. 166-12).
En una palabra: como a cualquier órgano de adscripción en la Administración, corresponde al CODOCA, a través de su Consejo Directivo, garantizar la correcta conducción estratégica del SIDOCAL en beneficio de la productividad y la competitividad del sector productivo nacional, incluidos los sistemas de gestión de la calidad y temas conexos de las instituciones gubernamentales de cualquier naturaleza (ver figura).
Hoy la participación en los mercados no se decide con discursos repetitivos y grandilocuentes sobre competitividad. Se solventa de manera significativa por la calidad que seamos capaces de demostrar de los bienes y servicios, siendo evidente que el precio como elemento decisorio en el marco de las transacciones globales pasa a una posición secundaria. De hecho, muchas de nuestras empresas no pueden salir de mercados como, por ejemplo, el haitiano, sencillamente porque sus productos, servicios y procedimientos no cumplen los requisitos mínimos de calidad que hoy en día son imperativos en las transacciones comerciales, nacionales o internacionales, especialmente las que tienen lugar en mercados con altos niveles de regulación y organización.
No entender esto allana el camino para que países como Costa Rica, que tiene decenios con un sistema nacional de calidad sabiamente articulado a su sector productivo, ganen espacios sustantivos en el mercado dominicano y desplacen decenas de productos criollos otrora líderes, especialmente cuando se trata de productos industriales de alto valor agregado.
Esto es particularmente válido para las pequeñas y medianas empresas, dadas sus características estructurales y débil o nulo nivel de vinculación con el SIDOCAL, en realidad uno de sus principales aliados potenciales nacionales. Para que estas peculiares unidades productivas y de servicios se integren a la economía regional e internacional es necesario, con el apoyo del Sistema, que entiendan y cumplan las normas y reglamentos técnicos que conciernen a sus productos y acepten la importancia decisiva que tienen los organismos de evaluación de la conformidad acreditados en sus planes de penetración de mercados.
Es necesario que el SIDOCAL no solo defina en los hechos una institucionalidad nueva de modo que no se quede ahí atrapado en las garras perniciosas del clientelismo político, sino que, mediante la comprensión de su importancia como sistema de servicios eminentemente técnicos, sea incorporado como elemento crucial de las estrategias comerciales orientadas al posicionamiento de nuestras empresas en mercados exigentes en términos de calidad, o lo es que lo mismo, que se convierta en la garantía de entrada a esos mercados mediante la presentación de evidencias creíbles del cumplimiento de normas de consenso global y de reglamentos armonizados, lo cual implica necesariamente la funcionalidad de un sistema de mediciones confiable o trazable al sistema internacional de unidades.