En la historia de la literatura universal no han faltado las grandes polémicas y debates en torno a posiciones filosóficas o conceptuales. Hasta acusaciones de plagios y suplantaciones ha habido entre los grandes. Ni Cervantes se ha zafado de acusaciones serias de plagiario literario. Achacan a un moro la autoría de “Don Quijote”. También a un enigmático grupo llamado “La Cúpula”, que también habría escrito “El lazarillo de Tornes”.

Empero, en este sentido, el caso mas debatido es el de William Shakespeare.  La vieja rencilla entre stratfordianos y anti-stratfordianos sobre la originalidad o identidad de Shakespeare ha sido permanente.

Los anti-stratfordianos niegan al humilde habitante de Stratford, Willliam Shakespeare, capacidad para haber escrito las fundamentales obras que conocemos. Presentan como “prueba irrefutable”; entre tantas, que este en la herencia dejada a su familia incluye una larga lista de bienes y no aparezca ninguna de las 38 obras teatrales que supuestamente escribió. También que vivía en un hogar de analfabetas.

Los stratfordianos, por su lado, plantean que siendo hijo del Alcalde, lo más probable era que sí tenía acceso a libros e informaciones y que aunque no realizó estudios superiores él fue un autodidacta.

¿Shakespeare era realmente Francis Bacon?

Bacon nació 1561 y es considerado el padre de la Ciencia moderna. Este filósofo y escritor era un gran aficionado a la Criptografía. Poseía conocimientos en esta disciplina bastante avanzados para su época. Precisamente por la Criptografía es por donde más argumentos encuentran para atribuirle a él la producción literaria de Shakespeare.

La línea de pensamiento que atribuye a Bacon los textos de Shakespeare está liderada por Penn Leary. Este autor afirma que el nombre de Bacon está cifrado cientos de veces en la obra de Shakespeare. Uno de los ejemplos citados es la primera palabra (Bote-swaine) del diálogo de la primera página, de la primera impresión, de la primera comedia de Shakespeare, que puede descifrarse como FS-BIACEN. FS sería la abreviatura de Francis tal y como la usa Bacon en diversos lugares. Biacen es un equivalente fonético de Bacon, quien recomendaba emplear equivalentes fonéticos de los nombres en los textos cifrados para dificultar su criptoanálisis.

Mark Twain y Walt Witman son las dos figuras más importantes que sostienen esta teoría.

Ni la Reina Isabel I está libre de sospecha

La idea de que fue Isabel I la verdadera autora de las obras shakesperianas la desarrolló George Elliot Sweet en 1956, en su libro “Shakespeare, el misterio.” Para el autor ella era la escritora de las obras que se le atribuyen a él. Así lo sugieren la gran inteligencia de la Soberana, su vasta cultura, su necesidad de propaganda literaria y la inconveniencia de firmar títulos de ficción con su propio nombre.

Shakespeare era Edward de Vere, 17º Conde de Oxford

Teoría avalada por autores como Looney y Ogburn. De Vere tenía los contactos aristocráticos y el talento artístico para ser un Shakespeare. Incluso demostró en varias ocasiones su desapego a la celebridad y al dinero. No le habría importado escribir bajo seudónimo. Sigmund Freud respaldó esta teoría nacida en 1920.

La conexión Marlowe

A quien con mas insistencia se le ha atribuye haber sido el verdadero Shakespeare es a Christopher Marlowe. La aparición de Shakespeare en escena justo después de la muerte de Marlowe, y la semejanza de algunos versos y procedimientos, formas y estilo, ha llevado a algunos a aventurar la hipótesis de que la muerte de Marlowe, supuesto agente secreto de la Corona inglesa, fue solo una componenda para librarlo de sus enemigos jurados que pretendían matarlo.

Declarado oficialmente muerto, habría proseguido su labor como escritor a través de un secundón llamado Shakespeare. Sin abanderarnos por estas aseveraciones, debemos aceptar que, ciertamente, Marlowe fue el primer gran dramaturgo británico.

¡No, señor, Henry Neville fue Shakespeare!

En su libro “La verdad sale a flote: desenmascarando al verdadero Shakespeare”; Brenda James, de la Universidad de Portsmouth, y William Rubinstein, de la Universidad de Gales, ofrecen datos apuntan a Henry Neville como el autor de las obras atribuidas a Shakespeare. Estos autores aseguran que los viajes y las hazañas de Neville coinciden con los temas y los años en los que Shakespeare presentó sus obras.

Se pone lo siguiente como ejemplo de esta teoría: “Medida por medida” está ambientada en Viena, ciudad que visitó Neville y en la que se reflejan las ideas contra las que se enfrentó cuando conoció a un filósofo calvinista. Lo mismo sucede con “Romeo y Julieta”, “La fierecilla domada”, “Dos caballeros de Verona” y “El Mercader de Venecia”, que suceden en el norte de Italia, región a la que Neville viajó entre 1581 y 1582. Shakespeare nunca anduvo por ahí.

Pero también se plantea en el libro de marras que Eduardo III y John de Gaunt aparecen descritos en las obras de Shakespeare con tantos detalles que sólo alguien como Neville, familiar suyo, podría hacerlo.

¡Entren todos… carajo!

Algunos han sido tan osados en sus cuestionamientos que afirman que realmente el poeta de Avon era una federación de escritores: Christopher Marlowe, Francis Bacon, Edward de Vere, Robert Greene, George Peele, Samuel Daniel, Thomas Nashe, Thomas Lodge, Michael Drayton y Thomas Dekker. Esto explicaría, dicen los sustentadores de esta teoría, la invariable calidad, la cantidad de obras, la multitud de personajes perfectamente delineados y otros rasgos sorprendentes del asunto shakesperiano. Esta idea se plantea a partir de 1892.

El grupo de los 300

En un documento titulado "Declaración de Duda Razonable", trescientos de actores e intelectuales británicos ponen en duda la participación de William Shakespeare en la creación de las pieza a él atribuidas. Entre los firmantes del documento aparecen algunos de los más reputados intérpretes shakesperianos.

La declaración cuestiona que William Shakespeare, "un plebeyo del siglo XVI criado en un hogar analfabeto de Stratford-upon-Avon, escribiera las geniales obras que llevan su nombre". La propuesta es encabezada por los actores Derek Jacobi, que encarnó a Hamlet, y Mark Rylance, ex director artístico del Globe Theatre, réplica del teatro original de Shakespeare en Londres.

El comunicado argumenta que un hombre que apenas sabía leer y escribir no pudo poseer los rigurosos conocimientos que se deducen de las tragedias, comedias y sonetos atribuidos a la pluma del bardo.

Finalizando

No estamos seguros de que algún día podamos obtener la verdad absoluta en el tema tratado en este artículo. Hasta dudamos que finalmente se acepte esa verdad como absoluta.

No creemos, por nuestro lado, que Shakespeare fuera quien escribiera esas geniales obras. Nos inclinamos por de Vere. O por otro que no he citado aquí: el dramaturgo Ben Johnson. Pero no se asombren que un día se descubra que fue Hermes Trimegisto el verdadero autor de las piezas. O el misterioso Conde de Saint Germain, encarnado para la época. La teoría mística también tiene notables y entusiastas sustentadores en el caso que nos ocupa. En historias tan misteriosas como esta se barajan nombres por montones.

Aquí mismo tenemos el caso de un famoso escritor que, en realidad, nunca…

¡Cooooorraaaaaannnn… Telón!