El prominente científico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléyev (1834-1907), quien fuera director de la Oficina de Pesos y Medidas de San Petersburgo (1893), escribió clara referencia a la metrología que “la ciencia comienza donde empieza la medición, no siendo posible la ciencia exacta en ausencia de las mediciones”.

El sabio juicio de Mendeléyev permite vislumbrar claramente la importancia de la metrología en los progresos de la ciencia, los procesos de investigación e innovación, y el desarrollo económico y tecnológico de nuestros días.

No obstante, hacia finales de 2004 el término metrología en nuestro país era prácticamente desconocido en su amplio significado moderno. Fueron necesarias muchas intervenciones en los medios de comunicación, conferencias y reuniones de trabajo para que una fracción de la delantera del país entendiera la importancia decisiva de esta apasionante ciencia. Tal desconocimiento se verificaba con un antecedente histórico en contra: la Ley No. 3925 de Pesas y Medidas con fecha de promulgación… ¡17 de septiembre de 1954! Sin lugar a duda, en la época de la dictadura hubo más interés en la metrología (y no solamente por aquello de la famosa Armería San Cristóbal) que durante las siguientes cinco décadas transcurridas desde el momento del ajusticiamiento del tirano.

La metrología es la necesidad más básica de un sistema de comercio. No podemos imaginarlo sin medidas precisas y confiables. Si no tenemos los conocimientos y las destrezas técnicas para determinar longitud, masa, volumen, tiempo y temperatura, las transacciones estarían inevitablemente expuestas al abuso o a la estafa, y la protección de los derechos de los consumidores sería un ejercicio más de la demagogia política. Y es que sin metrología las normas técnicas de productos carecerían de todo sentido porque, ¿cómo mediríamos el funcionamiento de estos productos y cómo se harían las comparaciones con los requisitos?

Es por ello por lo que, conociendo que el país tenía más de 50 años sin un sistema nacional de medidas con trazabilidad al Sistema Internacional de Unidades (SI), a partir de 2005 desplegamos un esfuerzo considerable para que los estamentos políticos y empresariales comprendieran su enorme importancia práctica y estratégica.

Al margen de la metrología científica, que por mucho tiempo seguirá en manos de los países más avanzados del mundo, debiéramos dar apoyo permanente al desarrollo de las bases primarias de la metrología industrial (mantenimiento y control correctos de los equipos industriales de medición, que incluye la calibración de instrumentos y patrones de trabajo) y de la metrología legal (revisión, verificación y reajuste de los instrumentos usados en las transacciones comerciales y de servicios, según criterios definidos en reglamentos técnicos).

Con más razón si sabemos que cientos de empresas no calibran sus equipos e instrumentos de medición (metrología industrial), ni siquiera en el ámbito médico, que es mucho decir; por otro, difícil es comprobar la autenticidad las declaraciones de las etiquetas de los productos, sencillamente porque todavía el país no tiene la capacidad de verificar adecuadamente las proporciones cuantitativas de ingredientes o componentes a una escala verdaderamente nacional.

Ignoramos así una verdad irrefutable repetida en todos los libros introductorios a la metrología: No hay calidad sin control de calidad; no hay control de calidad sin mediciones; no hay mediciones sin calibración; no hay calibración sin laboratorios acreditados; no hay laboratorios acreditados sin trazabilidad; no hay trazabilidad sin patrones de medición, y no hay patrones de medición sin metrología”.

¿Cómo podemos garantizar que una determinada cantidad de arroz sea pesada en cualquier parte del país y fuera de él con idénticos resultados, independientemente del operador, la localidad, las condiciones ambientales y las características de los instrumentos de medición?

Sabemos que un saco de arroz pesado en Santiago no tendría exactamente el mismo peso que en Santo Domingo. ¿Será que la pesada no es equivalente debido a pérdidas de contenido en el transporte o se trata de balanzas no calibradas por autoridad competente?

Podemos asegurar, por ejemplo, que entre un 60 y un 70% de los casos nacionales, la pesada del camión “de bruto” (camión + carga) indica menos que su peso real, mientras que la pesada “de tara” (camión vacío) podría indicar más. ¿Quiénes se apropian de los multimillonarios beneficios derivados de estas malas prácticas?

Para asegurar que esto no ocurra debemos entender un concepto clave: trazabilidad metrológica, la cual se define como “una cadena ininterrumpida de mediciones de comparación con instrumentos de exactitud cada vez mayor (menor incertidumbre de medición), empezando con el instrumento empleado en la industria y subiendo hasta el patrón nacional. Esta medición repetida con regularidad para comparar un instrumento de medición contra un patrón con mayor exactitud se llama "calibración" (ver: Sanetra, Clemens et al. Study on Metrology, Standards, Testing and Quality Assurance (MSTQ) in Thailand. On behalf of GTZ/PTB, july 2004).

Dejaremos de hacer las mismas preguntas que hacíamos a principios de la primera década de este siglo cuando la infraestructura nacional para la calidad (SIDOCAL) no solo sea reconocida por la institucionalidad internacional competente, sino por los propios actores clave nacionales. Entonces tendríamos que:

  1. Una norma podrá definirse con una referencia a mediciones confiables.
  2. Las mediciones estarían internacionalmente normalizadas, para evitar costosas equivalencias.
  3. Los productos se someterían a ensayos para determinar la conformidad con los requisitos.
  4. Los procedimientos de ensayo normalizados descansarían en mediciones confiables.
  5. La acreditación, basada en normas internacionales, sería el procedimiento por excelencia que torna todo el proceso de evaluación de la conformidad confiable y fidedigno, fomentando la competitividad dinámica de las empresas y una efectiva protección de los derechos de los consumidores.
  6. Las certificaciones de conformidad, emanadas de entidades acreditadas, se convertirían en un criterio de compra.