Quienes han leído la Biblia y específicamente el denominado Nuevo Testamento saben que su último libro atribuido al apóstol Juan- autor también del cuarto evangelio – es el Apocalipsis y en el mismo, escrito en la bella isla griega de Pátmos en el mar Egeo, se relata el establecimiento en el planeta en que vivimos del reino anunciado en el divino pacto cuya síntesis es la profética declaración: el reino mundial de nuestro Señor y de su Cristo ha venido. Por lo tanto el libro es entonces una profecía.
En el referido libro se hace constar las grandes tribulaciones padecidas por la humanidad antes de la implantación de ese reino y la eternidad subsiguiente como son: la apertura de los sellos, las siete trompetas, las siete copas, los siete ayes, la batalla de Armagedón, el cruel reinado de la Bestia que sube del mar, activa intervención de Satanás y la inusitada actividad de los demonios y el Anticristo. Por todo ello el término apocalipsis se utiliza como sinónimo de fin del mundo, terror, espanto, pavor.
Es bajo esta última acepción, significación, que usaremos este término en el presente artículo, y si por conservadores entendemos a los partidarios o defensores de los valores y estructuras tradicionales opuestos frontalmente a cualquier asomo de innovación o reforma de los mismos, lo que queremos sugerir en el titulo es que los tradicionalistas de todo el mundo están atravesando por un período de pánico, consternación, por el advenimiento en los más diversos órdenes e instituciones de transformaciones que ponen de patas arriba sus convicciones y creencias.
Hago este señalamiento porque en el periódico español “El País” en su edición América del pasado 24 de abril apareció en su última página un trabajo titulado “Una presidenta que vivió los dos lados del género” que desde Montreal, Canadá, da cuenta que Gabrielle Bouchard es desde diciembre del pasado año la presidente de la Federación de Mujeres de Quebec – la FFQ por sus siglas en francés – una enérgica organización con más de medio siglo de existencia que a su vez agrupa en su seno a unas 300 asociaciones esparcidas en los 1.5millones de kms2 que tiene esta histórica provincia.
Esta información no tendría relevancia alguna – una mujer presidiendo una federación de mujeres – si no resaltáramos que la Bouchard es una mujer transgénero (un TG) o sea que nació, vivió su infancia y adolescencia bajo condición masculina pero luego de una terapia psicológica, tratamiento hormonal y finalmente cirugía – llamada de reasignación de sexo – se convirtió en mujer, metamorfosis que según figuras de gran peso en el feminismo canadiense la invalidan para hablar o representar a todas las mujeres federadas en la FFQ.
Proclaman que la Bouchard ha sido formada en el cultura masculina desconociendo por consiguiente las vivencias de las mujeres desde de la infancia. Denuncian que los fundamentos básicos del feminismo están en riesgo por escogencias de este tipo. Según la prensa canadiense se ha desatado una gran polémica en torno a la presencia de un TG en la presidencia de esta organización, mientras que las voces que la apoyan aseguran que su posicionamiento refleja la evolución de la sociedad y la tolerancia que caracteriza los nuevos tiempos.
Ante las críticas Gabrielle responde que desde la presidencia ella lucha por la pluralidad que existe en la sociedad y obviamente también en el feminismo, creyendo además que su experiencia vital – nacer hombre y convertirse en mujer – no debería ser objeto de atención y curiosidad por parte de los poderes mediáticos. En la actualidad, próximamente cumplirá los 50 años de edad, ella es lectora compulsiva de literatura de ciencia ficción, y en relación a la controversia suscitada por su condición recuerda que el feminismo siempre ha avanzado en medio de discusiones y disputas.
Como es por todos sabido las feministas del mundo entero se distinguen por su liberalidad e indulgencia con sus compañeras de sexo. Ahora bien, si una parte de ese colectivo repudia o cuestiona una de sus miembros – como es el caso con Gabrielle – figúrense queridos lectores la tajante oposición que las mujeres no feministas les profesarían a esta cuestionada presidenta. Estas últimas han puesto el grito en el cielo al enterarse de su transexualidad y culpan a las feministas de este desaguisado, pues según ellas se lo merecen el pretender metas y objetivos impropios a su naturaleza.
Simone de Beauvoir (1908-1986) escitora francesa y pareja durante varios años del célebre filósofo Jean Paul Sartre (1905-1980) es autora de varias obras tales como: “El segundo sexo”, “Memorias de una joven formal” “Todos los hombres son mortales” y “La fuerza de la edad” entre otras. Fue una militante feminista con gran predicamento sobre las mujeres de su época, advirtiéndoles con reiteración a sus compañeras de sexo que no se nace mujer; llegas a serlo. Esto puede también interpretarse así: se puede nacer hembra pero no mujer, pues para ello se requiere un permanente esfuerzo.
Luego de mis peregrinaciones por cuatro continentes, residir en París por cuatro años – desde los 29 hasta los 33 años – y que la lectura desde la adolescencia haya constituido una pasión compulsiva incurable, en los momentos actuales mi criterio sobre los TG ha variado de la tolerancia cero prevaleciente en mi juventud hasta la más completa y total permisividad al persuadirme de la imposibilidad en esta personas de que su orientación psíquica inicial pueda ser revertida, y que en ellas una vez realizada su mutación corporal lo importante no es el que dirán sino cómo se sienten.
Es cierto que los transas – como se les llama popularmente – son parias evolutivos y que son hijas/os del bisturí – no de padre y madre – pero en la naturaleza se da el caso del Protandrous un pequeño pez de las profundidades marinas que empieza su vida como macho y luego se transforma en hembra. También algunos caracoles y las estrellas de mar son hermafroditas. He notado que con el paso del tiempo aquella mentalidad binaria de Macho y Hembra que preponderaba en la humanidad parece hoy estar desfasada ante el extenso abanico de identidades sexuales hoy presentes: gays, TG, cisgéneros, tercer sexo etc.
Se comete un error semántico al creer que los términos géneros y sexo son sinónimos y se dice que una de las causas de esta enredo consiste en la extendida práctica de socializar lo biológico y biologizar lo social, al extremo que no es raro escuchar en boca de muchos individuos la existencia de dos géneros – el femenino y el masculino – como si en la naturaleza existiera una correspondencia automática entre los mencionados géneros. Por esto diversas culturas han reconocido la existencia de más de dos géneros negando de hecho el binarismo de género, así como la posibilidad de personas que alternan entre géneros.
Entre los entendidos en sexualidad humana la opinión científica reinante es que la Transexualidad no es una preferencia sexual – muchas veces se manifiesta antes de que testículos u ovarios se activen – no tiene nada que ver con el comportamiento erótico siendo más bien una íntima certeza, arraigada e imposible de erradicar, de que se ha nacido con un cuerpo diferente al que reclama nuestra psique, propensiones, resultando inútil cualquier tentativa para persuadir a sus portadores de que su profunda convicción es un error, una confusión. Si el sexo es consecuencia de glándulas, hormonas y válvulas, el género es de obediencia psicológica, espiritual.
Se piensa por lo general que lo congénito, lo que nace con uno debe ser respetado pues así lo han determinado los genes y cromosomas de quienes nos han engendrado, en fin, que ésta ha sido la disposición de la madre naturaleza. Sin embargo existen casos en que ésta última parece haber errado al momento de buscarle alojamiento al conjunto de características diferenciadas que cada comunidad o sociedad asigna a hombres y mujeres. Es decir a los comportamientos, actividades y atribuciones que una colectividad estima adecuados para los hombres y las mujeres.
Aunque no fue la primera persona sometida a una cirugía de reasignación de sexo – la pionera fue la artista danesa LIli Elbe en 1930 – recuerdo como titular sensacionalista en todos los grandes periódicos del mundo – el día 1 de Diciembre 1952 – cuando el alistado en el ejército de USA el soldado George William Jorgensen, que participó en la II Guerra Mundial, se transformó en mujer en Dinamarca incluyendo por primera vez en su metamorfosis la terapia hormonal. Se convirtió en la famosa Christine Jorgensen (1926-1989) trabajando con posteridad como actríz, artista de cabaret y vocalista.
En el mundillo de los transas el caso más espectacular para mí ha sido el del galés James Morris – desde 1972 es Jan Morris – y como a menudo me sucede cuando escribo o leo sobre algo o alguien, el lunes 30 de abril 2018 en la pág. 23 del periódico español “El País” – edición América – apareció un trabajo titulado “La gran viajera se embarca en el mítico acorazado japonés Yamato” donde se comenta el lanzamiento del último libro de esta escritora sobre el patético hundimiento de este buque de guerra el 7 abril 1945 camino a Okinawa ahogándose 2,278 miembros de su tripulación.
En el 1974 apareció su obra “Conundrum” – en español bajo el título de “Enigma” – donde narra en detalle su transexualidad personal iniciándose la misma de esta manera. “Tenía talvez tres o cuatro años de edad – nací en 1926 – cuando me di cuenta que había nacido dentro del cuerpo equivocado y realmente me sentía como una niña. Recuerdo muy bien el momento y es el recuerdo más antiguo de mi vida”. A pesar de ello continuó su masculina existencia siendo el corresponsal de la I expedición británica al Monte Everest; lancero real sirviendo a su país a finales de la II Guerra Mundial y en 1945 destinado al Territorio Libre de Trieste durante la ocupación angloamericana de ésta.
En 1949 y con 23 años de edad casó con la hija de un plantador de té en la India procreando cinco hijos. Empero en 1972 viajó a Marruecos para someterse a una operación de reasignación de sexo porque los médicos ingleses le pusieron como requisito que antes se divorciara de su esposa. Valga decir que lo hicieron más luego, aunque siguieron conviviendo – una mujer muy valiente su consorte – pero en 2008 se unieron de nuevo legalmente ingresando en la sociedad civil. Morris vive aun – tiene 92 años – estando considerada en el presente como la mejor autora viva de libros de viajes en el mundo.
Este dramático caso inconcebible para las mentes más liberales y condescendientes de nuestro país, resulta más turbador al saber que en la actualidad este TG cohabita junto a su esposa; que sus hijos – uno falleció en la infancia – nunca han cuestionado la extravagancia somática de su progenitor ni sus nietos a su abuelo, y gracias a la meritocracia preponderante en la Gran Bretaña – ingleses, escoceses y galeses – ha obtenido doctorados honorarios, el premio Golden Pen, el premio Glyndwr, nombrándola el “Times” como la décima quinta mejor escritora británica desde la Guerra. La flema de sus compatriotas ha contribuido a que su vida no se convirtiera en un perpetuo espectáculo.
Otro ejemplo es el de Nantung el boxeador mas famoso de Tailandia que de joven fue campeón de vale-tudo. También se sentía una mujer prisionera en el cuerpo de un hombre hasta que decidió ir al quirófano siendo hoy una mujer completa. No obstante optar por este escabroso tránsito, goza de la aceptación social y sobre todo de la aprobación familiar. Como sucede en muchos de estos casos quería ser madre y entonces adoptó un niño. Debo destacar que este lejano país asiático cuenta con el mayor número de TG del mundo – unos 300 a 400,000 – y en tailandés se les conoce con el nombre de Katoi.
Para la comprensión e indulgencia de los TG debemos pensar que ellos no son culpables de su orientación genérica ni tampoco sus progenitores y mucho menos la colectividad donde nacen. Para su tormento la OMS los consideraba hasta hace poco como unos enfermos. En la mayoría de las sociedades hay un fuerte rechazo hacia ellos siendo los adultos más tolerantes que los jóvenes. Su esperanza de vida es inferior al promedio de la población al ser con frecuencia asesinados por la homofobia o lamentablemente se suicidan. Su tasa de paro es de un 60%; el tránsito de mujer a hombre está menos despreciado, conociéndose casos de hombres que se han operado con 50 o 60 años de edad pues deseaban morir con el sexo que soñaban.
La ciudad de Trinidad en el estado de Colorado en USA es considerada como la capital de la reasignación de sexo al hacerse en promedio cinco por semana; En Nepal, India y Bangladesh les han concedido el status legal de miembros de un tercer género y en este último país existen los HIJRA que son varones biológicos que se identifican como mujeres. No obstante algunos consentimientos y halagos dispensados hacia los TG por minorías en países de significativo desarrollo socio-económico, las mayorías desafortunadamente aun los incluyen dentro del tremendismo social o canalla junto a los yonquis, punkis, indigentes, oKupas, güiris y otros desechos.
Señores, resulta heroico someterse un hombre a una operación donde se invagina-repliega – la piel de su pene para hacer una vagina; extraer los testículos y con el escroto hacer los labios vulvares; la uretra, al ser muy larga en el hombre, se corta y lo poco que se deja hace el papel de clítoris y aunque la vagina no lubrica hay orgasmos de clítoris. Pasar por este calvario a sabiendas de la reprobación pública que le espera sólo para triunfalmente exclamar al final del todo ¡Al fin, mujer! como llamó en 1942 Jaciento Benavente una de sus obras, me parece algo de una valentía sin igual.
Es tan obsesiva la admiración de los TG por las mujeres que mucho de ellos terminan en el lesbianismo. Finalmente debo indicar, que los nostálgicos de lo consuetudinario están escandalizados por las singularidades sexuales de esta líquida modernidad a la cual califican de apocalíptica, ignorando muchos de ellos que en los dominios del cine el film “Una mujer fantástica “ del chileno Sebastián Lelio en febrero ganó el “Goya” como mejor película iberoamericana; en marzo un Oscar como mejor largometraje de habla extranjera y el mes pasado barrió en el festival Riviera Maya en Méjico. Su argumento: el drama de un TG cuya pareja muere repentinamente viéndose sacudido su mundo por la esposa y el hijo de su marido. Cosas veredes nostálgicos de la tradición.