Rafael Trujillo le concedió a la Iglesia poder para imponer en el país la celebración de la Semana Santa a su medida. La Semana Santa debía usarse como tiempo de recogimiento. Ningún éxodo a playas, nada de cherchas ni alcohol, y mucho recogimiento. El tono de la semana lo creaban las emisoras radiales: prohibidos los merengues y música estridente. Solo se permitía la música sacra o clásica, de vez en cuando salpicada del fervor periodístico para recordar que la única persona comparable a Jesucristo era el Generalísimo, Benefactor y Padre de la Patria Nueva, Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Este tiempo persiste en la memoria del pueblo con la denominación música de muertos para identificar la música clásica. También persiste el tema político en el tiempo-espacio identificado por la Iglesia Católica Romana y el Estado Dominicano como sagrado. La memoria del Trujillato persiste en la exaltación paralela que los feligreses de la actualidad le hacen al Jefe del PLD, que al igual que Rafael Trujillo, concentró todos los poderes del Estado en su partido, y todo el poder del partido en su persona: “Después de Dios, solo Leonel”.
Los merengues de exaltación al Jefe fueron tan frecuentes, que después de la caída del régimen se prohibió su difusión, tanto de la música como de los textos. Hoy han resucitado con el mismo ritmo, diferentes melodías, semejantes halagos, metas y destinatario. Los tambores vibraron en Semana Santa para preparar la entrada gloriosa del senador Félix Bautista a su provincia, declarado triunfante por la Justicia Dominicana: "Yo sé que Dios me tiene a mi lo mío”, reza el merengue de la campaña del senador. Y no es para menos.
Por más de seis décadas, el Vaticano y la Iglesia Católica Romana en la Republica Dominicana le garantizaron lo suyo a Trujillo, a Balaguer y a Leonel; independientemente de que algunos miembros del bajo clero, religiosos y religiosos no estuviesen de acuerdo. El Vaticano es la monarquía absoluta más antigua del planeta tierra, y la disidencia no es admitida. Los cambios son lentos y se asumen cuando su anacronismo es rechazado por todos (no les importa lo que las mujeres opinemos), como sucedió con la abolición de la esclavitud en el siglo XIX.
Al iniciarse la Semana Santa, el tema político fue más profuso en los medios que la crucifixión romana del ciudadano judío llamado Jesús (quizás porque sea la alianza política –religiosa la que tiene al pueblo crucificado). Al responder a las preguntas de periodistas sobre el tema del cambio de la Constitución para permitir la reelección, el Cardenal López Rodríguez reiteró con indignación: “Dije claramente que no estoy de acuerdo con la reelección, qué tanto preguntan eso, mi opinión ya está clara, lo dije en la Catedral el 27 de febrero, el que estaba ahí se enteró. La Constitución fue reformada hace poco tiempo, para qué reformar otra vez, solamente por conveniencia, no estoy de acuerdo y punto”, expresó de manera airada el Cardenal (Anbareli Espinoza, Hoy Digital, abril 1, 2015).
Para lectores no enterados, el Presidente Medina, contrario a la tradición de Estado confesional Católico, no asistió a la Catedral a celebrar la Independencia Nacional el 27 de Febrero (parece que un ratoncito le alertó del boche que el Cardenal le preparaba).
En países laicos, un jefe de estado no celebra fiestas cívicas en Iglesias, aunque puede asistir a cualquier servicio religioso a título personal, no como jefe de estado. Al hacerlo, el representante de todos los dominicanos y dominicanas se expone a ser sermoneado y humillado por personas que no tienen el interés de la nación en primer lugar, y que en el caso dominicano, deben obediencia al Vaticano y al Concordato, antes que a la Constitución.
Previamente, el Presidente Medina había actuado de acuerdo a su conciencia, incurriendo sin quererlo en la ira del Cardenal. Lo hizo cuando vetó los artículos del nuevo Código Penal que criminalizaban el aborto sin excepciones, re-enviando el proyecto de Ley al Congreso para que legalizaran el aborto cuando la vida de la madre corre peligro, en casos de violación o incesto, y cuando la vida del feto no es viable. Medina creó un precedente que contrasta con el oportunismo del entonces Presidente Leonel Fernández. En septiembre del 2009, Fernández accedió a cambiar la Constitución para criminalizar el aborto bajo todas circunstancias; violando los derechos humanos de la mujer a decidir sobre su cuerpo, imponiendo la maternidad forzada y discriminando a parejas del mismo sexo.
Como parte “del amarre”, el Cardenal NO se opuso a que Leonel Fernández también sacara su parte en la nueva Constitución del 2010. Fernández creó dos nuevas Altas Cortes de Justicia designando a sus co-partidarios privilegiados y leales como Jueces de las mismas. Estamos recogiendo los frutos con el caso de Félix Bautista, que directamente lo afecta. Las Cortes no están para administrar justicia, sino para defender la corrupción del PLD con impunidad.
Para lograrlo, Leonel evitó convocar una Asamblea Constituyente, como fuera propuesto por las organizaciones de la sociedad civil. Sabía que personas elegidas a una Constituyente no serían vulnerables al chantaje del Cardenal ni obedecerían sus mandatos, sino los mandatos de sus conciencias. Por eso, después del 2010, el cardenal, el nuncio y el episcopado, ya no citan la Biblia o leyes divinas para violar derechos humanos, sino a la Constitución Dominicana.
El problema del politiqueo de los religiosos radica en que es imposible separar la religión de la política; dado que las Iglesias y el Estado se mueven en el mismo espacio/tiempo, y ambos imponen reglas de conductas a los mismos ciudadanos y ciudadanas. Por tradición y de facto, el Catolicismo Romano, excluyente de la mujer en su estructura de poder y de su ministerio pastoral y sacramental, inculca el desprecio a la mujer y le asigna el rol de gallina ponedora en la sociedad. Debe llevar a término el embarazo fruto de cualquier semen que por cualquier medio haya llegado a su ovario contra su voluntad. Al hacerlo, la Iglesia no mide consecuencias para la vida de la mujer, ni para su salud física y mental, y mucho menos su felicidad. Para lograrlo, la iglesia busca en diferentes países con herencia colonial de la España Católica del siglo XVI, instrumentalizar los poderes de coerción del Estado y criminalizar toda interrupción de un embarazo.
Por eso, la solución histórica a este problema es la separación del Estado de las Iglesias. Esta separación nunca es perfecta ni absoluta, porque las Iglesias siempre están buscando la manera de utilizar el dinero de los contribuyentes o de imponer sus creencias religiosas a los demás. Esto lo vivimos en el presente en los Estados Unidos, cuando 5 de cuatro jueces de la Suprema Corte de Justicia le dieron personería Jurídica a las corporaciones (por primera vez en su historia, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos no tiene jueces/juezas protestantes, está conformada por jueces Católicos y Judíos).
El mandato de la Suprema conocido como Hobby Lobby, votó que la cadena de negocios Hobby Lobby tenía libertad religiosa para no ofrecer anticonceptivos en el paquete de servicios de seguros de salud de sus empleados y empleadas. En otras palabras, le dio derechos humanos a una corporación, le asignó una conciencia que no le corresponde. Pero cuando los conservadores de varios estados han alegado libertad religiosa para negar servicios a personas por su inclinación sexual, les ha salido el tiro por la culata, debido a la oposición de la ciudadanía de esos estados a violar los derechos humanos de las personas por su inclinación sexual.
Esta reacción no es previsible en Republica Dominicana, donde la formación cívica y ciudadana de las generaciones de dominicanos que asisten a escuelas públicas y colegios católicos (el Estado paga sus docentes) ha sido sustituida por la doctrina y los preceptos católicos romanos. De facto es imposible encontrar una escuela dominicana donde no se adoctrine, (solo colegios privados extranjeros de alto costo) lo que significa que no se enseña a las nuevas generaciones a razonar y tomar decisiones basadas en evidencias, sino en creencias.
Regresando al escenario de la Semana Santa, el Cardenal lanzó otras perlas. El periodista Roberto Valenzuela, destacó el 5 de abril en Acento, la declaración ofrecida por Cardenal el Domingo de Ramos, en un programa televisivo: “[El Cardenal] sostiene que la iglesia es víctima de una bien orquestada tenebrosa campaña de descrédito con el tema de los curas violadores de niños. Según López Rodríguez, fuera de la Iglesia hay más violadores que dentro de ella. Agrega que hay violadores médicos, periodistas, abogados y otros, pero los que quieren destruir la Iglesia sólo se fijan en los sacerdotes”.
El Cardenal es incapaz de asimilar que vivimos los efectos de la Revolución Informática. No hay Macondo que se pueda abstraer, comunismo que lo resista, ni concordatos o cartas pastorales que se puedan ocultar. Los reportes de investigaciones gubernamentales en Canadá, Estados Unidos, Australia, Inglaterra y países de la Unión Europea están disponibles, y han proporcionado las evidencias necesarias para documentar los abusos sexuales, psicológicos y físicos de menores perpetrados por pederastas del clero católico romano y de congregaciones religiosas de hombres y mujeres. Además, los datos evidencian la profusión de la pederastia al interior de la Iglesia Católica debido a la protección y el ocultamiento que sistemáticamente la Iglesia utilizó, hasta que fue llevada a los tribunales de Boston, y obligada a pagar sumas millonarias a sus víctimas.
No se trata de actos individuales sino de una estructura fundamentada en el secreto que por siglos ha estado protegiendo hombres pederastas y exponiendo niños y niñas a ser violentamente asaltados por curas depredadores, especialistas en lograr la confianza de sus padres y de toda la comunidad. Se trata de una organización mundial que asume la misión de representar a Dios en la tierra, bajo el supuesto de ser la legítima heredera del poder entregado por Jesús al Apóstol Pedro, de abrir o cerrar las puertas del cielo o el infierno. Debemos esperar más de una Iglesia, a quien los padres confían sus pequeños tesoros, que a una sociedad de abogados o un colegio de médicos. El caso es que las otras denominaciones no han protegido a sus pastores, ni las asociaciones de profesionales a sus miembros pederastas.