El sexo influye grandemente en la vida social tanto en forma abierta como subliminal. Gran parte de nuestra sexualidad subyace en nuestro inconsciente, siendo conveniente tomar conciencia de esa realidad.

Cuando se habla de sexo, las partes corporales en las que pensamos son: pene, vagina, mamas, trasero, piernas, etc. Siendo de suma importancia la participación del sistema nervioso, hormonal y circulatorio. Pero en realidad, el órgano sexual más importante es el cerebro, es donde se siente el deseo, donde se disfruta el placer y el que controla a todos los demás órganos. Cuando dormimos, la mente no necesita nada ni nadie externo a nosotros para producir un orgasmo.

El funcionamiento sexual del ser humano es complejo, el sistema nervioso autónomo interviene con una excelente coordinación. En el hombre el sistema parasimpático se activa en momentos de reposo o relajación y es el que determina la erección. Para el orgasmo y eyaculación, se requiere la intervención del sistema simpático. El miedo te impide relajarte, bloquea al parasimpático impidiendo la erección, por lo que la mayoría de las disfunciones eréctiles masculinas son producidas precisamente por el mismo temor a ser impotentes. En la mujer también trabajan de manera coordinada estos sistemas, aunque sus manifestaciones son más sutiles.

Usualmente el hombre suele alcanzar el orgasmo más rápido que la mujer, este proceso más acelerado podría impedir que el organismo femenino se disponga adecuadamente para la penetración, no resultándole agradable la experiencia. El hombre machista tiende a centrarse totalmente en sí mismo sin pensar en su mujer, lo que podría hacerle deficiente al hacer el amor, sin importar la cantidad de “expertas” con las que se haya entrenado. El genuino interés por satisfacer a su pareja es la característica que más define al buen amante. Con la liberación femenina, la mujer ha adquirido el derecho para involucrarse en el intercambio sexual de forma activa y orientar al hombre. El éxito del intercambio sexual, en vez de las dimensiones de los genitales, los movimientos realizados, posiciones y demás trucos, depende de la correcta sincronización con la pareja. En el sexo como en el baile, ambos tienen que seguir el mismo ritmo, si alguien insiste en bailar un vals mientras el otro está bailando un merengue, difícilmente será una grata experiencia. Hay momentos para: hablar, escuchar, callar, esperar, tocar, ser tocado, lentitud, rapidez, jugar, etc.

Si aprendes a amarte, te será más fácil amar y que te amen. Si amas a tu pareja, el sexo deberá ser más gratificante que si no la amas o están disgustados.

Es realmente duro tratar de aparentar lo que ya no sientes y sólo lograrás engañar a tu pareja si ella necesita ser engañada.

La mente te ayuda a descubrir una pareja adecuada, a conservarla o a dejarla. Si sólo te enfocas en las imperfecciones que tenga, tu vida conyugal será lamentable.

Si quien está contigo decide tener una experiencia sexual con alguien más, no necesariamente significa que sea tu culpa o que tu vigilancia fue deficiente. Generalmente el problema no está en ti.

Es posible que haya dejado de quererte y ya no te desee. Ese no es tu problema, es su problema. Pero si no te resignas, es tu problema. No importa que seas el más valioso diamante, quien amas tiene el derecho de preferir algo incluso más barato. Comprende que lo que te ata a una persona no está en ella, está en ti.

El que nos abandonen no tiene por qué dañarnos, pero evidentemente nuestro Niño interior se siente desolado y tu Yo Adulto tiene que explicarle que nadie es indispensable. En ti hay pensamientos de fascinación sobre esa persona (a veces exagerados) y sencillamente debes modificarlos. Inmediatamente logres convencerte de que no es “tu otra mitad”, su ausencia dejará de perjudicarte. Si logras ordenar tu mente, podría incluso dificultar el reanudar la relación en caso de que quien te abandonó decida regresar.

Tus pensamientos durante la actividad sexual son los que determinan que ésta sea placentera o no. Es importante que seas tú, dejes de preocuparte por disparates, sueltes el estrés y te relajes, el sexo además de agradable es terapéutico.

La mente no controla de forma consciente o directa, erecciones, lubricación u orgasmos, pero los pensamientos que manejes durante el coito son la comunicación con tu inconsciente para que controle esos procesos. En la medida en que mejores el uso de tu mente, mejorarás tu vida sexual.

Si tienes sexo solamente a nivel físico es placentero, pero en la medida en que involucres más niveles de tu esencia (mental, espiritual) la experiencia será más plena. No te dejes engañar, a Dios no le ofende tu sexualidad.