En realidad, nuestro país no es "eminentemente agrícola" ya que otras actividades económi-
cas lo han desplazado de esa posición, pero preparar la tierra para la siembra, el cultivo, la cosecha y mercadeo de los productos que llegarán a las mesas para alimentar las familias domininas constituye todavía una actividad importante productiva. No obstante, los trabajadores y trabajadoras agrícolas están expuestos, en la mayoría de los casos, a condiciones de trabajo deplorables que los exponen a sufrir variadas enfermedades ocupacionales (OC) y accidentes de trabajo (AT).
En una publicación la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) estimó en 1,300 millones los trabajadores agrícolas a nivel mundial, representando el 50% de la mano de obra. Establece también en 59% de la población económicamente activa de los países en desarrollo dedicada a las labores agrícolas.
Las condiciones socio-económicas, la informalidad, la migración, las viviendas, la cultura, educación y el empleo ocasional, son factores que influyen negativamente en la seguridad y la salud de los agricultores y trabajadores agrícolas, muchas veces excluidos de la beneficios de la Seguridad Social.
La OIT estima en 250 millones la cantidad de accidentes de trabajo que sufren los trabajadores agrícolas en el mundo cada año y que de 335, 000 accidentes mortales, 170,000 ocurren anualmente en el sector agrícola
El trabajo agrícola está considerado como uno de los más peligrosos del mundo, incluso en Estados Unidos de América está clasificado entre los tres más peligrosos. Tanto es así que que la OIT estima en 250 millones la cantidad de accidentes de trabajo que sufren los trabajadores agrícolas en el mundo cada año y que de 335, 000 accidentes mortales, 170,000 ocurren anualmente en el sector agrícola.
Las investigaciones publicadas coinciden en identificar como las principales causas de accidentes trabajo en el sector agrícola: la exposición a productos químicos (fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, etc.); polvos, plantas, flores desechos de animales que producen alergias e intoxicaciones; maquinarias y equipos (cortadoras, tractores y vehículos de transporte) causantes de traumas y heridas.
Los trabajadores y trabajado-ras agrícolas se exponen además a enfermedades transmitidas por animales como la brucelosis, tuberculosis bovina rabia, leptospirosis, tétanos, malaria, entre otras.
Hay que hacer mención también del peligro que en el sector agrícola representan los agentes cancerígenos y los rayos solares; el trabajo en espacios confinados (silos, tanques, etc.); el ruido y las vibraciones de maquinarias y equipos; mordeduras y picaduras de animales salvajes.
En otras entregas hemos hecho referencia a los riesgos ergonómicos que afectan a los trabajadores de diferentes oficios y profesiones a los que no escapan las personas que se dedican a las labores agrícolas y que se derivan de posturas incorrectas o mantenida por mucho tiempo, como también por la manipulación incorrecta de herramientas, manipulación inadecuada de cargas, movimientos repetitivos y extensas jornadas de trabajo.
Hemos manifestado estar de acuerdo con quienes han expresado que las salud de los trabajadores no debe ser el resultado del desarrollo, sino una condición previa y que los hace más productivos lo que se traduce en su propio beneficio, de su familia, los empleadores y la sociedad en general.
De manera que vale la pena aplicar todas las acciones necesarias para mejorar la salud de los trabajadores y trabajadoras del sector agrícola incorporándolos a la Seguridad Social para que puedan beneficiarse de los programas de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades y de los servicios médicos asistenciales.
En el medio laboral dónde los trabajadores agrícolas desempeñan sus labores habituales debe hacerse evaluaciones de riesgos; monitoreo y vigilancia biológico y medioambiental, evaluación médica preempleo, periódica.
La OIT también recomienda el registro y la notificación de las enfermedades ocupacionales y los accidentes de trabajo; servicios de salud en el trabajo, suministro de equipo de protección personal (EPP), educación para la salud, capacitación continuada en el manejo de sustancias, agentes, maquinarias y equipos peligrosos, entre otras actividades, para la seguridad y la salud en el sector agrícola.