Preguntaba en mi sitio de Facebook ¿qué buscarán  las plumas al servicio del partido de gobierno con mantener una permanente y sistemática campaña de hostilidad, generalmente de descalificación,  en contra de la oposición?

La pregunta es pertinente porque pasados los 3 meses de transición, en los que se espera el gobierno electo aproveche para atemperar cuestionamientos y crispaciones dejados por la competencia electoral, suele darse un período de 100 días de sosiego político para que la administración reelecta se relance.

Con un endeudamiento público y déficits fiscales cada vez más inmanejables, un descalabro total de los servicios públicos, incluyendo la seguridad de la gente, la educación y salud pública de calidad, resulta obvia la necesidad gubernamental de articular un pacto político y tener el respiro suficiente para atender las trabas de orden económico y social.

Parecería que al gobierno le sobran adversarios y adversidades. A menos que crea estar solo en el país.

Pero bueno, se asumen tres razones fundamentales para que las voces que dicen defender al gobierno se concentren en fomentar un ambiente de pactos y concertación, y no insistir en la beligerancia:

  • Que el presidente Danilo Medina ya decidió buscar otra reelección, y que su equipo político bajó línea a esos opinólogos para que empiecen a someter temprano a la oposición a una estrategia de acoso y derribo, para reducir las adversidades que podría encontrar la búsqueda de un segundo mandato.
  • Empezar a allanarle el camino a un nuevo candidato presidencial de la cuadra gobiernista, ponderando que una segunda reelección de Medina pudiera liberar y poner en acción fuerzas y alianzas que repetirían, ahora como tragedia, un eventual afán continuista del mandatario.
  • Que independientemente de las dos opciones anteriores, quienes les bajan líneas a esos columnistas cotidianos han objetivizado que el Partido Revolucionario Moderno, y en especial el licenciado Luis Abinader, constituyen el obstáculo fundamental para darle continuidad a la dilatada permanencia del Partido de la Liberación Dominicana en el poder.

Esa opción tiene asidero en el hecho de que Abinader le sacó más de un 35% de los votos a la reelección del presidente Medina, en lo que han sido consideradas las más desiguales de todas las elecciones de que se tenga conocimiento en los tiempos modernos, con los árbitros del proceso actuando en todo momento a favor del candidato-presidente,  haciéndose de la vista gorda  frente al ventajismo de Estado y otras inequidades.

Otra razón para convertir a Luis Abinader en centro de los ataques de esos columnistas oficialistas, es la fortaleza de su liderazgo, pues emerge como candidato presidencial en medio del proceso de división del PRD, sale airoso en la competencia interna con el carismático ex presidente Hipólito Mejía, pasa la pedregosa escogencia de las candidaturas congresuales y municipales en el PRM y aliados, para entrar a competir con un PLD transfigurado de partido político en aparato del Estado, lo cual le da a Luis todo el potencial para superar adversidades contra viento y marea.