Diariamente por las redes decenas de ciudadanos expresan su complacencia por la calidad del servicio gratuito de asistencia vial  de 24 horas al día que ha implementado con notable eficiencia el Ministerio de Obras Públicas, en las carreteras. Sus relatos se refieren a la ayuda que el personal de ese servicio les presta cuando sufren un accidente o se les presenta alguno que otro inconveniente, sea en un neumático, problemas en el carburador o la falta de combustible. He leído incluso la positiva reacción de turistas y extranjeros residentes, impresionados por un servicio a la población que  dicen no han visto nunca en sus países.

Hay que haber estado en la situación de esas personas para valorar lo que esa asistencia representa. Mi esposa y yo lo comprobamos el 28 de febrero de 2014, cuando apenas comenzaba a ponerse en práctica, minutos después del aparatoso accidente en casi perdimos la vida por la imprudencia de un conductor que nos embistió en el costado derecho de nuestro vehículo a una velocidad espantosa, sacándolo de la autopista y dejándolo inservible. Otros miembros de la familia que se han quedado sin gasolina o con un neumático desinflado en medio de la carretera, pueden dar testimonio de la calidad y la rapidez de este servicio de indudable contenido social.

Por eso nada de extraño encontré en el testimonio de un funcionario de Obras Públicas, Roberto Reyna, quién expresó  por escrito su  “orgullo personal”  de saberse parte de un equipo que “trabaja empoderado del sentimiento del deber cumplido” cuando él y su familia fueron asistidos mientras viajaban al interior por una brigada del ministerio al sufrir un percance en la carretera.

No se trata solamente de un novedoso servicio de asistencia a quienes en momentos de apuro lo necesitan. Hablamos, sobre todo, de la seguridad en nuestras vías, con todo lo que significa para el turismo y la tranquilidad ciudadana.