Si hiciéramos una encuesta entre los ciudadanos comunes y preguntáramos si conocen el Instituto Dominicano para la Calidad (INDOCAL), seguramente no sabrían dar una respuesta correcta o simplemente inventarían una descabellada sin relación alguna con este organismo. Lo peor, una vez hicimos una especie de diagnóstico sobre los temas de la calidad (normas, mediciones, acreditación, certificaciones) y muchas empresas desconocían elementos como la trazabilidad de las mediciones o la normalización como proveedora de un lenguaje técnico universal. En ese ejercicio se evidenciaron entonces muchas confusiones en torno a conceptos como certificación y acreditación, metrología legal e industrial, sistemas de gestión normalizados, entre otros, y nos dimos cuenta de que era urgente una movilización general por la calidad.
Eso fue literalmente lo que organizamos: una verdadera movilización empresarial, gremial y de ciudadanos para difundir conceptos, discutir soluciones a problemas viejos, como el del etiquetado, la confiabilidad nacional de las mediciones, normas y reglamentos para productos con altos riesgos para la ciudadanía (cemento, agua, alimentos), entre muchas otras cuestiones abordadas, procurando el entendimiento en su acepción moderna por el personal gerencial y técnico de las empresas de estos asuntos, todos de insospechada importancia para su propia credibilidad y ganancia de confianza en los mercados.
Foros nacionales, regionales e internacionales sobre calidad, metrología y calidad certificada; conferencias, talleres y seminarios de capacitación; programa de televisión semanal especializado en estos asuntos; emprendimientos puntuales de certificación de sistemas de gestión de las empresas y organizaciones (de calidad y ambiental), incluidas las gubernamentales; intenso proceso de difusión del concepto de infraestructura de calidad que terminó con la redacción del anteproyecto de Ley del Sistema Dominicano para la Calidad (SIDOCAL); encuentros en el país con las autoridades mundiales y regionales en estas materias (secretarios generales de la ISO y presidentes de la Comisión Electrónica Internacional (IEC), directores de organismos de normalización y metrología regionales), entre muchas e importantes actividades que fueron directamente coordinadas entre 2006 y 2011 por la antigua Dirección General de Normas y Sistemas de Calidad (DIGENOR). Cabe mencionar, como reconocimiento tardío, que tuvimos como portentosos aliados a las siguientes instituciones:
- Consejo Nacional de Competitividad (CNC).
- Centro de Exportación e Inversiones de la República Dominicana (CEI-RD).
- Ministerio de Industria y Comercio
- Embajadas de Brasil y Taiwán.
- Veteranos profesionales japoneses (JICA).
- Instituto de Metrología de Alemania (PTB).
- Instituto de Metrología y Calidad Industrial de Brasil (INMETRO).
- Organismos de normalización de Uruguay, Costa Rica y Colombia.
- Comisión Panamericana de Normas Técnicas (COPANT), de la que llegamos a ser miembros de su Consejo Directivo.
- Comisión Electrotécnica Internacional (IEC).
- Organización Internacional de Normalización (ISO).
- Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los Estados Unidos (NIST).
- Sociedad Americana para la Evaluación de Materiales (American Society for Testing and Materials, ASTM), que puso a nuestra disposición, de manera gratuita, más de 15 estándares industriales.
- Asociación de Empresas Industriales de Herrera y de la provincia de Santo Domingo.
- Asociación de Industrias de la República Dominicana.
- Empresas individuales como las del Grupo Rica, METALDOM, INCA, INDUVECA, etc.
En todo momento, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos nos ofreció su apoyo y comprensión y estuvo presente en todas nuestras principales actividades. El recuento de todos estos aliados, los que ahora recuerdo de memoria, pone en relieve dos aristas de la estrategia de la DIGENOR en ese tiempo: (1) difundir los conceptos de la calidad y ganar el apoyo a lo interno de las empresas, ministerios y organismos clave del Estado, y (2) retornar la confianza perdida en la DIGENOR de los organismos internacionales de mayor relevancia en estas materias.
Fue así como ciertamente de un chiquero localizado en el undécimo piso del edificio de Oficinas Gubernamentales, la DIGENOR se convirtió en una entidad pública relevante, con tan alto grado de reconocimiento y presencia pública que muchos empresarios amigos me decían entonces que el organismo realmente tenía competencias y facultades del nivel ministerial. Y es que, como bien me reiteraba un cercano viceministro hace unos días, “las instituciones las hacen los hombres”, esto, sin ningún ánimo del autor de estas líneas de obtener reconocimiento alguno, lo cual, por lo demás, no es para nada habitual en nuestra Administración cuando de verdaderas y revolucionarias contribuciones se trata.
Nos preguntamos hoy, ya transcurridos ocho años desde el inicio de aquel desafiante movimiento, si el esfuerzo desplegado entonces valió realmente la pena. Creo que sí, por lo menos tenemos la infraestructura de calidad creada formalmente, con sus consabidos organismos funcionando y avanzando en algunos temas, aunque no con la velocidad y las enérgicas intervenciones que ameritan estos tiempos de formidables avances tecnológicos y de bruscas rupturas de paradigmas. Tampoco creemos que cuente el Sistema con el debido respaldo de la clase empresarial ni que figure como punto importante de la agenda del Gobierno (algo paradójico dado su marcado interés por impulsar el desarrollo y modernización de las Pymes). Ello ocurre cuando el mundo de la normalización, de las mediciones y de la calidad certificada por organismos de evaluación de la conformidad acreditados se ha hecho más complejo, e incluso se ha hecho más importante para el desarrollo nacional e internacional.