La presidencia de la República debe ser uno de los cargos públicos más codiciados debido al poder que aglutina en un contexto como el que vivimos. Me atrevería a afirmar que en cada político activo existe un potencial candidato.
En ocasiones me pregunto, si quienes aspiran a la presidencia tienen conciencia plena de lo que implica ser presidente de un país donde los elementos básicos para desarrollar una vida digna no están resueltos y donde los grandes problemas nacionales no destellan soluciones a corto ni mediano plazo.
El sistema presidencialista imperante en nuestro país otorga poderes y facultades muy amplias al presidente, situación que lo hace responsable directo de las políticas públicas emanadas por su gobierno, y co-responsables de las acciones de sus funcionarios.
Si me pidieran que preparara un listado corto de atributos y destrezas básicas que deben adornar los presidentes que necesita el país a partir de la segunda década del siglo XXI, escribiría:
Deben tener plena conciencia de los problemas que enfrentarán.
Deben ser personas con capacidad y carácter para enfrentar los retos nacionales y contar con un grupo de colaboradores que sean especialistas sectoriales con conocimiento y experiencias demostradas.
Deben ser inteligentes emocionalmente y primar en ellos, la empatía y solidaridad de suerte tal que les permita colocarse en el lugar de los demás, y más hoy en día cuando la falta de solidaridad comienza a deshumanizarnos.
Deben entender que no es recomendable dar respuestas individuales a problemas colectivos.
Deben ser honestos por convicción si quieren combatir la corrupción.
Deben ser personas cuya preparación, visión y compromiso animen y movilicen la Nación hacia niveles altos de institucionalidad y respeto a las leyes.
Deber entender el crecimiento económico como un medio no como un fin en sí mismo, visualizando siempre al ser humano como el centro del desarrollo.
En síntesis, ¿qué tipo de presidentes necesita el país? Necesita líderes, vestidos de presidentes que reinventen la arquitectura social existente y conduzcan al país hacia reales estados de desarrollo e institucionalidad.