“La Política Exterior clientelar se convierte en una continuación de la Política Interna”
El Presidente Danilo Medina, firmó el Protocolo por la Transparencia y la Institucionalidad, donde se comprometió: “Asegurar que el servicio exterior de la República Dominicana transitara el camino de la profesionalización de las funciones diplomática y consular. Constituirá una prioridad apoyar la carrera diplomática y la racionalización de los nombramientos en el exterior”
La ausencia de voluntad política para sanear el servicio exterior y para instituir la Carrera Diplomática y Consular, que permita la profesionalización, que elimine el clientelismo y el patronazgo, queda evidenciado en el caos imperante en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El Presidente de la República es el garante de la política interior y exterior, tiene la responsabilidad exclusiva del manejo de las relaciones internacionales, así como de la conducción política y estratégica de la política exterior para salvaguardar los objetivos nacionales y los intereses nacionales consagrados por el pueblo dominicano en la Constitución de la República.
La República Dominicana cuenta con un servicio exterior precario, sin política exterior, por consiguiente, la seguridad del Estado se encuentra en permanente riesgo, incluyendo la soberanía política, la integridad territorial, el bienestar económico y social de la población, los medios de producción y el desarrollo nacional.
La profesionalización del servicio exterior, es un medio imprescindible para lograr los fines de la política exterior, permitiendo una coherencia entre las actuaciones y las prácticas, basadas en las necesidades definidas previamente como parte integral de un proyecto nacional.
La definición, desarrollo y ejecución de una estrategia en el ámbito de la política exterior, constituye una de las tareas más complejas y de una alta responsabilidad, que no puede ser delegada, ni asumida desde una estructura clientelar o desde una instancia de reparto de dádivas y favores políticos.
La política exterior debe ser coherente con los objetivos nacionales y debe ser impulsada para garantizar su coherencia, eficacia y eficiencia por un servicio exterior de carrera, seleccionado en base a la meritocracia, a sus competencias, responsabilidad y sobre la base de principios éticos y morales.
En nuestro país es evidente la carencia de una robusta y sólida política exterior y más evidente es la existencia de representantes diplomáticos y consulares designados sobre la base de relaciones de políticas, de parentesco, otros seleccionados por sus condiciones sociales, económicas o como premio por sus “aportes” políticos, otros para distanciarlo de la política interna.
La falta de institucionalidad y de un servicio exterior de carrera, sumado a la ausencia de una política exterior, nos reduce en el ámbito internacional y nos coloca con limitadas posibilidades en los mecanismos regionales y subregionales e impide una coherente intervención que considere las variables geopolíticas.
En ese sentido, bajo esas características y condiciones, no será posible “consolidar el reconocimiento y respeto internacional, a través de un ejercicio diplomático de la democracia, la solidaridad y el diálogo para atender los desafíos del cambiante y competitivo contexto mundial, al interés y bienestar del país y de sus ciudadanos”.