El país ha sido víctima, desde su fundación, de personas inescrupulosas que se han dado la buena vida a costa de dinero que no les pertenece. Es más, mucho antes de ser República Dominicana, con la llegada de los colonizadores a Quisqueya, nos han saqueado de una manera repugnante y asquerosa. Muestra de eso es que el cambio de economía en el segundo lustro de la segunda década del siglo XVI, pasó a ser de economía del oro a economía del azúcar, porque se pensó que el oro se había agotado. Casi quinientos años después nos enteramos de que tenemos mucho oro, pero fue canjeado por un reconocimiento.
Podríamos pasar horas y horas hablando y escribir miles de páginas sobre la corrupción que ha existido a lo largo de la historia. Pero resulta que desde que se le pregunta a alguien, sin importar partido político, y no puede justificar el nuevo patrimonio que tiene, que en la gran mayoría de los casos dista del que tenían antes de ocupar una posición en el Estado, la excusa es que hay una persecución política contra el cuestionado.
Es deber de toda la nación exigir que todo el que haya robado dinero del Estado, asuma las consecuencias. Que sea juzgado desde la persona que se atreve a firmar un libro, fingiendo dar clases para irse a otro lugar a laborar, hasta los más altos funcionarios que no pueden documentar sus riquezas.
Basta ya de tanta impunidad. Basta de amenazas por personas sin ninguna calidad moral de hablar o de tratar de amedrentar la justicia. Basta de que nos sigan robando y nadie haga nada.
Sí, es persecución política, pero si usted no puede demostrar cómo llegó a acumular tanta riqueza, no hay pero que valga y debe pagar por sus actos.