En la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra he impartido un Seminario cuyo título lo dice todo: Crisis Económica-Financieras Globales. Es un curso basado en las noticias de la crisis financiera global que ha impactado al mundo en 2008 y a Estados Unidos, impulsando a Barack Obama a la Presidencia; pero que tiene un capítulo II, desatada en Europa con la crisis griega. Yo enseño que estamos a las expectativas de un tercer capítulo en los desvaríos financieros  chinos.

Uno de los textos más divulgadores de la crisis norteamericana es de un profesor español, Leopoldo Abadía, del IESE-Barcelona, cuyo título es un poema: La crisis ninja y otros misterios de la economía actual (Espasa, 2009), pero que en su versión electrónica está disponible en el enlace siguiente: http://www.fiuxy.com/ebooks-gratis/2115935-leopoldo-abadia-la-crisis-ninja-y-otros-misterios-de-la-economia-pdf-epub-mobi-fb2-lb.html. El rol de los derivados financieros está en la base del desplome de la economía norteamericana.

Esta reacción virulenta es ante la noticia un poco solapada de que el Banco Central de la República Dominicana está preparando una normativa para permitir el negocio de derivados financieros en la República Dominicana. Luis Gómez Nina, consultor de GNA Global Consultants, dictó una conferencia en la décima versión del Congreso Internacional de Finanzas y Auditoría (CIFA) de la Asociación de Bancos de la República Dominicana.

La reseña periodística se encuentra en el periódico especializado en temas económico-financiero dominicano El Dinero, y se encuentra disponible el artículo en el siguiente enlace: http://www.eldinero.com.do/tag/riesgos-financieros/

Yo recomendaría leer la experiencia norteamericana en una literatura para “profanos”  como es Abadía. Ahí veremos que si no hemos podido en veinte años de desarrollo  bursátil desarrollar un mercado accionario o de commodities, ¿por qué lanzarnos a lo que cuestionan economistas del prestigio de Krugman o Stiglitz como son los derivados financieros? ¿Ponernos a la moda?

No me opongo a la innovación por troglodita. Si queremos hacer pininos, que sea con un regulador muy fuerte, que no permita que metan “gato por liebre”, como ha sucedido en los diversos esquemas “a lo ponzi” en la historia financiera dominicana. Vale responder a la pregunta del título: si una mala idea fracasó en Estados Unidos, ¿por qué importarla?