Ocurrió la semana pasada. Lo vimos en los telediarios, nos indignamos un ratito, y seguimos en lo nuestro, que es rizar el rizo y ver la rueda rodar, cantar lo cantado y volver a empezar.
El drama humano y social que ha dejado tras de sí el asesinato de la joven Rivera Figueroa, debería llevar a la ciudadanía a una gran reflexión y al Estado dominicano a una gran acción protectora de nuestra civilización.
Con este caso hemos podido confirmar con horror, en los hechos y sin duda alguna, cómo es posible que allí mismo, tan cerca como la avenida Venezuela, se pueda contratar a un menor de edad para matar a un ser humano por RD$15, 000.00. Leyó bien: quince mil pesos dominicanos, o sea, algo menos de 300 euros y casi exactamente 400 dólares al cambio de la fecha.
¿Y qué puede hacer para defenderse, una sociedad que cada vez se asemeja más a sus pares de Guatemala o México?
La participación de menores en actos delictivos (robos, asesinatos) es ya una epidemia. El auge y éxito del narcotráfico también, como también es grave el porte y tenencia ilegal de armas pues ya nadie se entra a trompadas por una novia o un insulto deslenguado. Todo se resuelve a tiros.
En lo que llega Danilo o vuelve Hipólito, y se ponen en prácticas todas las promesas de campaña (perdón por el cinismo) en lo que a política social y lucha contra la pobreza se refiere, es urgente que la sociedad dominicana se proteja de estas lacras con las armas que tiene más a la mano. Hablo de las leyes.
No es posible que un mayor de edad contrate a un menor para delinquir, y si es atrapado y sometido a la justicia la pena a cumplir venga a ser una especie de largo fin de semana en Najayo resort. Igual ocurre con el mundo del narcotráfico o el porte y tenencia ilegal de armas.
La sociedad dominicana necesita urgentemente reformar los códigos que norman jurídicamente el asunto, para que todo el que decida utilizar menores de edad para sus fechorías, portar y tener ilegalmente un arma, o participar como jodedor, mula, blanqueador o gerente regional de ventas en el negocio de las drogas, sepa que de ser atrapado y condenado habrá entonces destruido su vida, jodido su existencia, quise decir.
Cuarenta años de cárcel sin derecho ni a fianzas ni a reducción de la pena por mitad cumplida con buena conducta. Por ejemplo.
Toda sociedad, como ser vivo, tiene la responsabilidad primera de sobrevivir y debe hacer lo que corresponda para lograrlo. ¿Cuándo comenzamos?