Trate de expresar sentimientos, míos o inferencia sobre ajenos, luego de la sentencia.  Junté tres en una imagen que resume aspectos comentados sobre la imparcialidad de la justicia, que se sube la venda que la cegaba para hacer escrutinio visual de las partes litigantes, pesar sus quilates y otorgar victorias como la del Rey Pirro.  Con las referencias religiosas que se atribuyen algunos protagonistas, tomé prestado un meme sobre una sentencia divina a quien se cree inocente y me imaginé lo que expresaría al respecto deidad oriental.

La sentencia carga el dado del "No Ha Lugar" a la nulidad de pruebas que se obtienen sin respetar procedimientos que garantizan derechos individuales. El tema es de debate entre juristas.  En el caso de la especie se sostiene que, en las indagatorias de aspectos financieros, el Ministerio Público está facultado para hacerlas sin intervenir orden de un juez.  De ser así  no estamos ante Harry el Sucio, sacando confesión con tortura a quien estaba convencido era el francotirador que extorsionaba secuestrando y asesinando civiles.  Futuros debates legales, que deben empezar con la apelación de la sentencia, sin importar el "Twittergate", deben esclarecer si estamos o no ante un caso real de fruto del árbol envenenado.

La justicia no está ajena a las presiones políticas o económicas.  La Suprema Corte y el Ministerio Público, en ninguna parte del mundo, puede sostener que está inmunizada contra las presiones de grupos poderosos que se mueven en una o en esas dos dimensiones.  Sospechas de  quid pro quo son tan inevitables como lacerantes para las mayorías que con honor desempeñan sus funciones.  Tuitejemplo:  Padrino II, con la defensa vehemente que un congresista independiente hace de un Michael Corleone, al que dice no deber favores de ningún tipo, junto al de un juez complaciente de historietas.

La satisfacción por el veredicto y la celebración me hizo acordar el caso de OJ Simpson. Hay sentencias individuales, de íntima convicción, que no las cambian decisiones judiciales.  Buenos o malos, sabios o tontos, imparciales o sesgados, cada cabeza que decide sobre el caso es un juez.  Eso no lo puede cambiar nadie, sin importar que se instrumente proceso y  consiga condena o retractación de todo el que se atreva hacer pública sus opiniones.  Estos, se argumenta, generalmente están movidos por el pecado capital que es la envidia.  El éxito de las estrellas del deporte o las finanzas es un imán para malquerencias de los mortales.  Sus victorias judiciales son envidia también de condenados que no pudieron encontrar brechas procesales, como el de los oficiales alemanes de la foto. Una sentencia judicial definitiva puede terminar un proceso en tribunales por insuficiencia o nulidad de pruebas para demostrar culpabilidad.  Ser descargado, o no procesado, no es equivalente a ser inocente.  Si así fuera, tendríamos que validar las sentencias por asesinato de quienes en mayo de 1961 cegaron la vida de alguien que nunca fue sentado ante juez por imputación de atrocidades.

La sentencia provocó protestas en la UASD que llevaron, nuevamente, a suspender la docencia y poner en riesgo vida de estudiantes, policías y personas que transitaban por los alrededores.  La forma de protestar es una barbaridad que es costumbre. Han provocado muertes, destrucciones de viviendas, negocios y todo tipo de automóvil que es blanco de piedras, palos y hasta balazos.  Esto es algo que está en las manos del gobierno terminar, afectando las transferencias que hace a la universidad por el monto de los daños estimados que cause un desorden: pérdida del subsidio diario por el tiempo que se suspenda docencia; deducción por reclamaciones presentadas por afectados sobre vehículos, casas o negocios; descuento para cubrir pensiones o indemnizaciones por golpes y heridas; no aprobación presupuesto adicional cubrir destrucción bienes de la universidad.

Internalizar el costo de acciones vandálicas llevará a seguir opciones civilizadas para levantar conciencia sobre temas de interés.  La Universidad Católica de Santo Domingo, por ejemplo, organizó un panel pacífico y abierto con personas que participaron directamente en el caso que provocó en la UASD los disturbios.   Ahí las autoridades son timoratas en poner freno a los "estupidiantes" que creen destruir el vidrio de un auto aumenta la indignación contra el Auto, o cualquier otro evento que les sirva para armar desorden.  A quienes están de acuerdo con destruir bienes ajenos como modo de protesta, los invité a que sean los primeros en llevar a las puertas de la UASD, como ofrenda de sacrificio, sus bienes preciados para ser quemados.  Los encapuchados a los que se les subsidia estudios de educación superior, se quedaron esperando la entrega voluntaria de carros, motores y bicicletas para hacer su fogata revolucionaria.

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