Algo esencial para nuestra especie, lamentablemente suele ser controversial.
Al momento de la fecundación, el sexo de la criatura ya está determinado por la presencia de cromosomas XX o XY, sin embargo durante las primeras semanas, el desarrollo es idéntico en ambos sexos. Luego comienza la diferenciación. En el varón los labios mayores de la vulva seguirán creciendo y generarán una cavidad para luego alojar los testículos descendidos, y el clítoris se mantendrá creciendo hasta lograr el tamaño de un pene.
En nuestra especie, el dimorfismo sexual es muy definido, aunque en la actualidad nuestra cultura tiende a igualar los géneros. La diferencia de estatura entre varón y hembra humanos, es menor que en los demás primates. Este desarrollo se atribuye a que, al niño necesitar tantos cuidados, requiera que la madre tenga una corpulencia más semejante al varón.
La sexualidad en nuestra especie, contribuye a la cohesión entre los individuos. Entre los solteros, es la principal motivación para reunirse.
A diferencia de otras especies, la hembra humana “no entra en calor”. Está casi siempre en calor. Aunque es la que requiere un cortejo más largo, puede aparearse casi en cualquier momento, lo que es un avance evolutivo que busca la fidelidad del varón.
En otras especies las feromonas llaman poderosamente a los machos, pero la mujer utilizará preferentemente estímulos visuales. Por ejemplo, al utilizar el lápiz labial, incrementa su apariencia erótica, simulando la turgencia labial que suele acompañar al orgasmo. Por supuesto esto se hace de manera “inocente” y el macho civilizado debe fingir no darse cuenta.
El intenso placer del sexo, es comparable al proporcionado por algunas drogas y puede también generar adicción. Controlar la sexualidad y la adaptación a las reglas establecidas, son de las principales exigencias sociales.
En el sexo hay dos componentes, el físico y el mental. El físico consiste en el frote adecuado de nuestras zonas erógenas. El mental es mucho más complejo e importante. Por ejemplo, una persona normalmente no escoge tener sexo con un animal, aunque creyera que ese estímulo genital pudiera superar al contacto con su pareja (evidentemente, hay excepciones). Por otro lado, una persona podría tener un orgasmo intenso, simplemente por un sueño, sin ningún contacto físico.
Por lo intenso de nuestro deseo sexual, los medios de comunicación normalmente nos manipulan con elementos eróticos presentados de forma discreta y en algunos casos abiertamente. Convencen al hombre de que si toma alguna bebida alcohólica, las mujeres estarán locas por aparearse con él y a las mujeres, las convencen de que con un determinado jabón, los hombres se excitarán mucho ante ellas. Las personas verdaderamente pensantes, son menos influenciables por estos comerciales, no así las grandes masas humanas.
En relación con el auge del movimiento LGTB, debo señalar que es una consecuencia lógica, por los siglos de despiadada represión a que fueron sometidos. En un tiempo, la especie los veía como un peligro por no reproducirse. Pero en la actualidad no hay ese interés en incrementar el crecimiento demográfico. La tendencia actual es hacia una total aceptación. Los puntos fundamentales de exigencia que mantiene la Sociedad son: el respeto a los demás y no afectar a los niños. O sea, no ser agredidos ni agresores. Por otro lado, a la mayoría de los humanos, les desagradan las exhibiciones públicas de intimidad sexual, incluso las heterosexuales (aunque las disfruten grandemente desde su privacidad).
No debiera importarnos las preferencias sexuales ajenas. No nos incumben. Recuerda que tu sexualidad, es a menudo lo que más te avergüenza.
En el plano espiritual, el sexo es poco relevante. Nuestra naturaleza espiritual es asexual. Somos animales que nos reproducimos de forma sexual, por lo que necesitamos la participación de alguien del sexo contrario al nuestro. Excepcionalmente, algunos religiosos, comienzan a identificarse desde este plano, con nuestra realidad superior asexual y se mantienen célibes.
Es muy difícil imaginar a alguien sin sexo. Incluso Dios, dependiendo de la cultura, lo imaginamos como hombre o mujer. Asimila tu sexualidad y solamente preocúpate por no dañar a nadie, a nada, ni a ti.