Soy de los que creen que la entera sociedad del mundo perdió la guerra en contra de las drogas y el negocio que las mismas involucran: la epidemia del consumo, trasiego y criminal poder que la actividad envuelve sólo puede entenderse comparando dicho flagelo con el segundo de los trabajos encargados al Hércules de la mitología griega; cuando a éste le toca enfrentarse a la serpiente acuática de la Hidra de Lerna (monstruo policéfalo de aliento venenoso que tenía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que le era amputada).

Toda persona con sentido común sabe que las drogas son eminentemente letales; que las mismas han adquirido el estatus de catástrofe nacional para todas las sociedades permeadas por dicho cáncer (las drogas propagan violencia, enfermedades, crímenes que horrorizan al mundo y han puesto de rodillas a grandes imperios y personalidades). El uso y distribución de las drogas sigue aumentado en todos los rincones del planeta. La historia presente nos cuenta de los grandes sufrimientos y fatalidades acaecidos en centro y sur américa como ejes de producción, movimiento y batallas de los carteles, las fuerzas del orden y el resto de las sociedades.

La República Dominicana, se encuentra atrapada tanto por el consumo, como por ser uno de los principales puertos utilizados por el narcotráfico internacional para el envío y distribución de las drogas a los principales mercados de Europa y los Estados Unidos. La violencia del narcotráfico le ha costado la vida a miles, quizás a millones de personas en los últimos 30 años en todo el continente nuestro.

El narcotráfico compra policías, compra generales, compra jueces, se postula a cargos electivos ganándose con generosa liquides a nuestros bienaventurados políticos, a nuestros ilustres presidentes; además de la mucha gente en todos los estamentos sociales, de todas las raigambres, cumbres, preceptos. El narcotráfico igual mata, persigue a sus persecutores; pone bombas, cierra bocas, acalla opiniones. El narcotráfico decapita, viola, engaña, llega a acuerdos para lavar sus manos, convierte sapos en verdaderos príncipes y benefactores barriales; en fin, el narcotráfico esta “alante adelante” de los que se empeñan en creer que los métodos represivos de cárcel y enfrentamientos le derrotaran algún día.

A mi juicio todas las drogas deben de ser legalizadas. Todas y cada una de las drogas que hoy se prohíben y que al momento en el que escribo siguen costándole vida y sufrimiento a cientos de miles de inocentes en la absurda manera de las persecuciones, producción y trasiego de dicho mal.

Creo que todo individuo que quiera meterse en drogas tiene que tener el derecho de hacerlo, por ejemplo: usted va a una farmacia cualquiera, pide las onzas de cocaína o marihuana que a usted le plazca para su uso (firmando antes una declaración avalada por las leyes del país, en la que bajo su responsabilidad el firmante exima al estado y a la sociedad de cualquier eventualidad que le pudiese ocurrir, conteniendo dicha declaración además la negación de servicios médicos gratuitos relacionados a sus adicciones de abusos contra sí mismo).

El narcotráfico solo puede ser vencido si el negocio de las drogas deja de ser negocio para tantos malvados. ¿Cuántos millardos de pesos o dólares podría generar el estado en semejante asunto? Sun Tzu en su libro “El arte de la guerra” lo expresó muy claramente con esta conocida y trascendental frase “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”.