Hace unos años, cuando iba al parque a jugar baloncesto, siendo la única mujer que practicaba este deporte, en ese parque a esa hora, intenté unirme a un grupo de jóvenes que casualmente jugaban del lado opuesto de la cancha. Todos estos jóvenes eran varones. Cabe destacar que jugaban un partido informal matutino de media cancha y que en un equipo habían tres jugadores y en el otro habían dos. Esto significaba que el segundo equipo estaba incompleto. Vi esto como una oportunidad e hice mi movida. “¡Hola!” Dije, lo mas simpaticamente posible. El que tenía el balón y lo picaba me ignoraba. “Tengo una pelota de basket’. ¿Quieren jugar?”. El del balón, que aún lo picaba, se detuvo y le susurró algo a un compañero de juego. El compañero, a quien el del balón le había susurrado, dijo: “no jugamos con mujeres”.

Entonces, ahora que recuerdo este suceso de mi vida pregunto: ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo ser mujer? ¿Acaso es una enfermedad? ¿Qué crimen hemos cometido, con haber nacido mujer,  para que se cometan tantas injusticias en nuestra contra? Estas preguntas resaltan aspectos importantes de la situación de la mujer en este país y sumándole a estas preguntas, pude clasificar las inquietudes que tengo siendo mujer en la República Dominicana, en 5 aspectos:

1. Ser utilizada o solicitada solo para dar apariencias de diversidad: A menudo las mujeres somos contratadas en una organización o empresa para enviar un mensaje de diversidad laboral, o como requisito a cumplir determinadas leyes laborales. No queremos servir solo para guardar las apariencias. A las personas se les contrata y solicita en base a sus capacidades, aptitudes, y experiencias, sin importar su género.

2. Ser objeto de agresiones físicas, verbales y emocionales: No es novedad que se ha maltratado a la mujer en todos los aspectos posibles por varias razones. Una de ellas es porque somos “propiedad del hombre”. Otra es, porque no tenemos algo entre las piernas que “nos hace valer”. Pero la mas absoluta de las razones es porque siempre hemos sido vistas ante la sociedad como el “sexo débil”. No somos el sexo débil. Pese a la oposición, los tiempos y las circunstancias, hemos logrado obtener el sufragio, a comunicar y propagar nuestras opiniones; a ocupar altos cargos en empresas y organizaciones. Hemos aprendido a educarnos y a educar, lo cual es la solución para esta inquietud y la siguiente. Hay que educar a las personas desde temprano en contra de las agresiones y la discriminación de todo tipo, para tal vez así poder evitarlas.

3. La aplicación inequitativa de la ley para ambos géneros: A muchas mujeres no se les paga siquiera el sueldo mínimo. En iguales cargos, tanto hombres como mujeres, a las mujeres se les paga menos. Aún siendo la participación de la mujer en los centros educativos mayor, al momento de conseguir trabajo, se le da preferencia al sexo masculino. Dentro de los centros laborales, al momento de ser contratadas, las mujeres son discriminadas por su condición de mujer, el cual es objeto de embarazo, parto, visitas al médico preparto y postparto (para llevar al bebé al médico). Esto se puede solucionar combatiendo la discriminación de género, mediante un gobierno firme y honesto que implemente leyes orientadas a la participación y a la equidad.

4. La mentalidad primitiva de que somos tan solo de utilidad doméstica: Considero que cocinar, barrer, trapear, limpiar, fregar y mantener un hogar es un trabajo. Pero hemos demostrado que no es para lo único que servimos. El creer que solo somos útiles para atender a los niños, la casa y al esposo, es una postura totalmente machista y fuera de lugar en este siglo XXI. No somos unas máquinas frías, diseñadas únicamente para satisfacer las necesidades de los demás. Somos seres humanos y como tales merecemos respeto a nuestra dignidad humana. Esto implica que podamos trabajar en donde sea y en lo que sea, sin temor a ser tratadas como recursos utilitarios de segunda mano. Muchos hombres que consideran que la mujer debe encargarse de la casa, dicen que no saben hacer las labores domésticas. A esas personas les digo que aprendan, que nadie nació sabiendo.

5. La visión atrasada que pretende moldear a ambos géneros: Esta visión no solo nos describe como debemos ser las mujeres, pero a la vez dice como deben ser los hombres. Esta visión establece estereotipos tanto del hombre como el de la mujer. Por ejemplo: la mujer debe ser femenina, delicada, que sepa cocinar y hacer oficios domésticos. Por otro lado, se dice que el hombre debe ser masculino, rudo, rústico, y diestro en el ámbito laboral. Esta visión no es sexista solo para las mujeres, sino también para los hombres, pues según estos estereotipos los hombres deben hacer lo contrario a las mujeres. La solución a este problema, es tratar de concientizar a las personas de que hay diferentes personalidades y que no todos podemos ser de cierta manera para complacer a la sociedad.

Como mujer puedo afirmar que no somos instrumentos; que no somos el saco de arena para golpes de nadie; que no nos merecemos que nos traten en términos de inferioridad; y que los estereotipos y la discriminación de ambos géneros está fuera de lugar.