Las pequeñas empresas en nuestro país siempre han sido un sector importante, pero
tradicionalmente no han tenido el reconocimiento ni el apoyo necesario por parte del Estado, aunque en los últimos tiempos se observan determinados cambios y acciones en provecho de las pequeñas empresas nacionales formales e informales.

Una pequeña empresa se podría definirse como toda actividad económica realizada por persona natural o jurídica de diferentes tipos (agropecuaria, industrial, comerciales o de servicios, rural o urbana que, entre otros parámetros, emplea entre 16 y 60 empleados.

Su importancia es tal que, sumándole las micros y medianas empresas, aportan el 27% al PIB, generan más del 57% de los empleos (aproximadamente 3 millones de empleos) por lo que las han considerado determinante para el "futuro empresarial de la República Dominicana".

Ahora bien, saliéndome del campo de los economistas, que no es mi espcialidad, quiero enfocar mi atención en lo que tiene que ver con el tema que nos ocupa. Es preciso destacar que los riesgos laborales presentes en el ambiente laboral de las pequeñas empresas son tan variados, como variadas son las actividades productivas a las que se dedican y los problemas de seguridad y salud a los que se exponen los trabajadores pueden, a veces, ser mayores a los que se presentan en grandes empresas.

Es bueno señalar que la ley de Seguridad Social contempla los mecanismos de inclusión del este importante sector, pero lamentablemente no ha sido  incluido

Estando expuestos los trabajadores de las pequeñas empresas a sufrir enfermedades y accidentes de trabajo, el  control de riesgos para evitarlo y la implementación de sistemas de vigilancia de la empresa salud dentro de las empresas pequeñas se hace más difícil, entre otros factores, por la limitada disponibilidad de recursos económicos para disponer de un servicio interno de salud; por la exclusión en que se encuentran de los servicios de salud y de la seguridad social (principalmente las informales); por el corto tiempo de permanencia en el mercado, donde 2 de cada 3 desaparecen según declaraciones recientes del Ministro de Industria y  Comercio.

Otro factor negativo es el nivel socioeconómico bajo de los empleados y la poca capacidad de los propietarios o administradores para la prevención y control de los riesgos laborales a los que se exponen, por no disponer de los recursos para su entrenamiento, educación y formación.

Es bueno señalar que la ley de Seguridad Social contempla los mecanismos de inclusión del este importante sector, pero lamentablemente no ha sido  incluido.

Otro elemento a tomar en cuenta es la tendencia de las pequeñas empresas a emplear personas vulnerables como niños, adultos mayores y mujeres hasta estado de embarazo. En este sentido llama la atención el dato de que el 70% de las pequeñas empresas en nuestro país son creadas por mujeres.

Pero no solo los trabajadores de las pequeñas empresas se exponen a los riesgos presentes en su ambiente laboral, sino que en vista de que un 12% de esas empresas funcionan en los hogares de los dueños, o muy cerca, y ponen también en peligro a su familia y a la comunidad.

De manera, que resulta de alto interés que se incluya el componente de la vigilancia de la salud ocupacional de los trabajadores de las pequeñas empresas en los esfuerzos que se hagan para su fomento y desarrollo dada su importancia en el aparato productivo de la nación y por su aporte a la estabilidad social y política del país como gran generadora de empleos que son.