En aquel entonces nada se sabía de cómo tratar huesos rotos. El que sufría un accidente de ese tipo, sea en los brazos, o en las piernas, quedaba condenado a una deformación permanente. Eso fue lo que le pasó de niño a Mefi-boset. Nacido con título de príncipe, hijo de Jonatán, Hijo del Rey Saúl, primer rey de Israel. Hoy en día, los títulos de corona están más relacionados a roles de celebridades que a sus verdaderos orígenes. En la antigüedad un rey era la cabeza guerrera de todo un pueblo. Cuando iban a guerras, los reyes se confrontaban unos a otros y el pueblo vencido servía al vencedor, y la meta principal, para debilitarlos, era matarles al rey. Esto desencadenaba a su vez, la matanza de toda su familia, para no dejar príncipe o estirpe real, la cual con el tiempo se levantase y reclamara el trono.

De ahí que, cuando Saúl y Jonatán caen ambos muertos en el campo de batalla, en medio del pueblo, los opositores arremeten contra la familia real, eliminándolos uno a uno. Mefi-boset era apenas un niño de 5 años, y su niñera procurando salvarle la vida, se da a la huida. Con la prisa, el niño sufre una caída, rompiéndose ambas piernas.   Lisiado, huérfano y sin recursos lleva una vida de miseria y temor. Conlleva en su cuerpo la incapacidad al tener que arrastrarse, y en su alma temor, al saberse amenazado de muerte, si alguien descubre su identidad.

Pasan los años, nuevo rey es establecido en Israel. David va venciendo los enemigos batalla tras batalla haciendo su nombre grande y temible. Lodebar, un pueblo insignificante y pobre, donde habita el aún más pobre lisiado, está lejos y por tanto a salvo de la reinante familia. Mefi-boset entendía que el olvido y la mala fortuna era lo que le tocaba en su vida. Así muchas veces pensamos, cuando las cosas no nos salen como hubiésemos deseado. Nos arrastramos con las piernas retorcidas por las sendas de la inconformidad. Hay quienes incluso dicen que Dios fue quien decidió su fortuna, y reducen al Dios compasivo a una interpretación de abusivo o cruel.

Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?(2 Samuel 9) Ya en su trono, con pleno poder, David hace remembranza a la amistad que tuvo con Jonatán y decide “hacer misericordia” en su nombre. Lo menos que imagina es que encontraría precisamente al hijo de su amigo. Esto bastó para que el rey lo mandase a buscar.Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo.Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.

¿Qué está pasando? ¿Acaso escuché bien? Pensaría Mefi-boset. Él esperaba que la sentencia de muerte que pesaba sobre su estirpe finalmente se iba a materializar. Indefenso, incapaz de   defenderse, se postra ante el rey en total humildad, convencido de que los días de su miserable vida habían llegado a su fin. Y era cierto, más no de la manera en que él creía. El rey le estaba restaurando su nombre, le devolvía todo a lo que tenía derecho y encima le extendía su favor, dándole el privilegio de comer todos los días a su mesa. Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? Dios es experto y se deleita en el arte de la restauración. Conozco personas que se han rendido. Han bajado los brazos ante la vida y simplemente se arrastran día por día sobreviviendo a las circunstancias, pensando, que ni Dios se acuerda de ellos. Esta historia muestra a un rey bondadoso. Es un símbolo de Jesús, definido como el Rey de Reyes, quien desde su trono nos mira, y no importando qué accidente de la vida nos hubo lisiado, (vicios, rencores, malas decisiones, fracasos, divorcios, problemas familiares) Él extiende su gracia y “hace con nosotros misericordia”.   El Rey te manda a llamar. Quiere convidarte a su mesa y compartir su banquete (Palabra de Dios) a diario contigo. Como a Mefi-boset está dispuesto a devolverte todo lo que por estirpe es tuyo (sana autoestima, paz, bienestar, gozo) por amor a sí mismo y a ti, su criatura.

Cuando el Rey te mande a llamar, (te inviten a la iglesia, te ofrezcan orar por ti, te despierte en la madrugada ese llamado a orar, a hablar con Dios) acéptalo. No vas a ver el fin de tus días, sino a sorprenderte con la sobreabundante gracia y los muchos favores que darán un giro positivo a tu vida.

Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor.

10 Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenían Siba quince hijos y veinte siervos.

11 Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey.

12 Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset.

13 Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.

Termino con esta nota clave: Jesús es mucho más bondadoso de lo que David pudo ser…

¡Bendiciones!