Cada año, con motivo del mini feriado de la Semana Santa, debido al gran desplazamiento de vacacionistas, sobre todo con destino a las playas, hoteles y lugares de recreación, se activa el mecanismo de seguridad y prevención que encabeza el Centro de Operaciones de Emergencia, donde converge el trabajo coordinado de más de una veintena de instituciones.
La participación de voluntarios es masiva tanto como la movilización de los elementos de apoyo. El costo en términos económicos monta a una suma cuantiosa.
Para esta ocasión, se contará con la participación de más de 43 mil brigadistas, ciento y tantas ambulancias, tres helicópteros, vehículos talleres y vehículos de rescate así como una impresionante cantidad de puestos de emergencia desplegados en toda la geografía nacional, en especial en los puntos de mayor concurrencia de personas y vehículos. En el personal que prestará servicios figuran médicos, para-médicos y especialistas en tareas de socorro.
Pese a todo este enorme esfuerzo que se replica en cada celebración de la Semana Mayor, se registra una gran cantidad de accidentes, evitables en su mayoría, donde la insensatez y la imprudencia de parte del público provoca un saldo doloroso de víctimas fatales y heridos, algunos de ellos de tanta gravedad que no logran sobrevivir, en tanto a otros, les deja como secuela, lesiones de prolongada recuperación, y en casos extremos de carácter permanente y hasta invalidante.
En los últimos tres años, según datos publicados por el diario “Hoy”, el saldo acumulado de la Semana Santa presenta un trágico balance de 68 muertes y más de tres mil lesionados, a consecuencia de dos mil 652 accidentes de tránsito. Estos, en su inmensa mayoría, responden a diversas causas atribuibles a los conductores, desde manejar bajo los efectos de una excesiva ingesta de bebidas alcohólicas hasta de cosumo de drogas en algunos casos; manejo temerario; conducir a exceso de velocidad; entrar en riesgosa competencia con otros vehículos y cometer todo género de infracciones. Ocioso retirar que la gran mayoría corresponden a motores, que aportan más del setenta por ciento de los eventos y del número de víctimas fatales.
¿Cuestionan estos trágicos resultados la calidad e importancia del trabajo de prevención y socorro que lleva a cabo el Centro de Operaciones de Emergencia? En modo alguno.
Más que todo reiteramos que en su inmensa mayoría resultan culpa de los propios vacacionistas. Lo que hay que tomar en cuenta es la mucha mayor cantidad de accidentes, muertos y lesionados que seguramente conformarían la trágica cosecha de una época que debiera ser más de recogimiento y reflexión que de exceso y disipación, de no existir el Centro de Operaciones de Emergencia y el montaje de sus valiosos operativos de prevención y socorro.
Ahora bien. Una vez más insistimos en que corresponde en primer término a los propios vacacionistas velar por sí mismo disfrutando del mini asueto con prudencia y moderación. Todo exceso y acto irresponsable conspira contra quienes los incurran en ello.
El esfuerzo de las autoridades debe ser correspondido por el empeño que pongan los propios interesados en velar por su seguridad y su vida.
PD: ¿Cuántos habrán tomado en cuenta estos consejos?