Estas obstinado de siempre hacer lo mismo, todo igual siempre. Te hace falta cambiar. A todos pasa igual, mira a tu alrededor: aquel está a punto de perder su matrimonio. Su mujer no aguanta más sus jumos y gritos. Ella la esclava, la doméstica, la chopa; él, entre su Facebook y sus vídeos juegos, las apuestas por su equipo de pelota y sus amigos del Colmado, solo se acuerda que ella existe para que le haga todo, como a él le gusta. Nada sabe de sus penas. No hablan. Un día tras otro, la misma vaina. Pero ella gritó: “me oíííste, bueeen pendejo, me jaaarté!!! Vete al mismísimo diiiablo, coñazo!!!” Por la noche él le trajo unas masas fritas con pasteles en hojas y par de cervecitas Presidente, le dio el dinero para la renta y para el Salón. Y él creyó que como siempre, la tenía comprada, pero ese día todo cambió. Ella dejó todo, menos sus pesares. Cogió su bulto y a sus tres muchachos y se fue. Nadie supo a qué lugar y él enfrentó la soledad, la pérdida, y sobrevino un profundo arrepentimiento, Vagó y vagó por las calles y por su interior y decidió cambiar.

Es una ley: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. No valoramos en la cotidianidad al otro y sólo cambiamos de verdad cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo.

Y es que  hacemos resistencia a los cambios, como mecanismo de autodefensa. Queremos que el otro cambie que la sociedad cambie pero no nos miramos por dentro y analizamos críticamente para ver cuánto, en qué, cómo debemos y podemos cambiar.  “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo, expresó Churchill.

Pero hacemos lo que dictan nuestros pensamientos y si los esquemas de conceptos, principios y sentimientos entremezclados, no entran en conflicto, no reconoceremos la necesidad de cambiar por dentro y, de hecho, cambiar nuestros actos; seguiremos echando la culpa al otro, el otro es el que tiene que cambiar. Y tú, cuándo vas a cambiar tú? Cuando el sufrir te sea más insoportable que cambiar, cambiarás.

El que puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su presente y predecir su futuro. Si cambias tú, cambias todo a tu alrededor, cambias el mundo. Pero…., cuidadito, hay cambios conscientes y cambios inconscientes, cambios lentos y cambios vertiginosos, cambios buenos y cambios malos. Para hacer un cambio en nuestro comportamiento debemos estar conscientes, saber qué es lo que debemos cambiar, saber cómo lo vamos hacer, en qué tiempo o periodo lo vamos hacer, cuánto necesitamos para el cambio, evaluar la relación costo/beneficio y sobre todo, tener la disposición, la voluntad de cambiar.

No hay que temer a los cambios, siempre que sean para mejorar, es peor permanecer inmóvil. Creo que el primer factor para que una persona cambie rasgos negativos de su personalidad, comportamientos erróneos, según las normas a escala familiar y social, es el comprometimiento con la necesidad de cambiar, en ese comprometimiento hay dos factores claves: amor y responsabilidad, sentimientos y conciencia. Si sientes verdadero amor por ti y por tus seres queridos querrás vivir en armonía familiar y esa armonía comienza por el respeto, y el respeto y la consideración se sustentan en profundos sentimientos de amor y no de egoísmo como suele suceder. Los egoístas mientras más piensan y actúan para su beneficio egocéntrico, más se alejan de la plena felicidad. Su egoísmo le envilece el alma. Siento placer al hacer feliz a los que amo, justo ahí comienza mi felicidad.

Vivo cambiando que es decir vivo mejorándome, somos pecadores en la Viña del Señor, errar es de humanos, y cada revés o golpe se transforma en lección de futuro, nos sirven para mejorar los pasos hacia el horizonte, las sombras guían el camino hacia la luz y vamos cambiándonos para cambiar nuestro alrededor y modelar el destino.

Ay si pudiera: https://www.youtube.com/watch?v=l_a8xs-MfQQ

Norge Batista, Las Tunas, Cuba

Compositor e intérprete: Norge Batista. Las Tunas, Cuba.