El pasado lunes 25 el distinguido comunicador Miguel Guerrero planteó “la urgencia” de que el país articule “una concertación social a largo plazo” para hacer frente a las dificultades estructurales que tiene por delante el país.
Es una tragedia para el país que por la cerrazón con que la cúpula gubernamental ha manejado todo cuanto provenga del presidente Leonel Fernández, y que por concentrarse en su laborantismo continuista, no aprovechara la efectiva herramienta que les dejó el ex mandatario para concertar políticas públicas orientadas a superar retos y desafíos actuales y futuros, y fomentar el desarrollo del país en todos los órdenes.
El tiempo dedicado por el presidente Medina a recomponer los organismos de dirección del PLD para tratar de desplazar a Fernández de su liderazgo, los recursos destinados a cooptar al PRD, y hacer aprobar la cuestionada reforma constitucional reeleccionista, no le dieron tiempo ni espacio al Presidente y a su equipo para razonar sobre la importancia de una concertación estratégica que encare las carencias estructurales del país.
Así habrían caído en la cuenta de que el presidente Fernández dejó al país la ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, promulgada el 25 de enero de 2012, de lo cual se cumplieron 4 años el pasado lunes.
Esa Estrategia 2012-2030 traza líneas fundamentales en los ámbitos sociales, económicos y políticos, de lucha contra la pobreza, medio ambiente, género, institucionalidad y otras políticas públicas que si la administración Medina le hubiera dado cumplimiento la articulación estratégica que propone Miguel Guerrero, tan indispensable para el país, estaría en pleno desarrollo.
La END 2030 aterriza su visionario propósito en tres ejes fundamentales, consignados en su Capítulo X, artículos 34, 35 y 36, respectivamente, sobre la concertación de pactos educativo, eléctrico y fiscal, llamados a impulsar reformas estructurales en esas áreas del desarrollo integral y sostenible del país.
Lamentablemente, a lo largo de sus casi 3 años y medio de gestión, el presidente Medina ignoró la END, y de los tres pactos que le sirven de pilares apenas ha cumplido de manera parcial la relativa a la reforma educativa.
Parcial, porque las evaluaciones de acreditados organismos internacionales y reputados expertos nacionales, no reportan que estemos desarrollando un sistema de calidad, como manda la reforma educativa en la END.
De los otros dos pactos todos sabemos que el fiscal fue una imposición unilateral, no la reforma integral que sirva de plataforma al desarrollo económico y social, y el pacto eléctrico languidece porque el Gobierno no facilita a los sectores empresarial, social y político informaciones indispensables para completar el diagnóstico del sector y concluir con las propuestas que tracen líneas maestras a la reforma eléctrica que contempla la END 2030.
Una gran esperanza es que Luis Abinader, quien se proyecta como relevo de Medina en la Presidencia, ha hecho el compromiso de atender las tantas urgencias que afectan al pueblo, sin dejar de priorizar las importancias, en el espíritu estratégico de la END 2030.