Nos referimos a la luz, esa pesadísima y torturante cruz que llevamos a cuestas los dominicanos desde hace tanto tiempo, que parece que la venimos arrastrando mucho antes que se inventara la energía eléctrica.
Señor Abinader (sí, ya sé que todos le llaman presidente, pero permítame decirle señor, tratamiento más próximo y civil) ahora que sus nuevas huestes escobásticas barredoras están con el deseo y la energía de enderezar muchos entuertos del gobierno anterior, le vamos a solicitar, demandar, pedir, rogar, suplicar, implorar, de rodillas si hace falta, que de una vez por todas, le meta mano -y mano dura- al vergonzoso asunto de la energía eléctrica en nuestro país.
Sabemos que esto pude ocasionar algunos corrientazos, e incluso si uno no es muy hábil negociando con las productoras y distribuidoras se puede acabar achicharrado, como le ha sucedido al país otras veces. Pero alguien con fuerza, y un Gobierno debe tener la suficiente, debe acabar con este desastre de un vez por todas. Los dominicanos lo demandamos, lo exigimos, y nos lo merecemos.
Hay dos aspectos, tan recurrentes, tan desesperantes, que son parte del folklore de las quejas y demandas nacionales y al que, por desgracia, nos hemos acostumbrado y sometido hasta niveles vergonzosos.
Por una parte, los benditos apagones que no dan tregua en la mayoría de las provincias. Ayer, me escribió un buen amigo mío que vive en el más allá -en la sureña y simpática población de Enriquillo- para decirme de manera muy cruda que los cortes de luz allí se suceden un día sí y el otro también durante semanas, y por periodos de muchas horas cada uno y que, por ende, está hasta una misma zona de su anatomía que, por puro pudor, no la voy a nombrar, de esos apagones y de la compañía eléctrica de esa zona, que es Edesur.
Un trabajo que debería llevarle a uno seis días ejecutarlo necesita nueve, diez, once o más, encareciendo todo en mucha mayor medida. Y le entiendo perfectamente su procaz desesperación porque hace un mes la sufrimos juntos haciendo unas obras en su finca.
Uno, se pregunta cómo un país puede pensar en avanzar ni siquiera un milímetro si no tiene ni buena, ni suficiente, ni constante energía eléctrica. La electricidad es un asunto prioritario de importancia nacional y como tal debería ser tratado. A este toro eléctrico tan desmandado, tan peligroso, hay que cogerlo por los cuernos y ponerlo en su debido sitio, cueste lo que cueste.
La otra parte de la cuestión se refiere a los bestiales aumentos de las tarifas de la luz que se viene produciendo en estos últimos meses. Son muchos, muchísimos, los inconformes que se quejan y nos quejamos de manera privada o a través de los medios de comunicación posibles, de las subidas abusivas y el desorden que registran las facturaciones.
Hay facturas que se han duplicado, triplicado y hasta cuadruplicado con respecto a lo que se venía pagando hasta hace poco, muy poco. Se podrá aducir que con esto de la pandemia la gente se queda más en casa y prende la televisión, las computadoras, y los ventiladores, eso es cierto, pero peso a cabo de túbano como se decía antes para las apuestas a que los consumos no se corresponden con las alzas.
La pandemia ha dado pie a que muchos vivos aprovechen la ocasión para hacer pingues beneficios especulando con mascarillas, geles desinfectantes y productos de limpieza preventiva, y otra vez dos pesos a dos cabos de túbano a que las eléctricas también están metidas en eso.
Sobre los desórdenes de la facturación lo mismo, un mes le llega una factura por cinco mil pesos, al mes siguiente por doce mil, al otro mes de solo mil y otro mes más por diez mil… ¿se puede ser más caótico administrando servicios? Ahora se vive asustado, pues aunque se apague todo lo apagable, no se sabe cuál será el próximo monto ¿RD$ 25.000? ¿RD$ 30.000? ¿tendremos que abonar una gran parte de nuestro magros ingresos por una luz que, de seguro, no consumimos? Y este es el caso no de una persona, sino de cientos de miles, o acaso millones de dominicanos más.
Esto, señor Abinader, no puede seguir pasando más. Soluciónelo entrándole al problema a degüello, y si hace falta llame a los bomberos, a la policía, al ejército, a la legión extranjera, a los marines gringos, a los bravos gurkas del Nepal, o a los implacables justicieros del planeta Venus que tienen seis brazos para dar galletas a seis manos, y unas enormes cabezas con cerebros de de 5.000 kilos para pensar de manera super inteligente. No lo tomen a broma, porque es verdad, y yo los he visto personalmente y saben cómo resolver este macro problema.
Si lo logra, los votos le lloverán y no tendrá que hacer ninguna campaña en el futuro. Métale mano que, de verdad, los explotados, vilipendiados y humillados consumidores de energía eléctrica no aguantamos más, y de seguir así como la dinamita cuando se calienta demasiado, vamos a reventar.