“Los aspectos de la calidad deben ser ahora transformados de percepciones subjetivas a criterios mundiales negociables y susceptibles de mercadeo que son luego convertidos, en organizaciones internacionales y regionales de normalización, metrología o acreditación, en normas capaces de lograr consenso”-Prof. Ernst O. Goebel, Instituto de Metrología de Alemania.

Recién acababa de concluir el concurso de ley -en el que participé- para seleccionar los directores del Instituto Dominicano para la Calidad (Sidocal) y Organismo Dominicano de Acreditación (Odac), los dos componentes institucionales clave del Sistema Dominicano para la Calidad (Sidocal). Felicito a los dos profesionales finalmente seleccionados.

Ambos directores tienen la gran oportunidad de revisar y mejorar la política nacional de calidad, reforzar las estrategias para su eficiente establecimiento y ampliar significativamente el alcance de las estandarización de las acciones en los procesos del sector productivo nacional, el comercio y los servicios.

Tres son los subsistemas de lo que llamaríamos Sistema Nacional de Competitividad que reclaman medidas y acciones concretas, efectivas y viables, a saber, el Sidocal, el de Innovación y Desarrollo Tecnológico (SNIDT) y su Consejo, y el de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias.

En lo que respecta al primero, al Sidocal, debe impulsarse un mayor dinamismo del Consejo Nacional para la Calidad (Codoca), de modo que no solo sea una instancia de reuniones y anuncios formales, sino que se centre en sus objetivos de ley, entre ellos la definición y articulación “de las políticas de calidad y productividad de interés nacional en las áreas de metrología, normalización, ensayo, acreditación y certificación, de acuerdo con las necesidades del desarrollo nacional y los lineamientos y las prácticas internacionales reconocidos” (Art. 12-Ley núm. 166-12). En este sentido, el MICM debe ejercer correctamente su rol como organismo de adscripción, entendiendo los alcances de las prerrogativas que le corresponden de tutela administrativa y de supervisión del Sidocal (no jerárquicas),  desde el Consejo Dominicano para la Calidad que preside.

El subsistema de Innovación y Desarrollo Tecnológico (SNIDT) y su Consejo, creado hace trece años (Dec. No. 190-07) sigue teniendo como objetivo fundamental, cualquiera que sea la reforma que se haga de su concepción inicial y alcances, “…articular de manera funcional la red de instituciones (academicas, publicas, privadas e internacionales), y las politicas publicas para fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico aplicado, a fin de elevar las capacidades competitivas de 10s sectores estratégicos y clusters potenciales de la Republica Dorninicana, impulsando la integración de sus cadenas de valor, desde la innovación hasta la producción y comercialización”.

El vínculo orgánico, funcional, entre el Sidocal y el SNIDT no se ve a simple vista. Pero es necesario que no solo se vea, sino que también se entienda correctamente. ¿Pueden ustedes imaginarse la transformación de las innovaciones en procesos y productos replicables sin medición, normalización (estandardización) y ensayos? ¿Acaso las innovaciones no exigen muchas veces nuevos instrumentos y métodos de medición y ensayos? ¿Puede negarse que el Sidocal bien entendido resume el más importante elemento tecnológico para asegurar que las innovaciones no pongan en tela de juicio la protección de los llamados objetivos legítimos del Estado que, como hemos señalado en otras entregas, tienen que ver con la salud vegetal, del hombre y los animales, y la preservación del medio ambiente?

Como decíamos hace unos meses desde nuestra columna Hablemos de Calidad en El Dinero (noviembre 2019) “…el vuelco a la innovación, por tanto, sugiere revisualizar el Sidocal como formidable herramienta de apoyo a la innovación a través de la oferta de servicios técnicos reconocidos. Sin duda, ello supone revalidar y fortalecer el mayor centro de demanda de esos servicios en una economía competitiva: el Sistema Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico”.

Por último, en un país cuya industria es fundamentalmente productora de alimentos de todo tipo, deberíamos también considerar el subsistema de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y sus estrechos vínculos con el cumplimiento de normas, mediciones trazables y ensayos acreditados. Las leyes, reglamentos, prescripciones y procedimientos llamados a proteger la vida y la salud de las personas y los animales o para preservar los vegetales, tienen en el Indocal y en el Odac a un gran e inevitable aliado.

En este sentido, el gobierno debe definir las estrategias para implementar los reglamentos por los diversos actores y, además, definir el sistema de monitoreo para proteger el medio ambiente, el consumidor y la salud, además de impulsar el comercio y la competitividad del sector privado. Todavía no tenemos  claro el conjunto de productos que están o deberían estar sujetos al cumplimiento de reglamentos técnicos, cuya elaboración  y supervisión corresponde a los ministerios.

La pata que sigue faltando en todo esto es el Sidocal, sistema del que debe nacer la confianza de la sociedad en la producción nacional y productos importados, así como el reconocimiento multilateral de nuestros productos nacionales insignias.

Esperamos que los nuevos directores finalmente seleccionados por el presidente Abinader para dirigir la institucionalidad de la calidad del país, provean toda la información que sea necesaria sobre los referentes nacionales e internacionales, impulsen la inclusión de los servicios de la calidad en los nuevos emprendimientos y proyectos industriales, involucren a las empresas y consumidores, y apoyen el fortalecimiento de los controles en todo el despliegue de actividades que demanda el fortalecimiento del Sidocal. En este sentido, recomendamos la realización de un diagnóstico integral y bien concebido de las necesidades de las organizaciones en materia de normas, reglamentos, mediciones y certificaciones de calidad.