Haz del amor un arte sensorial de gratificación insospechada.
Este artículo no trata de explicar el proceso de afección en la respuesta sexual en los tiempos de COVID-19, sino de reinventarla, fantasearla y experimentarla derribando los límites que la secuestran y reprimen, y que obstaculizan la gratificación y la ensoñación.
Hablar de sexualidad también nos remite a hablar de apego. El tipo de apego establecido jugará un papel preponderante en la conducta sexual de las personas. La proximidad, el contacto y la calidad de las interacciones en la pareja fortalecen el vínculo, cada uno percibe que la presencia del otro es de seguridad y de confianza.
Si el otro percibe a la pareja como amenazante, alguien que le provoca malestar emocional como angustia y desasosiego y sus respuestas afectivas son impredecibles, la probabilidad de que el deseo sexual se inhiba aumenta el distanciamiento. Quizás quede el deseo básico que permite la supervivencia sexual elemental en la pareja. La sexualidad es homeostática.
Podríamos decir que la conducta sexual además de tener una respuesta biológica también responde a la evocación de la elaboración psicológica que depende de las internacionalizaciones de las experiencias vitales de las personas, de la disposición tanto cognitiva como afectivo-emocional desarrollada en contextos sociales específicos y en las interacciones ambientales.
Ahora bien, independientemente del tipo de apego establecido, seguro, ansioso o evitativo, las personas han de darse la oportunidad de experimentar la sensualidad y recurrir a las experiencias eróticas cuya entrega física amplíe la geografía corpórea de las caricias, el fluir de la imaginación y las fantasías para el deleite sexual.
La piel es el órgano sexual más grande y representa la frontera entre la corporalidad física, sensitiva y la representación mental simbólico de lo femenino y masculino, del amor, el vínculo y la sexualidad.
Por lo tanto, los sentidos son receptores de los estímulos que nos rodean y de las experiencias recreadas como resultado de los pensamientos, de la imaginación y las fantasías.
Recurrir a los sentidos abre una puerta más ancha hacia el disfrute. La piel acariciada, olida, besada y las puntas de los dedos deslizadas suavemente activan neuroquímicos que, además de fortalecer el vínculo, inciden en el deseo, los cuerpos se entregan espontáneamente para al goce sexual.
La mirada es una caricia sensual; el olfato como receptor del olor de los cuerpos erotizados potencializa las sensaciones de placer. Lo mismo ocurre, con el beso, los labios y la lengua que se fusionan entre los cuerpos atados por un momento de pasión. La respiración y la inflexión de las palabras se integran al universo del placer y la gratificación, como también el oído como receptor de las palabras y gemidos que despiertan la sensualidad.
¿Por qué angustiarse en estas circunstancias por el rendimiento coital como si se tratase de una competencia en la que hay que demostrar la virilidad? ¿Para qué insistir en el orgasmo en sí mismo si el cuerpo y los sentidos son los aliados de la sensualidad y el erotismo que desencadenan experiencias placenteras inimaginables?
Conquiste la sexualidad plena.